Cuando seamos Tú y Yo

Capítulo VII

Danna recordaba la leve imagen de las runas grabadas en su piel de eso ya hace unas noches, aquella astilla en su memoria se volvía cada vez más insoportable, sabía que aquellos mismos trazos o algo parecido, los había visto en alguna parte, sentía que la palabra “runa” era importante y no solo simples garabatos de un ritual fallido, aunque la esperanza de poder hablar con su alma gemela era muy ferviente hasta no conocerlo, no saber quién es en verdad, seguiría siendo un destino que deseaba que llegara a su momento.

‘¿Estás… ahí?’ escribió en la extensión de su brazo izquierdo, una parte de ella quería una respuesta por leve que fuese, la sensación de angustia se había vuelto parte de ella y aunque trataba de animarlo su alma gemela prefería hundirse en ese sentimiento.

‘¿Estás bien?’ acompaño debajo de la primera línea trazada con la yema y uña de su dedo índice, presionaba lo suficiente como para marcar su piel, pero a la vez presionaba al final esperando que él.

No obtuvo respuesta alguna.

Las horas pasaron y Danna permanecía recostaba en su cama, pensativa mirando al techo, después a su celular, ojeaba varias redes sociales o perdía el tiempo mirando videos cortos de las mil y un aventuras de sus amigos en las vacaciones, no tenía ánimos de nada, busco en su galería alguna foto que atinara levemente al recuerdo de aquellas runas, deslizo foto a foto desde los 18 hasta los 16 años donde tenía un millar de imágenes de todos los lugares que había conocido.

Frustrada tomo la laptop y empezó a deslizar una a una las fotos digitalizadas de un álbum de fotos en físico, las había guardado en su memoria así cuando sus padres quieran ver algún recuerdo solo deberían entrar en la nube donde las tenía guardadas, eran cientos de fotos, su familia no había perdonado ninguna oportunidad para plasmarla en una fotografía, Danna empezó a verse así misma de pequeña al igual que su familia, lo joven de su padre con un excelente físico, y su madre toda atlética en sus tiempos de nadadora.

Una a una, una docena, varios cientos y un millar de fotos se llevaron las horas a su paso devolviendo varios recuerdos, pero ninguno de ellos tenía algo como una runa o un dibujo que se pareciese, rebusco entre sus antiguas cosas guardadas en un cartón en lo  recóndito de su armario, tenía pequeños cuadernos de la escuela, hojas sueltas de preescolar, dibujos de su infancia todos guardados en un pequeño lugar, no quería tirarlos a la basura, aquellos objetos tenían un poco de su vida de momentos alegres con sus padres, sus antiguos amigos aunque los había olvidado más no para siempre.

El día se había escapado en un millar de recuerdos y pequeños momentos plasmados en objetos y fotografías, Danna estuvo a punto de rendirse varias veces pero su terquedad no le permitiría desistir, una vez acabado con todo aquello en su habitación y de haber puesto de cabeza el ático con varios de cientos de cartones etiquetados y guardados por fechas pasadas no había encontrado ni el más mínimo rastro parecido a las runas, para no olvidarlas en el montón de recuerdos que ahora tenía en su cabeza los volvió a remarcar con un marcador de tinta permanente trazo a trazo tal como los había dibujado Kerrie pero esta vez llevando un poco más de firmeza.

–¡Danna! Baja a cenar– sonó la voz de su madre en la cocina del primer piso.

–Ya voy madre– respondió.

Danna acomodo todo como estaba, si ahora se había topado con un millar de recuerdos, dentro de unos años quería que ese millar de memorias estuvieran en su lugar apilado con más recuerdos en cajas de cartón.

Lavo su rostro y brazos, se cambió de ropa y cepillo su cabello, limpio todo su ser y volvió a remarcar las runas en su brazo para después cubrirlas con la manga de un suéter.

Una vez en la mesa los tres reunidos las conversaciones y preguntas comenzaron, ¿Cómo estuvo tu día? ¿Pudiste arreglar el armario? Los padres de Danna intercambiaban su día ajetreado cada uno tenía un montón de cosas por hacer y apenas iban por lo sucedido en la mañana, pero cuando estaban juntos solo ellos importaban, además de la comida favorita que habían pedido a domicilio para amenizar el momento.

–Ni lo creerás, pero ya vez como son, primero lo dañan y después me llaman para arreglarlo y uno avisándoles de que podría salir mal– dijo el padre –mañana estaré ocupado así que …– se detuvo al ver a Danna pensativa moviendo de lado a lado un guisante en su plato –¿Te pasa algo?–

Danna no contesto, en su cabeza seguía pensando donde había visto las runas que centellaron en momentos efímeros en los que podía palparlos a milímetros de la punta de sus dedos, pero cuando más cerca estaba se desvanecían en un instante.

–No, no tengo nada solo estoy pensando un poco–

–¿Te incomoda algo? ¿Es sobre tu alma gemela?– pregunto la madre intuyendo que podría ser algo que solo entre mujeres entendería –has pasado todo el día en tu cuarto y en el ático ¿Buscabas algo?–

–No es nada de eso, solo que necesitaba recordar un poco, no se preocupen no es nada– Danna soltó un suspiro profundo, no quería rendirse solo que ya no sabía dónde más buscar.

–Sí necesitas algo puedes decirlo, si está en nuestras manos podríamos ayudarte– dijo el padre mirándolo confundido.

–Lo sé y se los agradezco mucho, pero no creo que me puedan ayudar en esto– Danna dudo la idea de preguntarles sobre unos símbolos extraños era algo que se debatía en su pensar, quería, pero no podía o podía, pero no quería. Mientras su mente divagaba en una forma sutil, había levantado inconscientemente un poco su manga de donde se vislumbró apenas unos cuantos trazos de una de las runas.



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En el texto hay: decisiones, primer amor, destino elegidos

Editado: 10.08.2021

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