Y justo como si hubiera tenido una ruptura amorosa me tiro a la depresión, cuando Geral, Alberto y yo volvemos en su auto ellos saben que todo lo que yo pasaba con él acabó, en algunas ocasiones mientras miro a la nada por la ventana ellos me observan sin saber que decirme, y yo lo agradezco porque no me siento en optimas condiciones.
— ¿segura que estás bien? Yo podría quedarme contigo, no quiero dejarte sola. — me dice Geraldine mientras Alberto saca mi maleta de la cajuela justo delante de la mansión Rockenford.
—Estoy bien, solo quiero darme un largo baño y dormir, quiero aprovechar que hoy es mi último día sola en la mansión, mañana llegan las dueñas y volveré a ser la de antes, te lo prometo, los veré mañana en la Universidad. —Les regalo una sonrisa algo forzada y sin más presiones de su parte me despido moviendo la mano para después entrar.
La casa está vacía y tranquila, por primera vez agradezco eso porque no podría fingir estar completamente bien delante de Lara. Abro la nevera y saco un bote de helado, tomo cualquier cuchara casi mecánicamente y subo hasta mi habitación, abro la llave del jacuzzi, entro y me relajo… claro sin soltar el helado, podría llorar durante horas pero no, solo me calmo y pienso en cosas positivas, justo como fiel creyente de la Ley de Atracción.
Cuando salgo escucho que alguien toca el timbre, me apresuro poniéndome una bata y bajo corriendo para ver de quien se trata, y para mi más grande sorpresa es la señora Anand, la madre de Pancho. Me pasmo por unos segundos y ella reacciona.
—Yo… yo sé que no debería estar aquí, pero… tú eres la única persona que me comprende en este mundo, tú y yo conocemos al verdadero Francisco y yo… yo necesito hablar con alguien. — Me dice con lágrimas cayendo sobre su jersey.
—hay mucho helado en la nevera, pase. — ella me abraza de repente, me mira compasiva y entra.
—Vaya que hermosa casa, me alegro de que tengas un buen trabajo. — le miro observando todo con detalle y después me mira mientras voy a la cocina.
— ¿sabes? Mi hijo se fue hoy a la casa de esa… niña horrible, solo llegó y se arregló y luego… luego me contó lo que pasó contigo allá. — me sorprendo y sacó otros dos pequeños botes de helado.
—Espero que no haya sido a lujo de detalle.
—No, pero me contó todo; estaba deshecho y no lo niego… debe dolerle dejarte.
—Si bueno, él y yo ya hablamos sobre sus planes y sobre los míos, yo lo lamento mucho por usted, él le ama demasiado.
—Sí, se supone que debo sentirme orgullosa por el buen muchacho que creé, pero no, no puedo evitar sentirme mal porque sé que se está sentenciando a una horrible vida por mí. —La veo acercarse y me quito la toalla de la cabeza, dejo caer mi cabellera larga y pesada y ella sonríe mientras tomo el cepillo que ya tenía a la mano. —Deja... yo lo hago. —me siento y ella comienza a desenredar mi cabello, ese simple gesto me hace sentir feliz, me hace recordar a mi madre.
—Yo creo que a veces aun que nos molesten las decisiones de las personas tenemos que respetarlas, las cosas pasan por algo; Francisco no es una mala persona y lo hace por ayudar a los demás, tiene mucho por lo cual estar orgullosa, al final si él ve conveniente él separarse lo hará mientras no nos queda más que aceptar sus planes.
— ¿Aceptaste a sus padres así?— pregunta lanzándome una flecha justo en la herida de mis padres y niega.
—No, es difícil; mi padre solo quiere tenerme en una burbuja y yo solo no podía dejar de pensar en cómo explotarla para salir y comerme el mundo.
—Algunas veces los padres hacemos cosas un poco raras, nosotros pensamos que es por su bien y es verdad… si pudiéramos les pondríamos una burbuja protectora para que nadie los tocase, pero creo que cuando uno se vuelve padre no solo es deber de nosotros enseñarles cosas a ustedes, creo que el aprendizaje es mutuo Lina, los errores son para aprender y tu padre cometió uno, ¿no crees que haya aprendido de su error después de verte feliz llegar a una Universidad de prestigio, tener un buen trabajo y vivir en una hermosa casa…? Ok tal vez no es tu casa, pero tienes un techo, una cama y comida ¿Qué más quieres? Por tus padres estás aquí, no te comportes como lo que no eres ángel, tus padres te aman y todo lo que hicieron o te dijeron fue porque querían darte la vida que ellos no tuvieron.
—He sido una maldita con ellos ¿cierto?— le pregunto bajando los hombros y ella deja de cepillarme y se agacha frente a mí.
—No, tú cometiste tu error y ya aprendiste de él, estas a tiempo de borrar y corregir, llámales o ve a verlos… estoy segura de que ellos te extrañan y están preguntándose qué pasó con su amada hijita.
Me sonríe dulce y me abraza, durante esa noche las dos nos comportamos como amigas, yo le enseño como maquillarse y ponerse bonita y ella se impresiona por el modo en la que su belleza resalta, vemos series y bailamos a modo que ella se sienta feliz, ya que después de que Pancho me contara de su divorcio sabía que no podría estarla pasando bien. Las dos teníamos una pena en común y ninguna de las dos podíamos hacer nada para que nuestro Pancho recapacitara, pero al final de la noche sabíamos que todo estaría bien, las cosas tomarían el curso que tendrían que tomar.