Cuando te fuiste

Capítulo seis

La mañana del domingo los abuelos nos habían llamado para desayunar juntos. Gran error. Fue un desayuno donde la abuela siguió con sus clases de modales hacía sus nietas, pero fuimos salvadas por tía Clary.

—Mamá, déjalas comer tranquilas, son sólo unas niñas que quieren engullir su desayuno sin necesidad de saber qué cantidad es correcta para tomar el primer bocadillo.

—Por cierto, Clarisse, llego una invitación a la fiesta de bienvenida en la casa de la familia Brown —comentó la abuela con una sonrisa en el rostro, ignorando lo que mi tía le había dicho.

—Debe ser por la llegada de Tyler, Mónica me llamo para invitarme, pero Rob y yo ya tenemos planes.

— ¿Sabías que viene con su prometida? —respondió la abuela con semblante triste—. Cuando me enteré de que tenía una prometida me sentí tan mal, yo los veía juntos en un futuro desde que estaban en la escuela.

—Cassandra, tu comentario es algo fuera de lugar —la reprendió el abuelo, al ver al tío Rob algo incómodo.

Sí, al parecer la abuela no se llevaba bien con los padres de sus nietos. El problema que tenía con mi tío era que para ella él no era «lo suficientemente adinerado para ser digno de su hija». Tonterías. Rob se desvivía por mi tía y por sus hijos, mamá siempre solía decir eso y era más que feliz por su hermana mayor al tener alguien así a su lado, o eso solía decirme a mí.

— ¿Qué hay de malo con mi comentario? —fingió demencia—. Tan sólo estoy expresando mi opinión sobre el antiguo novio de mi hija, que es tan buen muchacho y de una muy buena familia.

—Tú lo has dicho mamá, antiguo novio. Mi esposo es Rob y si no estás de acuerdo con eso, pues lo lamento mucho —zanjó el tema la tía Clary—. Chloe, ve a recoger tus cosas.

Mi prima no esperó a que su madre lo repitiera una vez más y salió a buscar sus cosas. Deseaba que mamá también me hubiera mandado ir por mis cosas para poder irnos, pero no fue así.

Permanecí sentada tomando mi jugo con la mirada perdida entre las migajas del pan que había estado comiendo, tratando de ignorar la creciente tensión entre las personas a mi alrededor. Quería buscar dónde esconderme y la sala lucía como el mejor plan, cuando iba a salir corriendo de la cocina la abuela interrumpió mis planes, rompiendo el silencio y solo para empeorar la situación.

—Tan lindo futuro que tenían tú y Juliette, pero conocieron a los inservibles que tienen como esposos y arruinaron su vida—el abuelo le iba a decir algo, pero la abuela golpeo la mesa con ambas manos, haciéndonos pegar un pequeño salto—. Bueno al menos me queda Giselle y tú, Juls —señaló a mi madre—, aún tienes salvación, ya que no estas casada con ese inútil. Ni siquiera se atreve a venir a vernos.

No había que ser muy inteligente para saber que hablaba de mi padre y me dolió un poco el como se expresaba de mi progenitor. Iba a decir algo, pero interrumpieron mis planes una vez más. Mamá se puso de pie para darle abrazo al abuelo y luego se acercó a mí, tomándome del brazo y así fue como salimos de la casa.

Esa era la razón por la que dejamos de venir a San Diego. Cuando la abuela se ponía en el plan de saber que era lo mejor para todos, nadie podía hacerla callar.

También era una de las razones por las que la tía Giselle decidió irse a Francia y la misma razón por la cual mamá empezó a evadir las reuniones familiares que solíamos tener una vez al año. Usualmente la abuela invitaba a hombres que consideraba buenos partidos para sus hijas y eso solo generaba más discusiones. Lo típico.

El viaje de regreso a casa fue algo incómodo. A pesar de que mamá estaba acostumbrada a los comentarios sin sentido de su madre, una parte de mí presentía que la pelea que había tenido con papá la había fastidiado más de lo usual.

Decidí poner música para que se relajará un poco y así intentar aligerar un poco el ambiente. Cuando llegamos al centro ya era un poco tarde y Juliette decidió que debíamos almorzar en algún local cercano porque no quería cocinar.

La elección de comida no fue muy larga y terminamos eligiendo almorzar unas hamburguesas. Mamá me llevó a un viejo local al que decía haber ido cuando iba a la escuela.

Para cuando terminamos ella quiso hacer algunas compras en el centro comercial, era una especie de terapia que tenía. Comprar para botar todas esas malas energías que había acumulado desde el día anterior.

Terminamos las dos cargando con unas cuantas bolsas en ambas manos. Luego de una hora y media más de compras, mi teléfono empezó a sonar anunciando nuevos mensajes de Nick y Mery, preguntando si iría a casa de la segunda para hacer tareas.

—Mamá —llamé la atención de mi madre, logrando que quitara la vista de un par de blusas—, ¿puedo ir a casa de una amiga? Intentaremos avanzar algunos deberes.

—Ahora me cambias por tus amigos bajo la excusa de los deberes —soltó dramáticamente y fingió limpiar una lágrima inexistente—, pero está bien. Te llevaré.

—Deja el drama por favor —pedí—, y no te preocupes, Nick pasará por mí.

O eso había dicho en uno de sus mensajes. Juliette aceptó, no sin antes lanzarme una mirada sospechosa al mencionar el nombre del chico que había sido mi guía en la escuela. Ignorando sus cejas elevarse y bajar rápidamente en una mirada traviesa, le envié un mensaje a Nicholas con mi ubicación para que pudiera ir por mí.




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