Cuando te fuiste

Capítulo catorce

Al ver que el margen de error de la prueba era de un uno por ciento, logré tranquilizar un poco a Chloe, pero al comprar unas cinco pruebas más y todas ellas con el mismo resultado, no pudimos negarnos a lo que ya era una muy posible realidad. Sin embargo, decidimos que lo mejor sería que fuera a consulta porque era lo más efectivo y para eso, necesitaba hablar con sus padres.

No supe mucho de la conversación que tuvo con ellos hasta el día siguiente, ella no había ido a la escuela y no respondía los mensajes de texto donde le preguntaba cómo le había ido. Insistí, pero ella se limitó a mandarme un simple mensaje diciendo que necesitaba un tiempo a solas para pensar en qué hacer y cómo decírselo a sus padres sin que la mataran —o algo parecido—, al igual que debía pensar la manera de decirle a su novio la situación en la que se encontraban.

—Jess —me saludó Carly cuando me senté frente a ella en el almuerzo—. Te extrañamos en Gimnasia.

—Graciosa —le respondí, a lo que ella me guiño un ojo y yo le saqué la lengua, siguiéndole el juego.

Había logrado evadir la clase de gimnasia escondiéndome en la biblioteca de la escuela. Probablemente me ganaría un reporte, pero quería intentar comunicarme con mi prima.

— ¿Dónde estuviste, Jessie? —me preguntó Mery.

—Tuve unos asuntos que resolver —me encogí de hombros quitándole importancia—. Por cierto, ¿dónde está Nick?

—Pensábamos que estaba contigo —respondió Connor—. Quizás se quedó cuidando a Annie.

Almorzamos mientras los chicos hablaban de algo a lo que no le preste demasiada atención porque el tema de Chloe seguía rondando mis pensamientos. Después del toque del timbre, todos dejamos la cafetería para encaminarnos a la penúltima clase del día.

Fui caminando con Mery, que estaba más que emocionada por el concierto al que asistirá con Alex. Al parecer, el chico había sido valiente al invitar a mi amiga.

Luego de dos largas horas de aburrimiento en mi última clase, salí de la escuela con más trabajos que no quería hacer. Todos habíamos quedado en ir a visitar a Nick y su hermana después de la escuela, así que Carly nos trasladó en su auto hacia casa de ellos.

Después de que la castaña estacionara el auto en la acera del frente, todos caminamos hacia la puerta. Tocamos el timbre y esperamos a que alguien nos abriera.

— ¿Qué hacen aquí? —fue lo primero que Nick preguntó al vernos a todos frente a su casa.

—Amigos, ¿cómo han estado? Gracias por preocuparse y venir —ironizó Connor, luego de darle un pequeño golpe en la cabeza—. Se ve que nos quieres.

—Lo siento —se disculpó, mientras nos dejaba pasar a todos al interior de su casa—. Siéntense, iré a darle una pastilla a Annie, aunque no tengo idea cual es, la letra de doctor es totalmente confusa.

—Creo que puedo ayudar —se ofreció Mery.

— ¡Gracias! —alzó ambas manos hacía el cielo y reí un poco ante su expresión.

— ¿Podemos ir a verla? —preguntamos todos casi al mismo tiempo.

—Sí —nos autorizó Nick—, pero no se alboroten, acaba de despertar hace unos minutos.

Asentimos y subimos las escaleras con destino a la habitación de la pequeña Morgan. La sorprendimos en su búsqueda de videoclips de One Direction en el teléfono de su hermano mayor.

— ¡Hola!

Sí, los chicos no entendían que el significado de ser silenciosos.

— ¡Chicos! —saltó de su cama para correr a abrazarnos.

—Hola novia —la saludo Connor, haciendo que las mejillas de la pequeña se sonrojaran—. Seguimos siendo novios, ¿cierto?

—Aléjate de mi hermana, White —gruñó Nick en broma—. ¿Cómo te sientes, princesa?

—Mejor —susurró, luego su mirada cayó en mí—. ¡Jessie!

Sus pequeños brazos rodearon mi cintura y yo me agaché a depositar un beso en su frente.

—Hola a ti, Annie.

Logré cargarla y devolverla a su cama, mientras todos se acomodaban en su cuarto. Después de tenernos a todos ubicados en su habitación, la menor de los Morgan decidió que debíamos ver una película junto a ella y La dama y el vagabundo empezó a reproducirse en la pantalla que tenía frente a su cama.

Recorrí con la mirada la habitación de Annie y me hizo recordar a mi habitación cuando era pequeña. Las paredes pintadas de un tono rosa pastel, el cobertor blanco de su cama con pequeños detalles en rosa, su escritorio algo ordenado y unos cuantos peluches guardados en una repisa.

Podía verme a mí misma sentada en ese escritorio haciendo intentando garabatear algo en alguno de mis cuadernos, tratando de ignorar las discusiones de mis padres. Sacudí la cabeza para alejar esos tétricos recuerdos.

Mi teléfono vibro en el bolsillo de mi falda y al sacarlo vi un nuevo mensaje de Chloe iluminando mi pantalla.

Chloe: Les contaré

Chloe: Muerdo de miedo, pero les diré…

Yo: Si me necesitas




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