Cuando leí la nota que dejaste en mi casillero algo se removió en mi, como ese gusanito de la alegría. Recuerdo haber tomado mi abrigo, mi mochila y correr lo más rápido (con la precaución de no ser atropellado) con destino a tu casa. Toqué impaciente el timbre, una y otra vez, a la espera de alguien que abriera la puerta, y como si el destino estuviera de mi lado fuiste tú.
No lo dude ni un segundo, te tome de la mano y uni nuestros labios, tenía el miedo a que me rechazaras, pero apenas me aleje tu tomaste la iniciativa, me hiciste el escritor no payaso más feliz del mundo.
Y cuando el beso termino las palabras surgieron y salieron por si solas “Te amo” dos palabras, cinco letras, un espacio, y lo mejor no fue eso, sino recibir un “Yo también te amo, Devan”.
Y aunque nuestro amor fue rápido, el sentimiento que tenemos entre nosotros es fuerte, incluso más de lo que cualquier pareja perfecta de los libros tienen.
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Editado: 11.07.2021