JASPER POV
Aquella noche Carlisle había recibido una llamada de parte de Charlie, el padre de Bella, pero no la había respondido y anteriormente del doctor Gerandy, que preguntaban sobre su paradero y por qué no se había presentado al hospital.
Carlisle había dejado de asistir desde el día del accidente sin dar razón alguna. Todos podíamos escuchar a través de la bocina del teléfono cuando hablaba con el doctor que le suplia.
— No volveré al hospital, me han hecho una gran oferta en Los Ángeles —decía con fingida emoción— fue inesperado y dije que si.
— Es una pena, eres un gran médico. —decía del otro lado el doctor Gerandy— también, el jefe Swan ha estado preguntando por “ustedes”. —era claro que se refería a Edward.
— Solo diles que nos mudamos todos.
Finalizó la llamada.
Era terrible, por mi culpa todos ahora nos tendríamos que mudar de ciudad, las cosas solo empeoraron.
Más tarde había realizado una llamada a la familia de Carlisle en Denali, Alaska, Carmen me había contestado, parecía sorprendida de que fuera yo quien lo hiciera. La puse un poco en contexto con lo que había sucedido y le pedía asilo por un tiempo, en lo que decidía a dónde irme.
— Jasper, sabes que siempre eres bienvenido. —por su tono de voz me imaginaba que sonreía— estaremos muy felices de tenerte en casa.
— Te agradezco mucho, hasta pronto. —colgué.
Sentí a Rosalie bajo el marco de la puerta, me miraba con tristeza.
— ¿Qué pasa? —la invité a pasar— no estoy muriendo.
— ¿Te vas? —tomó mi mano entre las suyas— Denali.
— Si, Denali. —repetí.
— Iremos contigo. —dijo de momento animada— Emmett será el más feliz de tener nieve para jugar. No estás solo Jas. —sus ojos brillaron.— de todos modos Carlisle y Esme necesitan unas vacaciones de nosotros.
En cuanto anocheció hablamos con Carlisle y Esme en la cocina y acordamos que era una excelente idea. Nosotros iríamos a Denali por una temporada de la cual yo no aseguraba volver, y ellos viajan por el mundo.
Había llegado el momento de irnos, despedirnos de nuestros padres era difícil, pero necesaria. En aproximadamente seis horas estuvimos aterrizando en Denali, el auto que habíamos comprado para nuestro uso, nos esperaba estacionado, así que Rosalie era la conductora designada, mientras yo me derrumbé en el asiento de atrás.
Llegamos a la hermosa casa de el Clan Denali, tan acogedora como Carlisle siempre decía, tenía mucho que no visitaba a nuestras “primas”. Estacionamos el auto y bajamos con nuestras cosas, Eleazar, Carmen, Tanya, Irina y Kate nos recibieron en la puerta con mucho entusiasmo. Fueron demasiado amables al instalarnos de inmediato, lo cual agradecía.
Durante la noche helada, subí al techo a observar ese cielo extraño de Alaska. No me di cuenta cuando Kate se sentó a mi lado.
— También me gusta sentarme aquí de vez en cuando —dijo.
— Es una gran vista. —admití.
— Lo es. —las comisuras de sus labios sonrieron y postró la mirada en el cielo— ¿estas bien? No quiero ser entrometida, pero Carmen nos dijo la razón de tu visita permanente.
— No creo que me sienta bien —dije en un susurro— son emociones que nunca había experimentado por mí mismo, sólo lo que lograba captar de las personas que me rodeaban.
— Te entiendo.
No volvió a decir nada más. La energía de Kate era agradable y no me molestaba su presencia, pero en ese momento yo era quien no se sentía agradable. Se levantó y se fue. Supongo me quedé allí sentado hasta que amaneció y después me encerré en la habitación. Todos eran amables, pues no me cuestionaban ni me vigilaban. Era gratificante.
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Editado: 05.01.2022