"Para todas esas personas que mantienen sus expectativas altas, gracias a un libro"
—¿Entonces te iras de Pensacola? —preguntó, en un murmullo.
Asentí y aproveche que su mirada estaba en mi cuarto desordenado para limpiar una lagrima que escurría por mi mejilla.
—Sí. Aún no me lo creo.
—Ni yo.
Olive —mi mejor amiga desde que tengo memoria—, me miraba de reojo, evitando caer en llanto al verme partir. No me atrevía a mirarla sin querer tirarme a sus brazos y quedarme en ellos hasta que sea hora de irme.
—¿Sabes algo de Nolan?
—No, nada —esbocé una sonrisa triste.
—Ese idiota...
—No importa.
Sí, sí importa, pero finges que no.
—Elisa, eres mi mejor amiga —avanzó hacia mí y atrapó mi mano en la suya. Me vi obligada a verla. —Yo sé que te afecta.
No podía, iba a explotar.
—Fueron novios por dos años. No quieras reprimir lo que sientes.
Estaba tan acostumbrada a hacerlo que me era difícil no parar cuando se presentaba una situación triste para mí.
Tome una bocanada de aire, antes de seguir guardando las cosas en la maleta. Olive pareció rendirse, así volviendo a recostarse en la cama.
—Mierda, mierda —espetó. —Es un maldito idiota.
Miraba su celular, con un sonido de fondo, mientras repetía un video —que no me dejo ver— aunque insistía. Se le veía realmente enojada.
Tiró el celular a la cama, y yo aproveche para tomarlo en mis manos y correr al baño.
Te quieres morir.
—¡Elisa, no!
Como pude cerré con seguro. Olive forcejeaba la puerta desde el otro lado.
—No hagas ninguna tontería.
Era bueno saber su contraseña, sino no habría valido la pena los gritos que se me vienen. Desbloquee dicho celular. La pantalla se encendió justo donde lo había dejado, exponiendo un video de los chicas de mi preparatoria en la playa.
—¡Elisa!
La ignore.
Deje presionado el dedo en la pantalla, pausando el video. No había encontrado nada malo.
—No quería decirte porque sabía que te pondrías mal.
¿Qué?
Solté la mano del pomo de la puerta, volviendo mi vista al celular. Pause varias veces el video con intenciones de encontrar algo malo. Las manos me temblaban y los nervios me estaban carcomiendo.
—¿Por qué estás tan preocupada? —el alboroto me estaba volviendo loca.
Sin embargo, cuando estuve a punto de rendirme, logre ver lo que tanto le preocupaba.
—Oh...
Nolan estaba en la playa con Alice. Y sí, tal vez no era la gran cosa el que este con su mejor amiga. Eso no fue lo que me afecto, sino el hecho de que faltara a mí despedida solo para divertirse con cerveza y mujeres en traje de baño.
—¿Eli? —la voz de Olive sonaba más serena. Ya sabía que lo había visto. —Lo siento. Él es un estúpido.
El dolor era inigualable, como si todo a mi al rededor se estuviera desvaneciendo, así dejando el simple sentimiento en el pecho. Pero no era un dolor muscular que amenaza tu vida, era más un cosquilleo acompañado de la decepción.
Todo estaba en silencio, o al menos eso creo.
No quería hablar ni escuchar. Lo único que quería era encerrarme en mi habitación y asimilar todo.
Lastima que esta, ya no es mi habitación.
Me aleje de la puerta, y me senté en el inodoro. Después de segundos pude escucharla intentar entrar.
Tal vez necesitaba una explicación.
Quite el seguro. Olive entró con una expresión tan seria, que sin necesidad de palabras podía saber lo que transmitía.
—No puedo creer que te haya hecho eso —negó con la cabeza.
Ni yo.
Nolan fue mi primer amor. Estuve tan enamorada de él la mayoría de mi etapa en la secundaria que nunca tuve oportunidad de ponerme a pensar si era lo que realmente merecía. Estuve por dos largos años dejando que me llenara la cabeza de ideas estúpidas solo para no perderle.
¿Cómo es que pude ser tan tonta?
Varias lagrimas escurriendo por mis mejillas, nublaban mi vista. Olive se arrodilló frente a mí y limpió varias de ellas con sus pulgares.
—Le tengo que marcar.
—¿Qué? —soltó, confundida. —Estas loca.
El telefono estaba en el bolsillo de los pantalones cortos que portaba. Lo saqué lentamente porque temía a que Olive me lo arrebatará de las manos, sin embargo, se limitó a hacerlo.
—Solo le quiero preguntar donde esta.
Sorbe la nariz y marque los dígitos. Sonaba pero no tenía respuesta.
—No hagas preguntas de las que no quieres respuesta —murmuró Olive.
—A veces es bueno tener un empujoncito para...
Me quede en silencio cuando logre escuchar su voz distorsionada —era obvio. Sí se encontraba en la playa—. Olive abrió la boca para quejarse, pero me lleve la mano a sus labios, obligando a que guardara silencio.
—¿Hola?
Estaba ebrio.
—Hola —suspire. Corrí hacia mi cama y me tire en ella. —¿Cómo estas?
—Bien, amm...
—Ya lo sé.
—¿Ya lo sabes?
—Sí —dije en un hilo de voz.
Nos quedamos en silencio. Lo único que llegaba a llenarlo eran las olas de mar chocando entre si, sin olvidar la respiración acelerada de Olive.
—Lo siento.
—No tienes porque disculparte.
La mano de mi mejor amiga se estampó contra mi hombro —intencionalmente—. No me atreví a mirarla, con solo hacerlo sabía que me estaba matando con la mirada.
—¡Claro que tiene que disculparse ese idiota, cabeza de cazuela dura! —me pellizco.
—¡Auch! —se lo devolví.
Y así empezó la pelea, olvidándonos por completo de Nolan en la línea. No fue hasta que mamá subió a regañarnos para recuperar la compostura.
—¿Te encuentras con la loca?
Mal momento para tenerlo en alta voz.
Olive abrió la boca para protestar. Corrí a mi cajón de antojos y tome de sus dulces favoritos.
Era la única forma en la que podía calmarla.
La castaña se fue a un rincón de la habitación para comer. Yo aproveche y me tire de nuevo en la cama, sin preocupación a salir herida de nuevo.