Cuentos Con Tento

CUATRO SENTIDOS

Las gotas de lluvia comenzaron a caer suavemente sobre mis hombros, me reproché internamente el no haber salido con mi paraguas, seguramente mi madre me lo había advertido. El corto césped del cementerio se mojó de inmediato y las finas cerdas de él se metían entre mis dedos ¿Por qué estaba descalza? Tenía muchas preguntas rondando en mi cabeza. A lo lejos logro ver a mi madre, está llorando desconsoladamente junto a la urna, mientras el sacerdote dice las palabras. A su lado, mis hermanas intentan calmarla pero terminan fundiéndose en llanto las 4. Es bastante descortés de mi parte no estar a su lado, nunca me gustaron los entierros, pero ¿A quien si? Me obligo a caminar hacia ellas, abriéndome paso entre la gente, resulta un poco difícil ya que hay demasiadas personas en el camino ¡Vaya que lo querían! Me detengo un segundo e intento recordar porque estamos aquí, no sé quien ha muerto; ahora que lo pienso mejor, no se como he llegado aquí. Un sentimiento de ansiedad llena mi estomago, entonces me llevo las manos hacia el para intentar contenerlo, es allí cuando siento la fina tela de seda que llevo puesta, he salido de casa con el pijama. Nada de lo que sucede tiene sentido, corro hacia donde está mi familia en busca de una explicación, tropiezo a todo el mundo pero a nadie parece importarle, en ese momento la lluvia ya se ha desplomado por completo sobre mi cabeza y mi cabello se adhiere a mis hombros como calcomania. Cuando por fin llego a mi destino ya están por cerrar el ataúd, pero mi madre suplica por una última mirada, entonces puedo ver dentro.

Observo de abajo hacia arriba, lleva puesto un delicado vestido blanco cubriendo su cuerpo, y un ramo de rosas azules en sus manos, veo su rostro en calma y puedo apostar a que está sonriendo levemente, entonces la sensación de angustia se hace cada vez más grande. Conozco perfectamente su rostro, pero no doy crédito a lo que ven mis ojos, soy yo quien está encerrada en la caja de madera. Un grito desgarrador sale de mi garganta sin pedir permiso, estoy pidiendo auxilio una y otra vez, pero nadie parece escucharme. Cierran la urna dejando dentro a quien se supone que soy yo, y comienzan a bajarla, no puedo permitir que me sepulten, no mientras yo sé que estoy viva. Comienzan a echar la tierra dentro, y no consigo otra manera de detener esa atrocidad, así que salto al interior del hoyo para lograr que se detengan, pero a ellos no les importa y me lanzan un puñado de tierra en la cara, seguido de otro, y otro más grande, sepultandome viva.

Tomé una bocanada de aire, de pronto sentí que me asfixiaba, gracias a Dios había sido sólo una pesadilla. Me costó demasiado abrir los ojos, mis parpados se sentían tan pesados como piedras. Después de un minuto de intentarlo sin descanso, lo logré, entonces todo era oscuridad. Grité tan fuerte como pude para intentar salir de esa doble pesadilla, pero mi grito se oía muy real. Cerraba y abría los ojos intentando enfocar mi vista sin lograr ningún resultado, estaba completamente ciega. Me levanté de la cama de un impulso buscando de donde apoyarme, pero las cosas que solían estar mi cuarto no estaban.

– ¡Mamá! – grité una y otra vez hasta que oí que se acercaban unos pasos – No puedo ver nada, ayudame, no puedo ver

La voz de un hombre inundó mi habitación paralizándome del miedo en el acto

– Christine, querida, estaba haciendo el desayuno – me agarró las manos – todo está bien, has tenido otra pesadilla

– ¿Quién es usted? – dije con voz temblorosa – Aléjese de mi o voy a gritar hasta que venga la policía. Explíqueme ahora mismo por que no puedo ver – estaba perdiendo el control y me encontraba al borde de las lagrimas – ¿QUE ME HA HECHO, DESGRACIADO?

– Christine, respira – decía con calma – sólo es otra crisis, estoy aquí para ayudarte a superarla cariño, te amo – rodeó mi cuerpo con unos grandes brazos dejándome atrapada y con todas mis fuerzas le di un empujón

– ¡No me toque! – dije señalando hacia donde creía que se encontraba – No sé quien es usted, no sé quien es Christine, no sé porque estoy aquí, y no sé porque no puedo ver. Ahora necesito que llame a un doctor y a mi madre ¡YA! – exclamé rompiendo en llanto finalmente

Escuché al desconocido salir de la habitación y a los pocos minutos sostuvo una conversación por teléfono

– Buenos días Doctor, disculpe que lo moleste tan temprano. Soy David – lo escuché decir – mi hija ha despertado con otra crisis, pero no sé como manejarla, nunca ha tenido una de este tipo ¿Sería tan amable de venir cuanto antes? – hizo silencio por unos pocos segundos – Gracias Doc, aquí lo esperaremos. Un millón de gracias.

El sonido de sus pasos se acercaba nuevamente a la habitación, extendí la mano hacia la mesa de noche que estaba junto a mi cama para tomar las tijeras que había puesto la noche anterior, pero no estaban, ni las tijeras, ni la mesa. Junté mis manos con los dedos entrelazados y sentí un par de anillos en uno de mis dedos, mis uñas estaban más largas que de costumbre, era imposible que hubiesen crecido tanto en una noche.



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Editado: 01.03.2018

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