Lo enterraron al momento. No se supo de que murió, y un curioso, para averiguarlo, profanó su tumba. Pero no estaba muerto, solo había ido a dormir por la eternidad. Vivió una vida plena pero corta, y esperaba que, al despertar el mundo fuera mejor.
El profanador de tumbas se llevó un susto.
- ¿Qué es esto? -pensó- ¡Soy yo! Pero...¿Cómo?
Claro, no podía saber cómo, el era ahora un alma en pena, y aunque todos sabían como murió, era el único ignoranteen cuanto a su propia muerte.