Cuentos de La Tata

La compresión

"Cayó uno de los grandes" - dijo uno de ellos.

"Ya casi acabamos" - contestó el otro.

Esto es la guerra, y están decididos a eliminarnos. Ya han caído ciento quince de nuestros compañeros en campo de batalla, y la forma en que nos masacran es perversa y sádica.

Algunos de nosotros han muerto envenenados con gases altamente tóxicos; una mezcla de propano, butano e iso-butano que matan por asfixia, algo muy parecido a las matanzas en cámaras de gases realizadas por los nazis, sólo que a nosotros nos disparan con esta mezcla mortal de gases. Mi hermana murió de esta forma, con gas, en vez de balas, lanzado a una corta distancia.

Otros cayeron por comer, literalmente hablando. Sucedió después de haber recorrido un largo camino y llegar a un sitio en el que había algo de comida. Desde pequeños somos entrenados para pasar una semana entera e inclusive más sin alimento, y nuestras habilidades nos permiten sobrevivir de esta forma; pero quince días ya era demasiado y las fuerzas nos estaban fallando, al igual que nuestro sentido común. Por el hambre que traíamos no pensamos un sólo segundo en evitar devorar lo que había, y al instante del primer bocado, varios empezaron a convulsionar. Afortunadamente yo boté el trozo de pan que mordí. Al parecer, nuestro enemigo había estado allí, porque eran sobras y no comida, lo que habían dejado; y no contentos con humillarnos de tal manera, envenenaron todas las sobras abandonadas. Una gran parte de nuestro equipo murió al instante. Los débiles cuerpos de nuestros compañeros no pudieron luchar para salvarse.

Pero nuestro enemigo es muy hábil y malvado, y si las anteriores formas de matarnos eran crueles, entonces la compresión no tiene categoría. Supera a cualquier forma de matanza. Es la muerte más rápida y asquerosa de todas, porque tus órganos son expulsados de tu cuerpo en un par de segundos y mueres al instante. La única ventaja es que no sufres. Varios de nosotros ya habían caído así. En algunas ocasiones nos tocó pasar cerca de esos cuerpos y era preferible no verlos para no vomitar.

Ahora estamos ocultos, pero el hambre acecha. Ante esto, mi madre ha pedido que nos quedemos aquí, mientras revisa que el área esté despejada para ir en busca de algo de agua. Veo como se aleja de nuestro escondite, pero de un momento a otro, sale un objeto extraño y la aplasta.

La han comprimido.

Ella muere al instante frente a nosotros.

No podemos creer lo que ha sucedido.

Quise salir a rescatarla, pero mis compañeros me sujetaron fuerte para no permitírmelo o mi final sería el mismo.

"Cayó otro de los grandes" - dijo uno de ellos.

No podemos hacer nada más, salvo quedarnos ocultos en este sitio, esperando el momento para poder ir a buscar agua y comida. La vida de una cucaracha es una mierda.



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En el texto hay: humor negro, realismo oscuro, terror suspenso y sangre

Editado: 10.04.2024

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