Cuentos de terror de mi tio Tankhun (tankhun/venice)

7

Tomé una profunda bocanada de aire cuando mi tío terminó, como si hubiera
permanecido debajo del agua durante mucho tiempo.
—Me pregunto qué me diría el demonio, tío —dije, esperando que mi tío dijera algo reconfortante como la frase «Aquellos sin secretos o malvados deseos estarían a salvo de sus atenciones». Pero, en lugar de eso, se echó hacia delante y tomó mis manos entre las suyas. Tenía la cara pálida y había una preocupada seriedad en su expresión.
—Ruega para que nunca lo sepas, Venice —dijo, sus ojos fijos en los míos —. Ruega para que nunca lo sepas.
—Sí, tío —dije, retirando con suavidad mis manos de las suyas y poniéndome una vez más de pie. Debo confesar que en este punto empezaba a tener algunas dudas sobre el estado mental de mi tío. Parecía correr el peligro de perder la habilidad para distinguir entre lo real y lo imaginario. Caminé de nuevo hasta el grabado enmarcado y le eché otra mirada. Después de haber escuchado la historia de mi tío, los grotescos rasgos y la mirada maliciosa del demonio de madera parecían aún más siniestros que antes, si eso fuera posible. En ese mismo instante, escuché el más leve de los crujidos y, al darme la vuelta, vi que la manija de la puerta se giraba lentamente.
—Vete —dijo mi tío, con tanta tranquilidad y parsimonia que al principio pensé que tal vez se dirigía a mí. La manija de la puerta se detuvo y entonces, después de una pausa, empezó a girar de nuevo.
—¡Déjanos! —dijo mi tío con un poco más de fuerza esta vez.
La manija crujió mientras se soltaba. Asumí que nuestro visitante debió haber sido Arm que venía a ver si su señor necesitaba de algo más, pero a mis oídos les pareció que más de un par de pies se movían por el corredor y estaba seguro de haber escuchado susurros de nuevo.
—¿Alguien más vive aquí, tío? — pregunté sin mucha confianza.
—¿Vive? —dijo mi tío extrañado—. No, Venice. Un leño cayó de la parrilla en la chimenea con un chisporroteo y crujió, y la potencia del resplandor del fuego disminuyó de repente. Fue como si todas las sombras en el cuarto se lanzaran sobre mí. Por el rabillo del ojo imaginé haber visto que el demonio en el grabado se había movido. Me forcé a observar sus horribles rasgos una vez más, pero se mantuvo resueltamente inmóvil, como sabía que debía serlo. Me burlé de mi tontería.
—Vamos, Venice —dijo mi tío tranquilamente—. Hay algunas cosas a las que no se debe mirar demasiado.
—Sí, tío —dije, condescendiendo con esta presunción fantástica. Cerca, había una pequeña pintura al óleo, constreñida por la pesada moldura de un marco en caoba o alguna otra madera igual de asfixiante. Pero por lo menos la pintura ofrecía una imagen más atractiva que la del demonio de la banca.
No soy muy bueno para juzgar cuadros, y cuando muchacho evidentemente no contaba con ninguna apreciación artística, pero esta pintura parecía bastante buena, aunque el barniz se había oscurecido con el tiempo y reproducía la escena —una bonita casa con jardines— de una forma quizás más sombría que la intención original. Los jardines por la parte trasera de la casa en particular eran casi negros. Apenas si pude identificar la firma: Akkar Vikairun. —Fue pintado por un médico joven —dijo tío Tankhun desde el sillón—. Tenía verdadero talento, creo.
—Tiene una atmósfera extraña — comenté.
—Sí —dijo tío Tankhun—. Sí, la tiene. Ven y vuelves conmigo aquí a la chimenea, Venice, y te contaré por qué.



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En el texto hay: #biblebuild, #vegaspete

Editado: 01.10.2024

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