El puente

En las afueras de un pequeño pueblo, se alzaba un antiguo puente de piedra que cruzaba un río oscuro y caudaloso. Durante el día, el puente parecía ordinario, pero cuando caía la noche, su atmósfera cambiaba por completo.

Se decía que aquel puente estaba embrujado, que las almas de los que habían perecido en sus aguas turbulentas vagaban por él en busca de venganza. Los lugareños evitaban pasar por allí después del anochecer, temerosos de encontrarse con los espíritus que acechaban en la oscuridad.

Una noche, un grupo de jóvenes, desafiando las advertencias de los ancianos, decidieron poner a prueba la leyenda del puente embrujado. Armados con linternas y cámaras, se aventuraron valientemente hacia el puente, decididos a descubrir la verdad.

Al principio, todo parecía tranquilo. El sonido del río susurraba bajo el puente mientras los jóvenes caminaban por él, bromeando y riendo. Pero a medida que avanzaban, la atmósfera se volvía cada vez más opresiva, como si el aire mismo estuviera impregnado de malicia.

De repente, una densa niebla comenzó a surgir de las aguas del río, envolviendo el puente en una cortina de oscuridad. Los jóvenes, presas del pánico, intentaron retroceder, pero descubrieron horrorizados que el puente parecía haber desaparecido, dejándolos atrapados en medio de la niebla.

Entonces, desde las sombras emergieron figuras fantasmales, con ojos brillantes y risas siniestras. Eran los espíritus de los que habían perecido en el río, hambrientos de venganza contra aquellos que osaban profanar su territorio.

En un frenesí de terror, los jóvenes corrieron hacia la salida, perseguidos por los espíritus vengativos. Lograron escapar por poco, pero nunca olvidarían la noche en que se aventuraron en el puente embrujado y se encontraron cara a cara con el horror más allá de la imaginación humana.