Cuentos, Ni Tan Clásicos, Ni Tan Infantiles

LA TAPARROSCA

     Greta, una niña que, por la mala educación y flaqueza de carácter de sus papás, la convirtieron en una pequeña malcriada y berrinchuda; con idea de que podía hacer lo que deseara por el simple hecho de ser una cría. Sentía que era inmune a las reglas y que nadie podía decirle que no a nada, pues los niños no tenían por qué seguir las normas. – Greta, si ya terminaste de jugar, recoge tus muñecas del piso.- Se escuchaba más de una vez la voz de su mamá incentivándola a poner en orden lo que ella misma había desordenado. Pero la niña hacía caso omiso a las peticiones de la mujer que le dio la vida. – Greta, no comas tantas golosinas porque te dolerá el estómago después.- El padre intentaba corregirla por otro lado, pero de igual manera era ignorado, no obstante siempre terminaba haciéndose realidad lo que tanto le presagiaban, y aunque, siempre su mamá acababa haciéndole té de hierba buena para que su pancita dejara de dolerle, Greta no entendía razones, ni aprendía de sus errores.

     Un día, mientras caminaban los tres en la calle. La hija malcriada, lloró hasta el cansancio para que sus ya manipulados progenitores le compraran unas papas y un refresco en la primera tiendita que se cruzó ante ellos, en la esquina.

 

  • Quiero que me compren algo, tengo hambre.- Lloriqueaba la embustera.

 

  • Pero si acabas de comer, lo que tú quieres, es comer por comer, pero no te compraremos nada de eso porque no te hacen bien a la salud.

 

  • ¡QUE ME COMPREN ALGO!- Ahora el berrinche se convirtió en un grito.

 

     Como los papás se sentían avergonzados por los berridos que la infante pegaba, terminaron accediendo, como lo hacían siempre. La niña salió con una sonrisa de satisfacción de haberse salido con la suya, puesto que ya les había tomado la medida. Los padres malamente se sentían conformes con haber hecho lo que daban como una buena solución, pues preferían sellar la boca de su pequeña con lo que quería, y no escuchar más lamentos y alaridos que los ensordecieran.

     Una vez que la avorazada se terminó hasta la última papa de la bolsa, y aunque buscara en el fondo ampliando sus dedillos, queriendo que por arte de magia apareciera una última; como aparece el conejo en el sombrero de un mago, no había más. Extendió su mano naranja llena de queso, e hizo volar la bolsa por los aires, para que esta, planeara como un papalote en medio de un campo que sus árboles abanicaban para impulsar más su revoloteo. La bolsa vio frenado su vuelo, debido que se atoró en la punta del cintillo que rodeaba un poste para sostener los cables de las casas.

 

  • Greta, no debes tirar la basura en la calle, no es correcto.- La niña nada más levantó los hombros dándole la más mínima importancia (para variar) a las palabras que la aleccionaban.

 

     Aunque los papás la regañaron por haberlo hecho, ninguno de los dos trató de recuperar la basura de su hija, porque les daba pereza estar brincoteando para alcanzarla: “Para eso está la gente que barre las calles”, se consolaron al unísono cada uno en sus cabezas. En el fondo no eran tan diferentes a su retoño.

     El refresco que la niña aferraba en sus manitas, también tuvo como fin, terminar hasta la última gota en su estómago, que era más amplio de lo que sería en un niño promedio. La malcriada tuvo la “cortesía” de poner la tapa de la botella en la misma, dando apenas dos giros para complementarlas; no lo hizo para poner las cosas en su lugar, era más bien, porque le daba flojera cargar con las dos, cuando la carga se podía simplificar a una. De nuevo la manita que ya no era tan naranja, pues la saliva que sus dedos tenían por haber sido metidos una y otra vez en la boca de Greta, ya habían enjuagado los restos, se estiró y lanzó la botella en medio de la carretera, ya que le parecía divertido ver como los autos que transitaban con abundancia, jugaban futbol lanzándose el envase el uno al otro. Se apreciaba que el espectáculo no únicamente lo disfrutaba ella, puesto que los tres se detuvieron a ver el ir y venir de la botella. Después de no más de tres minutos; el auto de la orilla le mandó un pase largo al amarillo que estaba en el otro extremo, el cofre detuvo el impacto y colocó el artefacto en las llantas y remató como si de verdad el coche buscara anotar un gol, pero antes de que la botella saliera expulsada; el tapón no aguantó la presión y salió disparada con fuerza impulsado con el aire contenido. El proyectil que llevaba la fuerza de una bala, porque los autos iban a una velocidad exagerada, viajó y pasó ante las miradas atónitas de sus espectadores. Las tres cabezas voltearon al mismo tiempo, y vieron como la pieza de plástico encajó a la perfección en el pequeño ojo de otra niña que por mala suerte también caminaba con sus padres tomada de sus manos. – ¡AAAAAAAAH!- Nada más ese sonido pudo emitir la pobre pequeña que se llevaba las manos a su ojito que pagaría las consecuencias de las malcriadeces de Greta.

     Aunque los padres de la mal educada niña se disculparan de una y mil maneras, el daño ya estaba hecho. Por otro lado; Greta no volvió a hablar, se quedó muda al tomar conciencia de lo que había causado con sus imprudencias. Por varias noches, no durmió, debido que, cada que lo intentaba, se imaginaba a su víctima con un agujero oscuro en la cara donde se suponía tendría que estar su ojo; de él salían gusanos viscosos y negros que emitían ruidos como si se susurraran entre sí. Después de ello, se despertaba sudorosa y gritando. Diario pedía a sus padres que la llevaran a ver a la niña, para saber cómo estaba. Quería aplacar su conciencia mirando con sus propios ojos que todo estaba bien. Sus papás le explicaron que por el momento no podían llevarla porque la pequeña no podía recibir visitas, sumando a ello que no sabían si serían bien recibidos por los pobres señores, que lo más probable era que estuvieran sufriendo por el estado en el que estaba su hija. – Llévenme por favor.- Más de una vez intento hacer berrinche por la costumbre, pero de inmediato paraba, pues ya había aprendido la lección de lo que su mala educación había provocado.



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En el texto hay: cuentos, cuentos cortos, cuentos clásicos

Editado: 19.10.2023

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