Cuentos Oscuros. La Bella y la Bestia

Parte 1

Siglo XII, Europa.

Un grupo, incluido el sacerdote del pueblo, iban a buscar al supuesto culpable del asesinato de un Conde. Hacía pocos días el hombre, o lo que alguna vez fue un humano, había sido encontrado en el salón principal de su castillo, descuartizado y comido por animales, muchos dijeron que había sido la bestia del lugar, el religioso trataba de calmar los ánimos.

— ¿Por qué creen que fue ese ser? Es solo una superstición — el clérigo se veía muy nervioso.

— Yo lo vi huyendo del castillo entre los lobos, su cara era la de un demonio, tenía cola.

Ya no hablaron más sobre el tema, luego de seis días y en lo más espeso del bosque encontraron una cabaña, parecía que hasta hacía poco la habían habitado, al ir a la parte de atrás vieron una tumba, y a unos 15 metros un hoyo...

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Hacía 20 años en una aldea perdida en un bosque había ocurrido una ola de asesinatos y ataques, los muertos eran hombre, mujeres, ancianos, niños, nadie estaba a salvo. Cuando uno dejó como ofrenda comida para el ser malignos del lugar, que todos decían era un hombre lobo, no fue atacado, así que todos comenzaron a dejar parte de sus verduras y de vez en cuando carne para la bestia a varios metros de sus cabañas. 

Pero no todos podían hacer eso. Ese era el caso de los padres de una jovencita llamada Marie, que habían llegado hacía un tiempo al lugar, ellos no pudieron dejar su donación como todos los demás desde hacía tres meses, apenas tenían para ellos, y aunque sus vecinos les advertían que pronto la muerte pasaría por su hogar, el padre ya no tenían tanto temor como al principio. Una noche la mujer estaba muy angustiada, había visto un cuervo negro parado en un árbol mirándola fijamente, cuando le contó a su esposo, éste se rió.

— Eres igual que los demás campesinos de por aquí, en nuestra antigua villa no eras así, desde que llegamos el año pasado hemos perdido esa comida, lo más seguro los animales se lo comieron, fui un idiota al hacerles caso a los que viven aquí.

Habló fuerte para que sus hijos también escucharán, aunque en el fondo lo dijo más para convencerse él que para los demás. Unos días después el granjero entró a su casa para descansar un poco, allí encontró a su hija, Marie, comiendo algo de miel.

— Sabes que no puedes hacer eso — gritó molesto.

— Lo siento papá, es que tenía hambre — trató de explicarse la niña sabedora del castigo que le aplicarían.

— Ya tienes 14 años, falta muy poco para casarte, no puedes seguir actuando como una niñita.

— John ¿Qué pasa? — la madre llegó de la huerta, al escuchar los gritos.

— La descubrí comiendo la miel para atrapar las moscas.

— Marie ¿Qué me prometiste?

— Pero mamá, tenemos otras cosas para poner de trampa ¿Por qué usar algo tan rico para eso?

— Se casan más moscas con algo dulce, y así es en la vida con todo. Ya sabes lo que pasará cariño — su tono era dulce, a pesar de eso la pequeña se estremeció.

— No, por favor, traeré agua sola por un mes, pero no me dejen allí.

Sus otros hermanos, John, y Any miraron a los adultos con terror, sabían que su hermana tendría que quedarse en el pequeño espacio que había entre el techo y el cielo de la cabaña, allí pasaría frío, sed y hambre, apenas había espacio para acomodarse acostada boca abajo, de vez en cuando algún que otro insecto pasaban sobre el cuerpo de los castigados.

— Debes aprender a controlar tus impulsos, sino tendrás muchos problemas con tu futuro esposo, puede devolverte, y ya no podremos volver a casarte, sube, te quedarás allí hasta mañana — dijo molesto el hombre, la dejó en su prisión y siguió con sus labores, así como el resto de la familia. 

El hombre sabía que ese castigo era más efectivo que los golpes, deseaba que sus hijas fueran obedientes, así conseguirán buenos compañeros, luego de Marie, venía Jean, un año menor. Para su hijo, el mayor de todos, de 15, ya había conseguido un acuerdo por una buena jovencita, hija de unos amigos de él.

Esa media noche, se sintieron ruidos afuera así que el padre tomó una madera encendida de la chimenea y salió a mirar, tenía miedo, pero no quería que su familia lo descubriera, le gustaba mostrarse como un hombre fuerte y duro en todos los sentidos. Apenas sacó la cabeza un gritó inhumano salió de su boca al sentir como algo lo mordió en el cuello, cayó convulsionando, mientras muchas fauces se cerraban sobre su carne, despedazándolo. 

Varios seres peludos entraron en la cabaña. 

El siguiente en morir fue el hijo mayor, con un solo golpe de uno de los intrusos, el único bípedo del grupo, cayó al piso con el cráneo roto al recibir un golpe con un palo grueso, a esa altura la mujer quiso proteger a su hija Jean, la puso atrás de su espalda, a la tenue luz de la chimenea la madre vio lo que creyó era un hombre, pero caminaba en sus cuatro extremidades, apoyado en sus nudillos, sus ojos reflejaban una gran rabia, tenía cabello café oscuro en su cuerpo, y una cola, se paró en sus patas traseras, apartó a la adulta, tomó a la jovencita y se la tiró a los lobos que lo acompañaban, la mujer trató de proteger a su hija, pero termino descuartizada y comida como la pequeña.

Marie vio todo esto sin poder ni siquiera gritar, pensaba que solo era una pesadilla, se decía que tanto escuchó hablar de la bestia del lugar que eso la hizo tener esa pesadilla, NO PODÍA SER VERDAD que se hayan comido a su familia y ella haya visto todo a través de un agujero del techo. Luego que revolvieron todo, el grupo de animales se fue, por suerte con tanto olor a humano y sangre ninguno de los animales la olfateó. Cuando todo quedó silencioso la adolescente no salió del lugar en el techo, estaba en shock.

Luego de dos días alguien del pueblo fue a ver a la familia, volvió gritando y vomitando a la aldea.

— La Bestia atacó de nuevo — gritaba.

— ¿Dónde?



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En el texto hay: misterio, muerte, hombrelobo

Editado: 25.09.2020

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