El agotamiento físico era palpable, los calambres en su brazos y piernas no ayudaba a su labor.
Se había arrastrado por horas y al fin estaba pasando debajo de la última reja, olía la libertad, el estar atrapado en las cuatro paredes de esta cárcel casi lo enloquece, pero hoy lo lograría.
Al levantarse con hastío observo como aquel guardia sonreía malvadamente mientras comenzaba amanecer y con burla le dijo:
-Casi lo logras, pero debemos volver a comenzar- y con un chasquido de sus dedos volvió a su celda.