6 meses antes...
Las gotas de la lluvia pasada corrían por la ventana, el olor a tierra mojada se había atorado en el pequeño cuarto, afuera la noche estaba ambientada con un aire fresco, el reloj marcaba media noche. La luna tenía la forma de una sonrisa, como si ella aprobara lo que estaba por acontecer; Tome mi linterna y me asegure que la pilas aún funcionaban, mi mochila estaba tirada en un rincón y mis botas rogaban por una buena lavada, el lodo se aferraba a ellas. Afuera la gran camioneta oxidada esperaba estacionada bajo el faro de luz que brillaba con poco ánimo.
-¡Venga Cat apúrate que se nos hace tarde!- Mónica asomó la cabeza por la ventana de la camioneta. Cerrando la gran puerta a mis espaldas me apure en bajar los escalones de dos en dos hasta subir al asiento del copiloto
-Mon tranquila llegaremos elegantemente retrasadas, bueno siempre y cuando esto siga moviéndose, ¿no crees que ya es tiempo de cambiar esta basura? -Crucé sobre el tablero y besé su mejilla para regresarme a mi lugar y abrochar mi cinturón
-¡Elegantemente mi trasero!, No estoy lista para recibir otra amonestación y deja de quejarte o te irás caminando la próxima vez- Mónica sacudió un larga melena negra, mientras intentaba que su camioneta se supusiera en marcha, con una gran explosión del mofle la camioneta se lanzó violentamente hacía adelante, ella frenó de golpe y luego logro que la carcacha avanzara
-Claramente llegaría más rápido si caminara. ¿A cuánto va? 2 kilómetros por hora- Otra sacudida me empujo hacía adelante, pero estaba segura que esta fue intencional.
-Me gustaría verte caminar por la cuidad sola, pero cierto hombre me despellejaría si lo intentara
-Aun así, te verías ardiente- Ella me guiñó el ojo y continuamos por el camino
Hoy teníamos la iniciación de la nueva generación, tanto Mónica como yo pertenecíamos a un... ¿Cómo llamarlo? Circulo o tal vez una organización con el único fin de ir en contra de las leyes y el gobierno, nos gustaba ser llamados Cuervos Negros, ya sabes, con toda la ironía de ser aves de malagüero. Dimos la vuelta en la calle abandonada, para dirigirnos a un conjunto de árboles que se habían adueñado de lo que parecía ser un antiguo fraccionamiento y estacionamos la camioneta, ésta fácilmente se transformaba en parte del escenario en ruinas por lo vieja y oxidada que se encontraba y caminamos hacía lo que parecía que en algún momento era un complejo de viviendas
-Este escenario siempre me da tristeza, ¿A ti no? - Mon pateó un pedazo de metal y apuro el paso aferrándose a tu chamarra, el aire se había vuelto más gélido y pesado
- ¿El qué? - Me apuré para caminar a su paso a pesar de ser mucho más pequeña que yo se movía a gran velocidad
-No sé, imagino a familias enteras viviendo aquí, antes que todas esas bombas explotaran - quedó pensativa un momento. El concepto de familia feliz no era exactamente algo a lo que estuviera familiarizada, la redundancia era una perra
-Pues la guerra no solo destruyo familias - me miro, pero no dijo más.
Un bullicio se empezaba a escuchar incluso antes de llegar y apuramos el paso.
-Tal parece que volvemos al principio, me hace sentirme vieja, ahora ellos tendrán una vida más interesante que la mía- ella se llevó una mano a la cicatriz en su pecho y noté la nostalgia en sus ojos.
La cueva –como solíamos llamarla- era nuestro punto de encuentro, algo así como nuestro nido de ratas pero más alegre. Era un punto perfecto en medio de la nada, la leyenda contaba que se había hecho a partir de unas bombas que cayeron en el mismo sitio y ahora los frondosos árboles la ocultaban como su secreto mejor guardado, ésta se iluminaba por una fogata en su entrada pero si avanzabas más te encontrabas rodeado de luces de colores que habíamos ido recolectando por un tiempo, mesas improvisadas con madera y hierro viejo, habíamos ido incrementando su espacio hasta hacer pasillos que conducían a pequeños cuartos que aún eran útiles de las casas cercanas, no teníamos mucho pero lo menos nos asegurábamos que hubiera un colchón mullido en cada uno. Piedras apiladas hacía en papel de un escenario rodeado con una malla y más piedras. Mónica se movió hasta el escenario.
- ¿Sabes cuál es la tarea de hoy? - Ella se acercó hacía a mí, el brillo en sus ojos delataba lo emocionada que estaba
Barrí con la mirada el espacio, habían cerca de 40 jóvenes aquí, encontré a Ashton sobre el escenario en toda su gloria de jefe, su cabello en punta negro resaltaba entre todos, me miró y sonrió mis mejillas respondieron colorándose, efecto que solo él podía lograr
-Ay por favor, parecen dos adolescentes calientes- Ella acomodo su cabello tras su oreja y sus aretes brillaron con la luz neón de la cueva.
-Ya cállate Mon no me dejas escuchar- le di un golpe en la cabeza y ella me sonrió. Subimos las rocas y saltamos junto con los otros miembros. Ashton subió a una roca más alta estrellando una botella llamando la atención de todos
-¡Silencio! Todos nos reunimos para lo mismo no tienen que parlotear tanto- Los chicos rieron y Ash me hizo una seña, yo tome a Mónica del brazo y nos movimos hacia el frente
-Llegó la hora de bailar niña bonita- siseó la morena antes de tomar nuestro puesto a un lado de Ash, pude ver a los nuevos reclutas que no pasaban de los dieciséis años o tal vez menos, estaban de rodillas y sobre sus cabezas tenían un saco negro para que no pudieran ver. Recordé cuando Mónica y yo pasamos por lo mismo, aunque claro éramos un año más pequeñas que ellos.
-Comencemos - Ashton había saltado y estaba junto a mi
-Para esto vivimos-tome la hoja de navaja que me entregaba, junto con su mirada de aprobación.
Mónica fue la primera en aclararse la garganta, en acto reflejo el público se quedó en un silencio sepulcral, solté el aire que no sabía que tenía atorado en los pulmones. El aire se había vuelto más cálido aquí adentro, los chicos frente a nosotros se levantaron cuando Ash dio la orden, noté como les temblaban las rodillas a más de uno, Jair apareció por el otro extremo sosteniendo una urna y el olor a metal quemado me llegó a la nariz. Mónica fue la primera en dar un paso al frente y tomando una pinza larga abrió la urna, humo negro y apestoso a madera salió. Los chicos del publico empezaron a hacer un ruido con los pies, me latía la cabeza con cada patada