—Esta cabreadísimo—me dijo Jenna segundos después de que
Nicholas saliera dando un portazo de la cocina.
Me había impactado volver a verle, durante aquellos cuatro días
había conseguido olvidarme más o menos de lo que había
ocasionado en las carreras y sobre todo había intentado evitar
pensar en él, puesto que cada vez que lo hacía sentía un nudo
extraño y desagradable en la boca del estómago. Era consciente de
que había hecho que perdiera su tesoro más valioso, su coche
según Jenna, y también era consciente de que nos podrían haber
matado aquella noche, pero no era totalmente culpa mía.
Nicholas me había invitado a ir aquellas carreras, de no haber
sido por él yo nunca habría ido y menos con un amigo suyo, y
además el delincuente de Ronnie me había engañado, me había
hecho creer que podía competir con él, que quería que compitiera
con él y al ver que le vencía en la carrera se había aprovechando de
aquellas estúpidas normas y se había quedado con los quince mil
dólares y el coche de Nick.
Sabía que iban a tener que pasar días, meses, años, para que el
niño rico me perdonara y olvidara lo que había perdido, y la verdad,
después de meditarlo durante mi tiempo libre, había llegado a la
conclusión de que se merecía haber perdido el coche. Nicholas
Leister era un creído y un prepotente, capaz de cualquier cosa con
tal de conseguir lo que le diera la gana, y mira por donde, por una
vez le había salido el tiro por la culata.
Con aquellos pensamientos en mente y otros mucho más
dolorosos y difíciles de llevar había pasado aquellos días en esa
casa a la que intentaba acostumbrarme y a cuyos lujos aún me
costaba asimilar y disfrutar. Lo malo en realidad y la causa de mi
mal humor y tristeza constante era saber que mi ex novio me había puesto los cuernos a lo grande, y eso no era lo peor sino las miles
de llamadas y mensajes que no cesaba de mandarme a mi teléfono
con la intensión de que le perdonara y que volviéramos a estar
juntos.
Cada vez que mi teléfono sonaba mi corazón dejaba de latir para
después hacerme daño con cada latido lento y doloroso. En todas
las horas que había estado tomando el sol había comprendido que
todo lo que me ataba a mi cuidad, a mi hogar se había roto para
siempre y haber llegado a aquella conclusión me dolía más que
cualquier otra cosa. Mi mejor amiga había decidido arriesgar nuestra
amistad por un chico, mi chico, y encima él tenía la desfachatez de
querer que le perdonase.
¡Estaba mal de la cabeza!
En la vida volvería a hablar con ninguno de ellos dos, en la vida
volvería a ser tan estúpida como para caer rendida a los pies de un
chico; los hombres ya me habían dado suficientes palos y encima
ahora me tocaba convivir con un tío atractivo y gilipollas, con una
vida paralela que nadie con un poco de sentido común querría
siquiera oler de cerca.
—Que se dé una ducha fría—le contesté a mi nueva a miga
Jenna, lo único bueno que había sacado de aquella noche
desastrosa, y cuya alegría y sentido del humor me habían hecho
aquellos días más llevaderos.
Jenna me había contado que conocía a Nicholas desde que era
una cría; y por tanto lo conocía mucho mejor que cualquier persona
de por allí.
Según ella mi nuevo hermanastro era un mujeriego de pies a
cabeza, lo único que le interesaba era salir de fiesta, beber,
divertirse, tirarse a cuantas tías se le pusieran delante y ganarle a
Ronnie todas las veces que hiciesen falta para demostrarle que
quien llevaba la voz cantante en aquel mundo de la noche era él.
Nada de lo que me había confesado me había sorprendido, salvo
una cosa, y ni ella sabía demasiado al respecto. Jenna me había
confesado que cuando Nicholas tenía dieciocho años se había ido de casa de su padre y durante un año y medio había estado
viviendo en los barrios bajos, en casa de Lion y metiéndose en
millones de líos. De ahí que conociera a tantos macarras y de ahí
que se hubiera metido en todo aquel mundo en el que se
encontraba sumido hasta los pies. Lion era una de esas amistades
que desde entonces le duraban.
Aquella revelación me había dejado completamente sorprendida.
Mi madre seguro que no tenía ni idea sino me lo habría contado.
Ahora comprendía como un chico de buena familia como Nick había
terminado metido en cosas tan peligrosas como las que había
presenciado las dos noches que había coincidido con él.
Jenna soltó una risotada.
—Debes de ser la pesadilla de Nick en persona—me dijo al
mismo tiempo que sacaba un paquete de tabaco de su escote y se
encendía un cigarrillo. No pude evitar asomar la cabeza para ver si
mi madre estaba cerca.
—¿Y eso porqué?—le pregunté distraída al mismo tiempo que
me terminaba mis cereales.
—¿Tú te ha visto?—me preguntó y yo no pude evitar fruncir el
ceño—Estas muy buena, no te cortas ni un pelo en contestarle, es
más te enfrentas a él sin siquiera pararte a pensar en las
consecuencias, le desafías...—agregó haciéndome dejar el bol y la
cuchara de un golpe sobre la encimera—Te apuesto lo que quieras
que ahora mismo está pensando en hacértelo mil veces sobre esta
mesa y así desahogarse de la frustración y resentimiento que siente
hacia a ti...Es su forma más común de solucionar las cosas.
Mi cara la hizo volver a reírse.
—¡Vamos!—me dijo soltando una carcajada—No me puedes
decir que no lo habías sopesado siquiera, ¿tu le has visto? Ese tío
es el sueño de cualquier mujer y la pesadilla de cualquier hombre, si
yo no le conociera desde que tengo pañales, habría caído a sus pies
como casi todas las chicas de este condado.
En mi cabeza se comenzó a recrear aquel beso que nos
habíamos dado encima de un coche. De vez en cuando se me había venido a la mente y mi cuerpo había reaccionado poniéndose a
temblar de arriba abajo y deseando que sus manos volvieran a
acariciarme... ¡Pero eso solo significaba que ambos teníamos ojos!
—Créeme cuando te digo que nunca voy a deja que me lo haga
sobre la mesa—le dije de malas maneras— No te niego que sea
atractivo pero te aseguro que nunca, nunca, me vas a ver liada con
un tío como él; Ya he tenido suficientes caras bonitas como para
una eternidad; Los chicos así te la pegan a la mínima oportunidad,
solo tienes que mirar a mi novio Dan.
— Ex, novio Dan—me corrigió, dándole otra calada a su
cigarrillo.—Tienes razón, los chicos como él son un peligro pero no
te vendría mal disfrutar de lo que pueden ofrecer y así olvidarte del
cabrón de tu ex. ¿Quién dice que las mujeres no se pueden acostar
con tíos por el simple hecho de querer hacerlo? Estas soltera, es
verano, eres guapa, disfruta y no pienses demasiado.
No pude evitar soltar una carcajada. Madre mía, Jenna estaba
completamente loca, pero lo que decía tenía sentido; tenía sentido si
eras alguien como ella o como aquellas chicas que eran capaces d
acostarse con cualquiera. Yo no era de ese tipo de chicas para
nada.
—Que tal si dejamos el tema Leister a un lado y me dices que te
vas a quedar esta noche aquí a dormir—le dije mirándola con ojos
suplicantes. Si tenía que pasar tres días con ese energúmeno yo
sola y en esa casa tan grande moriría antes de que llegara el lunes.
Jenna sopesó mis palabras.
—Seguramente Nicholas invite a los chicos, lo que significa que
Lion estará aquí y si a eso le sumamos bebida, música y alcohol...—
sus dedos tamborilearon sobre su mejilla—Me quedo, claro—agregó
con una sonrisa divertida.
Aquello me puso de muy buen humor. Con Jenna a mí lado los
días pasaban muchísimo más rápido y eso era justamente lo que
necesitaba en aquel momento de mi vida: que los días volaran sin
siquiera darme cuenta de adonde me llevaban.