Culpa mia

Noah

Aquella mañana me desperté más temprano de lo normal. No sé 
si era por el remolino de pensamientos contradictorios que me llevé 
a la cama o porqué sabía que aquel día iba ser muy complicado, 
pero al levantarme y ver que el cielo estaba nublado supe que nada 
bueno iba a sacar de haberle pedido un favor a Nicholas y de haber 
dejado que mi ex se quedase a dormir en mi casa. Mientras me 
vestía con el bañador y un vestido de playa, al parecer mi vestuario 
preferido del verano, me dije a mi misma que solo tenía que 
aguantar hasta las siete de la tarde, entonces empezaría en mi 
nuevo trabajo y podría desaparecer y evitar sin problemas a Dan. 
Además había podido meditarlo mucho antes de dormirme, y el 
único sentimiento que quedaba hacia la persona que lo había 
supuesto todo para mí, era rabia y rencor. Estaba cabreada, no 
quería ni verle, es más me sentía como una estúpida por haberle 
dejado besarme. No se sí era porque en ese momento no lo tenía 
delante y por lo tanto los recuerdos que despertaba en mí no se 
revivían pero esa mañana no quería ni mirarle a la cara. 
Bajé a la cocina con ganas de tomarme una buena taza de café 
y vi que estaba completamente vacía. Era bastante temprano por lo 
que tampoco me sorprendió mucho y aproveché para poder 
desayunar tranquila y a solas en aquella cocina tan grande. Cuando 
terminé decidí dar una vuelta con mi coche nuevo ya que apenas lo 
había utilizado y también aprovechar para visitar mi nuevo lugar de 
trabajo. Quería asegurarme que sabría llegar sin problemas por lo 
que las primeras horas de la mañana me dediqué a pulular por las 
calles de Los Angeles. La gente tenía razón en cuanto a que el 
traficó en aquella ciudad era exasperante. Tardé más de la cuenta 
en llegar al Bar pero por lo menos no me perdí. Después de dar 
varias vueltas por la zona me propuse pasar por la playa. Las calles ya habían empezado a llenarse a medida que entraba el medio día y 
yo me encontré buscando cualquier excusa con tal de no ir a casa. 
Aparqué el coche junto a la playa de Santa Mónica y me maravillé 
con las vistas y el puerto. 
Sabía que aquel sitio era muy conocido y comprendí porqué. El 
puerto era inmenso, con restaurantes, tiendas y un parque de 
atracciones perfecto para pasar un día como aquel con niños o con 
amigos. Vi que había varios chicos haciendo surf en la playa y 
después de un rato me senté en la arena a tomar el sol. Las playas 
eran tan grandes que tardabas lo tuyo hasta llegar al mar. Había un 
carril bici que atravesaba la playa y la gente iba paseando a los 
perros o corriendo mientras escuchaban música desde sus 
respectivos ipods. Era todo tan diferente a donde yo vivía. Era como 
estar metida de lleno en una película o en una serie de televisión de 
la TNT. 
Después de un rato y justo cuando me levantaba para 
marcharme, sabiendo que no podía atrasarlo más, una cara 
conocida se me acercó con una sonrisa en el rostro. 
—¿Qué haces por aquí, hermanita de Nick?—me dijo el chico 
que me había llevado a las carreras aquella noche: Mario. 
—Hola, Mario—le dije colocándome la mano de forma de visera 
ya que el sol nos daba de lleno. 
Mario era un chico guapo, latino y muy sexy. Desde el primer 
momento que le conocí me cayó bastante bien y me dio buenas 
vibraciones. 
—¿Cansada de la familia Leister?—me dijo con una sonrisa 
divertida. 
Tenía los dientes muy blancos y una sonrisa de esas que se 
contagian nada más verla. Iba con ropa de deporte y estaba sudado; 
obviamente había estado corriendo. 
—Ni te lo imaginas—le dije recordando todo el drama de Dan y 
Nicholas. 
—Sabes, yo soy muy bueno despotricando contra tu hermano, 
podríamos quedar y hacerlo juntos ¿Qué te parece?—me dijo y no pude evitar reírme con él. Sabía que le gustaba, y además se había 
portado muy bien conmigo aquella noche y era divertido... 
—Si quieres puedes pasarte por el bar que hay junto al paseo 
marítimo, el 48, hoy empiezo a trabajar allí y no me vendría mal 
tener a una cara conocida a la que poder recurrir si no tengo ni idea 
de lo que me piden. 
Mario se rió. 
—Estaré ahí para hacerte el día más fácil, ¿Qué te parece? 
—Perfecto, te veo esta noche—le contesté. 
Ya era bastante tarde, tenía que marcharme y enfrentarme a 
quienes me esperaban en casa. 
Antes de seguir corriendo, Mario se acercó y me tocó la mejilla 
en una caricia fugaz. Me quedé sorprendida pero tampoco le di 
mucha importancia. Sería bueno tener otro amigo en aquella ciudad. 
Regresé al coche poco después y volví a casa. A medida que me 
iba acercando me fui poniendo más y más nerviosa. Lo 
sorprendente era que no lo estaba por ver a Dan si no por volver a 
encontrarme con Nicholas. Cada vez nos acercábamos más y más 
el uno al otro y cada encuentro era tan intenso que incluso dolía. 
Apenas hablábamos, es más ni siquiera podíamos decir que nos 
conociéramos pero la atracción sexual que había cuando estábamos 
en la misma habitación era tan intensa que me costaba lo mío 
ignorarla y portarme con normalidad. Sabía lo que le había pedido al 
decirle que se hiciera pasar por mi novio y por ese motivo no dejaba 
de morderme las uñas y de tamborilear con los dedos contra el 
volante, nerviosa por regresar a casa. 
Cuando aparqué el coche vi que la 4x4 de Nick no estaba 
aparcada. 
Me relaje un poco y mis sentimientos dieron paso al disgusto de 
tener que volver a ver a Dan. 
Cuando entré en casa me fui directamente a las escaleras, pero 
mientras la subía Dan me llamó desde el piso de abajo. Me quedé 
quieta un momento y luego me giré para enfrentarme otra vez a él. 
Aquella sensación dolorosa en el pecho al verle volvió a aparecer pero estaba vez iba acompañada de un resentimiento y un cabreo 
que sabía no podía dejar estallar en medio de las escaleras. 
—¿Dónde estabas?, te he estado esperando—dijo 
alcanzándome en las escaleras. 
Llevaba el pelo despeinado y sus ojos marrones me miraron con 
un intenso escrutinio. 
—Salí a dar una vuelta, necesitaba aclararme las ideas—le dije 
dándole la espalda y subiendo la escaleras hasta llegar a mi 
habitación. 
No me hacía falta girarme para saber que me seguía, por lo que 
no me extrañó verle allí cuando entré en mi habitación y me giré 
para enfrentarme a él. 
—Quiero que te marches—le dije sin darme tiempo a pensar 
mucho en lo que estaba diciendo. 
Su rostro se descompuso y dio un paso hacia a mí. Yo retrocedí 
inmediatamente. Necesitaba que se quedase una distancia segura. 
Si volvía a tocarme perdería los papeles; la chica de ayer que 
dejaba que la besara después de que le hubiese puesto los cuernos 
había desparecido, había sido débil y nunca me lo perdonaría, pero 
eso se había acabado. 
—Noah te he dicho mil veces que lo siento—dijo mirándome 
disgustado y sorprendido. 
—¿Y qué es lo que sientes exactamente?—dije elevando el tono 
de voz sin siquiera darme cuenta—¿el haberte liado con mi mejor 
amiga, o el haberme engañado tres días después de que me 
marchara? 
Di un paso hacia él. Cada segundo que pasaba y le tenía delante 
me cabreaba más. 
—¿O el haberme engañado muchas más veces?—le dije 
dándole en el pecho con mi mano. Deseaba sacarlo a patadas de mi 
habitación, empujarle, hacerle daño como él había hecho conmigo. 
— ¿O haber sido tan idiota como para que alguien te estuviese 
haciendo fotos y tú ni siquiera te dieses cuenta?—le grité 
empujándole.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.