Culpa nuestra

Capítulo 34

NOAH 
No sé en qué momento me quedé dormida, pero cuando abrí los ojos vi que 
Jenna estaba sentada en un sillón al lado de mi cama observándome con la cara 
pálida y llena de preocupación. Al ver que abría los ojos se puso de pie y se 
acercó a mí, que estaba tumbada, arropada y con una vía en la mano izquierda. 
—Noah, ¿cómo te encuentras? —dijo con el miedo en la voz. 
Al verla allí y recordarlo todo me sentí como si ambas estuviéramos en una 
dimensión distinta, como si de repente mi vida no fuese mi vida y lo que acababa 
de descubrir me hubiese cerrado todas las puertas que habían estado abiertas, 
como si ahora solo hubiese abierta una y me obligasen a pasar por ella. 
—Creo que bien —contesté. 
Un bebé… para empezar, lo de tener un bebé siempre había sido algo 
hipotético. Siempre que me había imaginado con un bebé me había visto 
adoptando uno en un futuro, tal vez. Me habían dicho que las lesiones que sufrí 
de niña podían llegar a darme problemas. Me dijeron que cuando llegase el 
momento de querer concebir iba a tener que ir a una clínica de fertilidad y que 
ellos me dirían cómo proceder. En ningún momento creí posible que pudiese 
quedarme embarazada de forma natural… por Dios, ¡si hasta había tomado 
anticonceptivos! Nada, absolutamente nada, había apuntado a que esto pudiese 
llegar a pasar. 
Me incorporé en la cama y me destapé. Con excesiva precaución me levanté 
el camisón del hospital y clavé la vista en mi vientre. 
—Así que es verdad… no puedo creerlo. —Y no lo dije yo, lo dijo Jenna. 
Desvié mi mirada hacia ella y vi que palidecía a mi lado. 
—¿Qué voy a hacer? —pregunté colocando las manos en mi estómago y 
tanteando a ver si sentía algo que me indicara que tenía en mi seno un feto de 
cuatro meses. 
Jenna negó con la cabeza y se sentó a mi lado en la cama. 
—Noah, ¿quién es el padre? 
Me fijé en ella otra vez. Creí que era algo obvio, aunque pensándolo bien, 
nadie sabía lo que había pasado el día de Acción de Gracias; bueno, nadie 
excepto Nick y yo. 
—Nicholas —contesté en susurros. Solo decir su nombre me causó un sentimiento doloroso en el pecho. 
Jenna abrió los ojos con sorpresa y después una sonrisa enorme apareció en 
su rostro. 
—¿Nicholas? ¿Nuestro Nicholas? Pero ¿cuándo?, ¿cómo? 
¿Por qué demonios estaba tan contenta? 
—Pasó en Acción de Gracias, después de que Nick se enterara de la 
enfermedad de su madre, estaba triste y dijo cosas que… 
—Oh, Dios mío, Noah, pero ¡eso es fabuloso! Espera, ¿has dicho Acción de 
Gracias? 
Sus ojos regresaron a mi vientre, después a mí. Segundos después pareció 
abstraerse para hacer cuentas, supongo. 
—Cuatro meses, Jenna —dije sin un atisbo de felicidad en la voz—. ¿No te 
lo han dicho los médicos? 
—¿Estás de broma? Ni siquiera sabía que mis sospechas eran ciertas hasta 
hace menos de cinco segundos, cuando te has levantado la camiseta y te has 
quedado mirándote la barriga como si vieses a un extraterrestre. 
—¿Acabas de enterarte? 
Jenna asintió. 
—No soy familiar tuyo, no han querido decirme nada; es más, me he peleado 
con las enfermeras para que me dejaran entrar en tu habitación. 
Suspiré profundamente sintiéndome más perdida que en toda mi vida. 
Jenna me cogió la mano y la colocó sobre mi vientre apenas abultado. Nadie 
que no lo supiera podía decir que estaba embarazada. 
—Noah, estaba asustada porque pensé que el bebé era de cualquier tipejo 
que te hubieses encontrado en una discoteca, pero ¡es de Nick! ¡Tu Nick! Eso es 
maravilloso. 
Me solté de su mano y la fulminé con los ojos. 
—¿Qué es maravilloso, Jenna? —repliqué y noté cómo me alteraba porque 
las máquinas a las que estaba enchufada comenzaron a pitar con insistencia—. 
¿Que esté embarazada a los diecinueve años de un hombre que ya no me quiere 
y que está con otra? ¡¿Qué tiene eso de maravilloso?! 
—Noah, tranquila, solo decía… 
—¡No! —le grité—. No digas nada, no te alegres, porque esto no es una 
buena noticia, es una mierda de noticia, yo no quiero un bebé, yo no quiero criar 
a un bebé sola y mucho menos el bebé de Nicholas. —Sentí que las lágrimas 
empezaban a rodar por mis mejillas y me las enjugué impaciente—. ¡Ni siquiera 
sabía que estaba embarazada! ¿Qué madre no sabe que tiene un bebé en su 
interior? ¿Qué tipo de madre voy a ser yo cuando no tengo nada que ofrecer? 
Jenna parecía tan perdida como yo y sin saber qué decir; parecía tener miedo de abrir la boca. 
—Noah, en cuanto Nick sepa… 
—¡Ni se te ocurra! —la corté llena de pánico—. Ni se te ocurra decirle nada, 
Jenna, ¡a nadie! 
Me miró con los ojos como platos, sorprendida y totalmente en desacuerdo. 
—Noah, tienes que decírselo —afirmó ignorando mis palabras de antes. 
Joder, quería levantarme de allí y marcharme, quería estar sola y pensar, pero 
cada vez que planeaba algún tipo de fuga en mi mente, la imagen de la ecografía 
regresaba a mi cabeza. 
Antes de que pudiera volver a negarme, la puerta se abrió y el médico entró 
en la habitación. 
—Traigo mejores noticias, señorita Morgan —anunció con una carpeta en la 
mano. Se quedó mirando lo que fuera que tenía delante, se quitó las gafas y 
volvió a centrarse en mí—. No tiene ningún tipo de enfermedad provocada por el 
embarazo, los latidos del bebé son fuertes y normales —prosiguió mientras yo 
empezaba a notar una sensación cálida en el estómago—. Ya ha entrado en el 
segundo trimestre, y aunque es ahora cuando los médicos recomiendan contarlo 
a la familia, usted tiene un embarazo de riesgo, aunque eso no significa que las 
cosas vayan a ir mal. Dentro de dos o tres semanas podrá saber el sexo y si nota 
algún movimiento en el vientre es porque el bebé ya puede hacerlo. 
Jenna miraba al facultativo como si le estuviese contando que llevaba a Hello 
Kitty dentro de la barriga, pero yo también noté esa sensación de vértigo… era 
algo que simplemente me dejaba sin palabras. 
Al ver que no abríamos la boca se movió hacia una mesa y siguió hablado 
como si nada, como si ambas no estuviésemos flipando en colores delante de él. 
—La hemorragia con la que ingresó a medianoche ha remitido, eso es bueno, 
pero es conveniente tomar medidas del cuello del útero en las próximas semanas. 
Le voy a mandar progesterona, pues en las pruebas ha salido que la tiene 
muy baja. Es muy importante que siga con todas las indicaciones marcadas en la 
hoja que le van a dar. 
Asentí, un poco aturdida por tanta información. 
—Reposo absoluto, señorita Morgan, «absoluto» significa que solo quiero 
que se levante para ir al baño, ¿lo ha entendido? 
Asentí, pensando en cómo demonios iba a explicar en la facultad que no 
podía levantarme de la cama sin revelar que estaba gestando a un ser vivo en mi 
útero. 
—Nos veremos dentro de dos semanas. En el caso de que vuelva a sangrar, 
debe regresar de inmediato al hospital; si el sangrado es marrón, eso es bueno: 
significa que el hematoma está remitiendo, ¿de acuerdo?




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