Culpa nuestra

Capítulo 54

NICK 
Noah estaba enorme. A veces me preocupaba que la barriga la 
descompensase y terminase cayendo hacia delante. La pobre era de complexión 
pequeña, siempre fue una chica delgada y parecía que lo único que se le 
engordaba era esa barriga. 
Aún quedaba un mes para que saliese de cuentas y temía que el bebé siguiese 
creciendo. También su estado de ánimo se había convertido en una montaña 
rusa. En un momento, estaba feliz y contenta y, al siguiente, se ponía a llorar 
como una magdalena por cosas insignificantes. 
Ese día era su cumpleaños y nos habíamos reunido en casa de nuestros 
padres. 
Jenna había invitado a todo el mundo. Noah estaba en el jardín sentada en un 
sillón que habían sacado para ella y abría regalos con una sonrisa de felicidad en 
la cara. 
Mi hermana no dejaba de gritar emocionada al ver tantos regalos juntos, y se 
había convertido en la ayudante especial de Noah; de hecho, no se había 
separado de ella desde que habíamos llegado. 
Jenna había organizado una fiesta preciosa, con globos azules por todas 
partes, una gran tarta con un bebé en el centro y muchos juegos y regalos. 
Muchos de mis amigos también habían venido y agradecí poder escaquearme 
un rato para jugar a la Xbox con ellos. Tantas mujeres juntas hablando de bebés 
había terminado por agobiarme. 
Un par de horas después fui hasta la cocina para preguntarle a Prett si la tarta 
de chocolate de Noah ya estaba lista. Agradecía que Jenna hubiese centrado toda 
la celebración en el bebé, pero Noah se merecía una tarta que tuviese un 20 bien 
grande en el centro. Cuando salí al jardín sosteniéndola, todos se sorprendieron y 
empezaron a cantar «Cumpleaños feliz». Noah me miró emocionada y sopló las 
velas como tenía que ser. 
Un rato más tarde y aprovechando que la gente estaba distraída la cogí de la 
mano y me la llevé hasta la casa de la piscina. 
Me sonrió divertida recordando viejos tiempos. 
—¿Me has traído aquí para hacerme algo sucio, Nick? 
Me reí.

—No sería tu cumpleaños si yo no intentase hacerte algo sucio, pecas — 
expliqué besándola en la boca y disfrutando de sus carnosos labios, de la calidez 
de sentirla contra mis brazos. Me aparté después de un rato largo y saqué una 
cajita de mi bolsillo. 
—Tu regalo —le anuncié tendiéndosela. 
Noah me miró emocionada y, al abrirla, sus ojos se agrandaron, 
sorprendidos, para después humedecerse casi al borde de las lágrimas. 
—Aún lo tienes… pensé… pensé que lo habías tirado, pensé… 
La callé con un beso y enjugué sus lágrimas con mis dedos. 
—Nunca podría haber tirado ese colgante, Noah. Te di mi corazón hace dos 
años y ahora vuelvo a entregártelo… 
Noah acarició el corazón de plata que le regalé cuando cumplió los 
dieciocho. 
—Lo mandé a una joyería para que le incrustaran un pequeño diamante 
azul… 
ya sabes, Andrew también va a formar parte de esto, ¿no te parece? 
Noah sonrió de oreja a oreja, feliz y todavía emocionada. 
—Es el mejor regalo que podrías haberme hecho. He echado de menos este 
colgante, he echado de menos todo lo que significaba para mí y para ti. 
—Lo sé… Nunca debió dejar tu cuello, Noah, estuvo mal quitártelo. 
Ella negó con la cabeza. 
—Hiciste lo que sentiste en ese momento, Nick… Te hice daño, no merecía 
llevarlo. 
Cogí el colgante y lo saqué de la cajita. 
—Ahora no habrá nada ni nadie que lo vuelva a mover de su lugar — 
sentencié mientras se lo abrochaba con todo mi cariño. 
Le besé el hombro desnudo. 
—Si estás cansada y quieres volver a casa, solo tienes que decírmelo y nos 
iremos enseguida. 
Noah negó con la cabeza, se la veía feliz. 
—Quiero disfrutar de este día. Está siendo perfecto en todos los sentidos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.