NOAH
Me graduaba. No sé si ya habéis pasado por algo así, pero es una
sensación maravillosa; ya sé que todavía me quedaba lo más difícil, aún
tenía que ir a la universidad y en realidad visto con perspectiva, todavía
quedaba lo peor, pero graduarse en el instituto es algo que no se le
puede comparar con nada. Es un paso hacia la madurez, un paso hacia
la independencia, y es una sensación tan gratificante que me temblaba
todo el cuerpo cuando esperaba en fila junto a mis compañeros a que
dijesen nuestros nombres.
Íbamos por orden alfabético, así que Jenna estaba varios puestos por
detrás de mí. La ceremonia la habían organizado a la perfección, en los
jardines del colegio, con grandes paneles que rezaban: promoción de
2015 con una elegancia exquisita. Aún recordaba cómo eran las
ceremonias en mi antiguo instituto, y si no me equivocaba se hacían en
el gimnasio, con algún globo decorativo y poco más. Aquí habían
decorado hasta los árboles que rodeaban los jardines.
Las sillas en donde estaban los familiares y amigos, estaban forradas
por telas carísimas, de color verde y blanco siguiendo los colores del
colegio. Nuestras togas, del mismo color verde eran diseñadas por una
modista de renombre, y el 2015 que colgaba de mi birrete estaba hecho
con diamantes de Swarovski, era una locura, un despilfarro de dinero
increíble, pero había aprendido a no escandalizarme con el tiempo, vivía
rodeada de multimillonarios y para ellos esto era algo normal.
- ¡Noah Morgan!-gritaron entonces por el micrófono. Me sobresalté, y
nerviosa subí las escaleras para recoger mi título. Miré con una
radiante sonrisa hacia las filas de familiares y vi como Nick y mi madre
aplaudían, de pié, tan ilusionados como yo.
Me reí al ver a mi madre pegando saltitos como una loca, le estreché la
mano a la directora y me reuní con los demás graduados.
La chica que me había superado en la media por dos décimas, subió a la
tarima después de que nos hubiesen dado el diploma e hizo el discurso
de graduación. Fue emocionante, divertido y muy bonito, nadie lo habría
hecho mejor. Jenna a mi lado se le escaparon algunas lágrimas y yo me
reí intentando contener las ganas de seguir su ejemplo.
A pesar de que solo había estado allí un año, había sido uno de los
mejores años de mi vida. Después de dejar mis prejuicios a un lado,
había conseguido en ese colegio no solo una magnífica preparación
preuniversitaria sino que unas amigas estupendas.
Kat estaba a mi lado, sonándose la nariz con estruendo y cuando
terminó el discurso llegó la frase que todos estábamos esperando.
- ¡Felicidades promoción de 2015, somos libres!-gritaron con emoción
por el micrófono.
Todos nos levantamos y tiramos el birrete sobre nuestras cabezas. Jenna
me estrechó en un abrazo que casi me dejó sin respiración y Kat se nos
unió derramando lágrimas sobre nuestras togas.
- ¡Y ahora fiesta!-gritó Jenna aplaudiendo y saltando como una loca.
Solté una carcajada y pronto nos vimos rodeadas de miles de familiares
que se acercaban para saludar a sus hijos. Las tres nos despedimos
momentáneamente y nos fuimos en busca de nuestros respectivos
padres.
Unos brazos me rodearon por detrás, con fuerza, y me levantaron del
suelo.
- ¡Felicidades empollona!-me dijo Nick al oído depositándome en el suelo
y dándome un sonoro beso en la mejilla. Me giré y le eché los brazos al
cuello.
- ¡Gracias! ¡No me lo creo todavía!-dije con mi cara enterrada en su
cuello y sus brazos abrazándome con fuerza.
Me depositó en el suelo, y antes de que pudiera darle un beso mi madre
apareció, y metiéndose entre los dos, me estrechó entre sus brazos.
- ¡Te has graduado, Noah!-gritó como una colegiala, saltando y
obligándome a mí a hacer lo mismo. Me reí, al mismo tiempo que veía
como Nick sacudía la cabeza con indulgencia y se reía de mi madre y de
mí. William se detuvo a nuestro lado, y después de que mi madre me
soltara me dio un cariñoso abrazo.
-Tenemos una sorpresa para ti-me dijo un momento después.
Miré a los tres con suspicacia.
- ¿Qué habéis hecho?-dije con una sonrisa.
Nick me cogió de la mano y tiró de mí.
-Vamos-dijo y seguí a los tres por los jardines. Había tanta gente a
nuestro alrededor que tardamos lo nuestro hasta llegar al
aparcamiento.
Mirara donde mirase había coches con lazos gigantes, algunos de
llamativos colores brillantes, otros con globos atados a los espejos.
Madre mía, ¿Qué padre podía estar tan loco como para comprar
semejantes cochazos a críos de 18
años?
Entonces Nick me cubrió los ojos con una de sus grandes manos y
empezó a guiarme por el aparcamiento.
- ¿Pero qué haces?-le pregunté riéndome cuando me tropecé con mis
propios pies. Empecé a sentir un cosquilleo de inquietante emoción.
¿No habrán...?
-Por aquí, Nick-le dijo mi madre, más emocionada de lo que la había
oído en mi vida. Nick me obligó a girar el cuerpo y se detuvo.
Un segundo después, su mano se apartó de mis ojos y me quedé con la
boca abierta, literalmente.
-Dime que ese descapotable rojo no es para mí-susurré con incredulidad.
- ¡Felicidades!-gritaron William y mi madre con sonrisas radiantes.
Nick me puso unas llaves delante de las narices.
-Se acabaron las escusas para no poder venir a visitarme-dijo contento
para después inclinarse y darme un pico que me obligó a cerrar la boca.
- ¡Estáis locos!-grité histérica cuando volví a la tierra.
Joder, me habían comprado un puto Audi.
- ¡Dios mío, Dios mío!-empecé a gritar como una loca.
- ¿Te gusta?-me preguntó William.
- ¿Estas de broma?-le contesté saltando de arriba abajo, Dios estaba tan
eufórica que no sabía ni qué hacer.
Fui corriendo a mi madre y William y los estreché en un abrazo que casi
los deja sin respiración.
-No me lo creo, en serio-dije subiéndome al coche. Era precioso, rojo y
reluciente, mirara donde mirase parecía relucir.
A mi lado se escuchaban varios gritos de jubilo, no era la única a la que
le habían regalado un coche por graduarse, había más lazos gigantes
ene se aparcamiento que en ninguna tienda de manualidades y eso
seguro.