Culpa tuya

Capítulo 38

NICK 
No me dio tiempo a pasar por el piso para dejar las maletas de Noah, 
así que las dejé en el coche y entré casi a la carrera en la oficina. 
Nada más llegar me fui directo a la sala de café. Apenas había tenido 
tiempo de desayunar y estaba muerto de hambre. Al ver las tazas de 
poliestireno recordé a Noah sentada en la entrada aquella mañana con 
su pajita y sus mejillas rojas por el frío y una sonrisa de completo idiota 
se me formó en la cara. 
-¿A quién te has tirado para tener esa cara, cabroncete?-me preguntó el 
capullo de Niel, mientras se zampaba uno de los donuts que la 
secretaria siempre traía para felicidad de todos. 
-Cierra la boca-le contesté llevándome a los labios un donut relleno de 
algo que estaba para morirse. 
Justo cuando terminaba y me pasaba la servilleta por la boca, Sophia 
hizo acto de presencia. 
La observé sabiendo que ayer la había dejado bastante tirada, aunque 
tampoco es que hubiese sido mi responsabilidad, además estaba con su 
padre. La saludé con la cabeza y pasé junto a ella con la intención de 
salir. 
Se interpuso en mi camino y me miró de forma desafiante. 
-¿Sabes que es lo más divertido de que te inviten a cenar a una cena que 
no te apetece absolutamente nada y que encima te dejen sola con tu 
padre, tu jefe y su mujer? 
Tuve que morderme la mejilla para no reírme. La verdad es que visto 
así, era gracioso y todo y una parte de mí disfrutó viéndola tan 
cabreada. 
-Soy todo oídos, Aiken-dije apoyándome contra la mesa y cruzándome 
de brazos. A mi espalda estaba seguro que Niel escuchaba atentamente, 
divirtiéndose y sacando cotilleos para después compartirlo con su 
esposa, aquella mujer que le hacía la vida imposible pero sin la cual no 
subsistiría más de dos telediarios.

-Que entre los tres no hayan parado de soltar gilipolleces sobre lo buen 
abogado que eres, el futuro brillante que tienes por delante, el hijo 
responsable y maduro en el que te has convertido... 
La sonrisa que ya se había formado en mi cara desapareció casi de 
inmediato y me incorporé quedando casi a medio palmo de ella. 
- ¿Qué mierda estás diciendo? 
Sophia levantó las cejas y me rodeo para acercarse a la máquina de 
café. Me giré esperando una respuesta. 
-Al parecer mi padre cree que sería una magnífica idea que tú y yo 
trabajásemos juntos en un futuro... y ya sabes a lo que me refiero 
cuando digo trabajar. 
Abrí los ojos sintiendo un calor intenso en mi interior. 
- ¿Qué gilipollez te han metido en la cabeza? ¿Mi padre dijo que yo era 
un hijo responsable y maduro? No sé qué coño almorzaste ayer antes de 
la cena pero estoy seguro que oíste mal. Mi padre no me soporta. 
Sophia se giró otra vez para encararme mientras sus labios pintados de 
rojo bebían un sorbo de café con deliberada lentitud. 
-A mi padre le encanta buscarme novios, al parecer es su pasatiempo 
preferido, y el hijo de William Leister se la ha metido entre ceja y ceja, 
aunque no solo fue él, sino también tu madrastra, creo que te adora, 
aunque es obvio que no le hacía ni puñetera gracia que te acuestes con 
su hija... y menos que te vayas a vivir con ella. 
Apreté los puños con fuerza. No podía creer lo que estaba oyendo. Esa 
mujer iba a acabar conmigo. ¿Cómo coño se atrevía a insinuar que yo 
siquiera podía llegar a interesarme por Sophia y mucho menos teniendo 
a su hija para poderla comparar? ¿Qué clase de madre intentaba que el 
novio del que su hija estaba enamorada se liara con otra? 
Apreté el vaso entre mis dedos, convirtiéndolo en algo inservible e 
intentando controlar la rabia que amenazaba con volverme loco. No 
solo había jugado con nosotros sino que nos había faltado al respeto. 
Todos en esa mesa sabían que ambos estábamos saliendo ¿Qué coño les 
pasaba? 
Sophia se me acercó con el rostro un poco más relajado. 
-Se nota que la quieres, Nick-dijo apoyando una mano sobre mi 
antebrazo-Pero te digo por experiencia que tener una relación que 
tantas personas están dispuestas a destrozar... 
no suele acabar bien.

Dicho esto se marchó sin decir nada más. 
Me llevé las manos a la cara intentando tranquilizarme e intentando 
ignorar, otra vez, todas las cosas que amenazaban con acabar con Noah 
y conmigo. Desde anoche, desde que había comprendido lo tocada que 
estaba Noah debido a lo de su padre, un miedo difícil de ignorar se 
había apoderado de mí ser. Una cosa era pelear con garras y dientes 
contras las terceras personas que se empecinaban en hacer que alguno 
de los dos rompiera con la relación, pero otra muy distinta era luchar 
contra Noah y su pasado. y ahora que comprendía que nadie excepto 
nosotros iba hacer que lo nuestro siguiese adelante, no pude evitar 
temer que no fuese lo suficiente el empeño que estábamos poniendo. 
Yo podía aguantar con todo, podía seguir tirando de esto hasta el final, 
nunca dejaría de hacerlo, amaba a esa chica con tanta desesperación 
que solo el pensar en estar sin ella me volvía loco, pero ¿y si Noah se 
dejaba embaucar por terceras personas? 
Y no solo personas ¿y si al final ese muro que temblaba de vez en 
cuando pero no decidía a terminar de romperse, se erigía aún más alto 
imposibilitándome llegar a ella de la forma que sabía que era necesaria? 
Solo tenía una cosa clara: Nadie que no fuese Noah iba apartarme de su 
lado, nadie. 
Casi cuando estaba a punto de marcharme a casa. Mi jefe apareció por 
la puerta. Sophia estaba guardando sus cosas en su bolso y yo 
apagando el portátil. 
-Tengo una buena noticia para los dos-dijo mirándonos a ambos 
furtivamente. 
-Me muero de intriga-dije con sarcasmo. Era muy sabido que el cabrón 
de Jenkins y yo nos odiábamos a muerte. 
Básicamente porque ocupaba mi puesto hasta que yo tuviese la 
experiencia suficiente para ocupar su lugar y porque él muy bien sabía 
que ese puesto del que tanto presumía era algo más que provisional. 
Sophia se detuvo y lo miró con un brillo peculiar en la mirada. A Sophia 
le encantaba nuestro jefe, y al contrario que yo, sé desvivía por hacer su 
trabajo a la perfección y así poder ascender y tener un puesto más 
importante. 
-Ha habido dos bajas en el caso Rogers de mañana y nos han pedido que 
enviemos a alguien de aquí. Si no recuerdo mal, tú, Nicholas, querías 
ese caso pero lo dejaste porque debías quedarte en San Francisco; pues 
bien, el trabajo duro ya está hecho, solo tendríais que presentaros ante 
el juzgado y colaborar en la defensa. Estoy seguro que podéis aprender 
mucho en un caso como este.



#3127 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, culpamia

Editado: 03.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.