Culpa tuya

Capítulo 41

NOAH 
Mi primer día en la facultad fue mejor de lo que me esperaba. El 
ambiente universitario era algo que se te metía bajo las venas y no 
podías ignorarlo. Mirara donde mirase había gente joven, riéndose, 
sacando muebles de los coches para subirlos a sus residencias, padres 
despidiéndose y panfletos sobre fiestas, fiestas y más fiestas. 
Mi horario era bastante razonable, con asignaturas que por fin me 
interesaban y no todas esas absurdeces que teníamos que aprender en el 
colegio, como por ejemplo las leyes de Newton o la historia de la 
independencia. Yo quería libros, literatura, quería escribir, quería leer. 
Por fin me veía rodeada de gente que amaba lo mismo que yo, y los 
profesores, algunos más intimidatorios que otros, consiguieron que se 
nos creara ese gusanillo de nervios en el estómago. 
Tengo que admitir que por algunos minutos disfruté estando sola. No 
quería hablar con nadie, nadie que conociera al menos, ni con mi 
madre, ni con Jenna ni tampoco con Nicholas aunque a este último era 
por motivos diferentes. 
Mis compañeras de cuarto habían resultado ser de lo más simpáticas, 
me había reído más en las últimas 48 horas que lo que me había reído 
en los dos últimos meses; a veces dejar todo atrás y empezar de cero te 
hace ver que no solo hay una puerta abierta sino también muchas otras 
ventanas. 
A Jenna apenas la había visto desde que me había dejado en mi 
residencia y es que ella impartía clases completamente distintas a las 
mías. Aquí donde la veis, Jenna Tavish quería estudiar medicina, algo 
que no le pegaba absolutamente nada pero que llevaba dentro desde que 
era muy pequeña. Solo nos habíamos hablado por mensajes y me había 
contado que estaba ocupada buscando alguna compañera de habitación 
que quisiera pagar la barbaridad que pagaba al mes; claro que 
ricachones hay en todas partes y más aquí, por lo que no iba resultarle 
muy complicado. 
Después de haber salido de clase, de haber conocido a los profesores y 
de que me invitasen a ir a cenar con algunos chicos de la residencia 
decidí pasarme por el apartamento de Nick, sobre todo para 
asegurarme de que N tenía comida suficiente y también para llevarme 
las cosas que no había podido cargar en el coche de Jenna. Había 
intentado posponer esa tarea más que nada porque me daba tristeza ir 
ahí para sacar mis cosas, pero quería hacerlo antes de que Nick 
volviera. Sabía que iba arder Troya y prefería tener todo bien guardado e instalado antes que tener que enfrentarme a él, o peor, sentirme 
tentada de mandar todo al infiero y regresar aquí a vivir. 
No tardé mucho en recoger las pocas cosas que me quedaban y 
amontonadas todas en la puerta comprendí que era tarde para volver a 
la residencia. Sabiendo que estaba haciendo trampas y que debería 
dejar de aferrarme a algo que no iba a poder tener, no ahora al menos, 
me metí en la cama de Nick, me acosté en su lado y abracé su almohada 
aspirando ese aroma que solo él tenía y que causaba reacciones 
instantáneas en mi cuerpo. 
Un mensaje de texto llegó a mi móvil justo entonces. 
"Al parecer has decidido ignorar mis llamadas. 
Cuando llegue hablaremos. Que duermas bien, nena." 
Suspiré. 
Las cosas estaban raras, y sobre todo por mi culpa. Sentí un nudo en el 
estómago y casi marco su número para confesarle porque no había 
querido hablar con él. Esperando que creyese que estaba dormida y por 
eso no le contestaba, metí el móvil bajo la almohada y cerré los ojos 
esperando descansar. 
El ruido del timbre me despertó por la mañana. Un poco desorientada 
miré a mi alrededor, para comprobar donde estaba. El timbre volvió a 
sonar y salté de la cama enredándome con las mantas y casi cayéndome 
hasta que al fin pude alcanzar la puerta sana y salva. 
Al abrir me encontré con un ramo gigante de rosas. 
- ¿Es usted Noah Morgan?-dijo la voz de un hombre cuya cara quedaba 
oculta tras ese espectacular ramo. 
-S-sí-conseguí articular. 
-Esto es para usted-dijo dando un paso hacia adelante. Dejé que entrara, 
aturdida por lo que veían mis ojos. El hombre dejó el impresionante 
ramo encima de la mesa del salón y se giró sacándose un cuaderno de 
firmas de detrás. 
-Si me firma aquí, se lo agradecería-dijo amablemente. 
Hice lo que me pedía y cuando se fue, me quedé mirando las rosas con 
un nudo atascado en la garganta. Había una nota y al leerla tuve que 
contenerme con todas mis fuerzas para no echarme a llorar. 
Los dos sabemos que estas cursiladas no son lo mío, pecas, pero te 
quiero con todo mi corazón y sé que cuando llegue vamos a empezar 
algo nuevo y especial. Vivir contigo es algo que he deseado desde que empezamos a salir y un año después por fin he logrado lo que quería. 
Espero que tu primer día haya sido magnifico y siento no haber estado 
ahí contigo para ver cómo te metías en el bolsillo a todos tus nuevos 
profesores. Nos vemos en unos días, te amo. Nick. 
Cogí el teléfono de encima de la mesa y marqué su número. 
-Hola, amor-dijo en un tono alegre. 
Me senté en el apoyabrazos del sofá con la mirada clavada en esas 
impresionantes flores. Eran preciosas, de un color azul celeste, un 
celeste que me hacían recordar a Nick, ni siquiera sabía que había 
rosas de ese color. 
-Estás loco-dije con voz temblorosa. 
Escuche un montón de ruido al otro lado de la línea, sobretodo del 
tráfico. 
-Loco por ti, ¿te han gustado las flores? 
-Me encantan, son preciosas-dije queriendo echarme en sus brazos y 
esconderme de todo. 
- ¿Qué tal ha ido tu primer día de clase? 
Le conté por encima lo que había hecho, mintiendo sobre donde había 
conocido a Kylie y Kate y también que ya no vivía en su piso; la verdad 
es que nunca se me había dado muy bien eso de mentir y por eso quise 
cortar la conversación antes de que me descubriera. 
-Tengo que colgar si no quiero llegar tarde a clase-dije mordiéndome un 
carrillo. 
-Se que te pasa algo, no sé si es por Sophia o porque he tenido que irme 
justo cuando te mudabas pero te lo compensaré ¿vale? 
Me despedí de él rápidamente y metí el móvil debajo del almohadón del 
sofá. 
Me sentía fatal, fatal porque le estaba mintiendo y también porque iba 
ser la responsable de que se llevase una gran desilusión cuando volviese 
y comprendiese que no íbamos a vivir juntos. 
Odiándome por ello, me vestí rápidamente, le puse comida y agua a N 
para los próximos días y saqué mis últimas cosas del apartamento. Al 
apagar las luces supe que se liaría la de Dios cuando él regresase y no 
me viese aquí. 
Tenía tres días para idear un plan de persuasión.



#4848 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, culpamia

Editado: 03.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.