NOAH
Pasé los tres siguientes días sin ver a Nick. Nos mantuvimos en
contacto, hablamos por la noche y me mandaba mensajes que hacían
que me ruborizara en clase, pero no habíamos podido encontrar un
hueco para vernos.
Pasé esos días conociendo mejor a mis compañeras y saliendo con
Jenna. No me iba de discoteca ni nada parecido pero en los alrededores
de la facultad había varios bares que se ponían muy bien, siempre y
cuando llegases antes del ahora punta, sino era imposible encontrar
mesa. En ese instante me encontraba con las gemelas, Jenna y su
compañera de habitación en el Ray's el bar de moda.
Habíamos venido con tiempo y por eso contábamos con una de las
mejores mesas. Un grupito de chicos estaba jugando al billar a tan solo
unos metros de distancia y estaba clarísimo que intentaban llamar
nuestra atención. Cinco chicas guapas y sin ningún tío a nuestro
alrededor, era motivo suficiente para que quisiesen entablar
conversación.
Una de las gemelas, Kylie, no dejaba de decir que se había enamorado
de uno de ellos, de uno pelirrojo, delgado y un poco desgarbado pero
que era bastante mono. Me hacía gracia como en menos de cinco
segundos ya se había montado toda una película en su cabeza.
-Yo creo que al primero le llamaríamos Fred, ya sabes, siempre me ha
gustado Harry Potter y seguro que nuestros hijos heredarían su pelo
pelirrojo...
-Acércate y dile que ya sabes el nombre de su primer hijo.
Seguro que con eso lo enamoras. -le dijo Jenna que no había dejado de
beber y parecía asqueada de cada mirada que recibíamos del sexo
opuesto.
No pude evitar reírme, las gemelas tenían un sentido del humor muy
diferente del sarcasmo de Jenna, ellas eran más dulces, más cálidas, y
sobretodo bastantes inexpertas, me hicieron recordar a Kat. Una de
ellas nunca había tenido novio, ni había estado con ningún chico. La
cara de Jenna había sido un poema cuando Kate lo había confesado sin
ningún tipo de reparo.
- ¿Nunca nunca?-volvió a repetir la compañera de piso Jenna.
Kate se llevó la pajita a los labios y sorbió de su copa.
-No es el fin del mundo ¿sabéis? De donde venimos los chicos o son feos
o son gilipollas, y prefiero estar sola antes que con un capullo sin
cerebro.
-Cariño, los tíos no tienen cerebro, solo hay una cosa que merece la
pena de ellos y te aseguro que está en el lado contrario a su cabeza.
Volví a reírme al ver como Kate se sonrojaba y como su hermana volvía
a suspirar por el pelirrojo.
-Oye, Noah, hay uno que no para de mirarte-dijo Kylie girándose hacia a
mí. No pude evitar que mi cuello girara esperando ver a Nick.
Me encontré con unos ojos totalmente distintos; no era Nick, en
absoluto y tal y como decía la gemela, no dejaba de mirarme.
Era alto y rubio y sujetaba el taco de billar como si fuese otro miembro
de su cuerpo. Lo más extraño de todo es que a mí me resulta familiar.
Dejé de mirarlo y me concentré en mis amigas.
-A lo mejor está en mi clase, pero no lo recuerdo bien-dije encogiéndome
de hombros.
Jenna se asomó para poder observarlo descaradamente.
-Ese tío lo he visto yo; creo que saliendo de la cafetería que tenemos en
el edificio de biología y te aseguro que no está en primero, es más creo
que es un profesor, eh, a lo mejor te da alguna clase o algo...
¿Una clase? De eso nada.
Lo miré disimuladamente a través del pelo y al ver que estaba centrado
en el juego, inclinado sobre la mesa y apuntando alguna bola pude
mirarlo con más libertad. No, estaba segura de que no era ningún
profesor, era demasiado joven para eso, aunque no tanto como para
estar en primero. Intenté exprimirme el cerebro para averiguar de
dónde lo conocía pero me fue imposible.
Después de unos minutos cavilando dejamos el tema y seguimos
hablando de trivialidades y de cómo Kate estaba desperdiciando sus
años de juventud y belleza sin acostarse con ningún tío.
-Escúchame bien, no existe ningún príncipe azul ¿vale? Las novelas, m-i-
e-n-t-e-n, deja de leer 50 sombras de Grey porque ¿sabes una cosa? Lo
máximo que va a hacer un tío por ti es llevarte al Burger King y rezar
para que te pidas el menú ahorro.
Puse los ojos en blanco y aproveché que no había mucha cola en los
lavabos para ir al servicio. Para llegar hasta ahí tenía que pasar por
delante de las mesas de billar y habiéndome olvidado ya del tío
misterioso me sorprendí cuando me interceptó a mitad de camino,
obligando a detenerme.
-Hola-dijo simplemente, observándome con curiosidad.
-Hola-le respondí fijándome en su rostro y recordando inmediatamente
donde lo había visto. Había sido en aquella fiesta a la que había ido con
Jenna, la misma noche que Nick había regresado de San Francisco y me
había recogido en la calle.
-Lo siento, no quería abordarte así, pero creo recordar que estabas con
mi hermano pequeño hace unos días, en una fiesta ¿me equivoco?
Asentí con la cabeza.
-Sí, estamos juntos en clase-le contesté.
Él asintió, no recordaba su nombre pero si como nos había abordado de
muy malas maneras.
-Me gustaría pedirte un favor, mi hermano es especialista en
desaparecer y no mostrar señales de vida, ¿si lo ves en clase podrías
recordarle que me llame? Es importante.
Asentí observando cómo sacaba su cartera y buscaba algo dentro.
-Sé que es mucho pedir, pero no conozco a nadie más que se junte con él
en clase, si alguna vez notas que esta extraño o que no se encuentra
bien, ¿puedes llamarme a este número?
Cogí la tarjeta que me tendía.
-Claro, no te preocupes-contesté al notarlo tan agobiado. -
¿No le pasa nada no?
Charlie me caía demasiado bien como para perderlo como amigo, los
últimos días me había reído más que en un siglo, me encantaba su buen
humor constante y como se reía de todo el mundo y también de si mismo
sin maldad alguna.
El hermano de Charlie sonrió sin enseñar los dientes en lo que supuse
era una forma clara de no querer hablar del tema.
-Nada de lo que debas preocuparte.