NICK
Faltaba un día para la gala y Noah y yo no habíamos vuelto a hablar.
Estaba preocupado, preocupado por ella, por nosotros, sentía una
opresión en el pecho que no me dejaba trabajar. Esa mañana mi padre
se había pasado por mi despacho, me había entregado en mano las
invitaciones para mañana y me había recordado lo que nos habían
pedido a Noah y a mí hace cosa de un mes. Odiaba tener que verla
mañana después de semanas enteras sin tocarla ni abrazarla para
ahora tener que hacer como si no fuésemos nada, era como si todo
estuviese resultando ser una puta broma de mal gusto. Mi mal humor
era palpable en el aire, cualquiera que estuviese en contacto conmigo se
daba cuenta y ya había tenido tantas discusiones con el personal que no
me habían echado por el simple hecho de tener el apellido Leister.
-He alquilado tres coches para que nos lleven mañana, uno para Ella y
para mí, otro para Noah y su amiga y otro para ti y Sophia.
Mis ojos se levantaron automáticamente del papel que estaba leyendo de
forma distraída.
- ¿Qué has dicho?
Mi padre me lanzó una mirada que dejaba a las claras que yo no era el
único que se había despertado con mal pie aquella mañana.
-Me lo ha pedido Aiken, Nicholas, y no pienso tener una discusión por
esto, él no va a poder asistir mañana, Sophia irá en su nombre y me
pidió que viniese con la familia.
- ¿Lo sabe ella siquiera? -dije levantándome y cerrando la puerta del
despacho de un portazo. -Sophia me dijo que no iba asistir a la gala, que
se marchaba para Aspen mañana por la mañana.
Mi padre se quitó las gafas y se pellizco el puente de la nariz.
-Eso fue antes de que a Riston le saliese un asunto importante en
Washington, no pueden quedarse y por eso se lo han pedido a Sophia, si
no me equivoco se lo dijeron esta misma mañana, así que la chica no
tendrá ni invitación ni acompañante. Riston me ha pedido que vaya
contigo y obviamente le he dicho que sí.
Sacudí la cabeza sabiendo la de problemas que esto iba a acarrearme.
-Iremos en el mismo coche, tengo entradas de sobra, le daré una pero
luego iremos por nuestra cuenta.
Mi padre me observó con indulgencia. Estaba diciendo tonterías, si
aparecíamos juntos en el mismo coche, daba igual que las invitaciones
fuesen individuales, la gente nos vería como que íbamos juntos... y
también Noah.
-Estas causándome problemas con mi novia-dije entre dientes.
Mi padre suspiró, encaminándose a la puerta.
-Tu relación con Noah ya te está costando bastante hijo... si no es capaz
de soportar que llegues a una fiesta con una amiga, creo que deberías
replantearte muchas cosas.
Ignoré sus palabras y dejé que se marchara. No podía dejar que Noah
llegase a la gala y me viese con Sophia, tenía que contárselo antes. Miré
el móvil y supe que como la llamase para esto lo más probable es que se
cambiase hasta de teléfono.
Hace dos noches había estado vomitando hasta caer rendida y todo
porque se creía que me iba a ir sin ella a Nueva York, lo peor que podía
hacer ahora es hacerla dudar más sobre nosotros.
Me levanté, cogí las llaves del coche y me fui directo hasta su
apartamento.
Tuve la suerte de que justo al llegar a su bloque de pisos ella entrase por
la otra entrada, aparcando su destartalado coche junto al mío. Sus ojos
se abrieron por la sorpresa al verme bajar y esperé tenso a su próxima
reacción.
La última vez que la había visto había estado casi inconsciente.
Se acercó hacia a mí con cautela hasta detenerse y mirarme con
nerviosismo.
-Me alegra ver que ya no estás borracha-dije medio en serio medio en
broma.
Noah hizo una mueca.
-Me alegra ver que aun sigues aquí y no en Nueva York.
Me dio la espalda y subió los escalones que la llevaba a la puerta de
entrada de los apartamentos. Maldije entre dientes y la seguí, dispuesto
a solucionar y zanjar ese tema de una vez por todas.
Me fije en el vestido que llevaba y me entretuve en sus curvas mientras
ella abría la puerta con un poco de dificultad. Nunca le había visto ese
vestido, era amarillo y se parecía en realidad a esos vestidos que se
ponía mi hermana, con florecitas pequeñas por todas partes.
Porqué en Noah conseguía que me entrasen ganas de quemarlo, no
tenía ni idea, pero me puse nervioso solo con observarla.
Finalmente consiguió abrir la puerta, la habría ayudado pero estaba
entretenido observando el vaivén del vestidito sobre su trasero.
Al entrar se giró apretando los labios con fuerza.
-Deja de mirarme el culo, Nicholas Leister.
Solté una carcajada y cerré la puerta tras de mí. Observé el
apartamento y escuche a ver si algún sonido conseguía prevenirme de la
presencia de Briar, pero ni rastro de ella.
-Me gusta tu vestido, nada más-dije mirándola intensamente, Dios
odiaba ese vestido, odiaba la forma en la que se le pegaba entorno al
pecho y le bailaba sobre las rodillas.
Noah me miró con condescendencia y dejó la bolsa que llevaba sobre la
encimera de la cocina.
Me acerqué hasta allí esperando a que dijese algo más. Se la veía
nerviosa y eso no me lo esperaba.
Era Noah, la conocía como a la palma de mi mano.
La observé entretenido mientras abría la nevera y sacaba dos cervezas.
- ¿Quieres?-me pregunto y vi claramente como sus mejillas se
coloreaban, o por nerviosismo o a lo mejor simplemente porque me la
estaba comiendo literalmente con los ojos.
-Claro-dije estirando el brazo y rozándole ligeramente los dedos al coger
la botella.
Fui claramente consiente del escalofrío que le provoco ese pequeño roce
pero hice como si no me diese cuenta de nada.
Estaba ahí para calmar las cosas, para hablar y explicarle lo de Nueva
York, aunque la verdad es que en lo único en lo que podía pensar era en
meter las manos bajo ese vestido y hacer que se estremeciera de verdad.
Bajé la botella hasta el borde de la encimera y con un golpe seco con mi
otra mano abrí el botellín para después llevármelo a los labios.