NOAH
Mi corazón se detuvo al escuchar esa voz. Me quedé tan quieta que por
un instante creí que habían sido imaginaciones mías, pero una rápida
mirada a Nicholas me bastó para comprobar que lo que había
escuchado era cierto.
Anabel Grason estaba aquí.
Giré el rostro lo suficiente para verla colocarse a mi lado y sentí como si
todo el aire se me escapara de los pulmones.
-Me alegro de veros a todos, en especial a ti Andrew, tiene que ser un
orgullo haber sido el creador de semejante imperio.
Me fijé en el abuelo de Nick, en quien había entablado una conversación
de lo más interesante sobre los desastres del país y lo increíble que era
Inglaterra, para ahora ver en su semblante una tensa pero a la vez
amigable sonrisa en sus finos y arrugados labios.
-Me alegro de verte Bell, han pasado años desde la última vez que nos
vimos.
Mis ojos parecían estar librando una batalla sobre a quién mirar
primero, si a Nicholas que parecía estar a punto de cometer un
homicidio, si a su abuelo, o si a mi madre en quien de repente se
centraron todos mis sentidos. Estaba tan blanca como las servilletas de
la mesa y su postura demostraba estar tan tensa como las cuerdas de un
violín.
Antes de que Anabel pudiese contestar con algún comentario falso y
carente de emoción, William echó su silla hacia atrás y con los ojos
clavados en su ex mujer decidió tomar las riendas del asunto.
-Tenemos que hablar y será mejor que lo hagamos en privado.
Anabel giró su esbelto cuerpo embutido en un vestido de color rojo
sangre y le sonrió de una forma tensa y claramente estudiada.
-Seguramente a Rafaella le gustaría estar presente, al fin y al cabo su
mera existencia ha marcado el futuro de todos los integrantes de esta
mesa.
Mi madre levantó la vista y la clavó en ella de una forma claramente
amenazadora.
-Te recomiendo que no sigas por ahí, no aquí, no ahora.
¿Qué demonios estaba pasando? Mi madre le hablaba como si la
conociese de hacía tiempo y de repente sentí miedo, miedo de que las
sospechas que había guardado desde el almuerzo con esa mujer
terminasen siendo ciertas.
Nick captó mi atención, nuestras miradas se encontraron en el espacio
que nos separaba y justo en ese instante anunciaron por un micrófono
que era el momento de salir a la pista y bailar.
Lo que si sabía era que necesitaba alejarme de ella y no solo yo sino
también Nick.
Ambos lo hicimos casi al instante, nos levantamos a la vez y Anabel se
giró hacia nosotros.
-Nicholas, tengo que hablar contigo.
Me detuve observando a esa mujer, esa mujer que lo único que había
hecho conmigo cuando me había reunido con ella había sido
amenazarme para que dejase a su hijo, eso y contarme un absurda
historia sobre que mi madre había estado con William desde hacía años,
siendo responsable por tanto de la infidelidad que los llevó a separarse.
Sophia y los demás integrantes de la mesa habían dejado de prestar
atención a sus respectivas parejas para ahora centrarse en nosotros.
-Anabel, deja a Nicholas y ven conmigo-dijo Will de forma tajante. Tanto
fue así que la sonrisa de esta se esfumo para en cambio demostrar una
ira que no parecía ser tan fácil de disimular como ella pretendía.
La música había empezado a sonar a nuestro alrededor, y la gente se
había levantado para unirse en la pista, con sonrisas en sus rostros y sin
tener idea sobre la crisis familiar que se estaba desarrollando frente a
sus narices: bailaban y disfrutaban de la fiesta.
Sabía que tenía que alejar a Nick de ella, de repente eso se convirtió en
mi objetivo principal. Dándole la espalda, me acerqué a él y entrelacé
mis dedos con los suyos. Él pareció perdido unos instantes, bajó la vista
a nuestras manos unidas y tiré de él hasta llevarlo hasta la pista. No
tenía ni idea de cómo se habían tomado los integrantes de la mesa que
nos marchásemos juntos, ni tampoco sabía si era bastante obvio que la
forma de mirarnos estuviese claramente lejana a ser fraternal, ahora
mismo lo único que quería hacer era asegurarme de que Nick estuviese
bien.
Busque sus ojos con los míos pero estaba tan tenso que clavó la mirada
al otro lado de la habitación. Miré en esa dirección y con un vuelco en el
estómago vi como William desaparecía junto con mi madre y su ex
mujer en una de las salas contiguas al salón donde se celebraba la gala.
-¿De qué crees que tienen que hablar?-dije con un nudo en la garganta.
Nick bajó la vista como si acabase de caer en la cuenta de que
estábamos juntos.
-No me importa y tampoco quiero saberlo.
Sabía en el estado que debía de encontrarse, lo había comprobado en
varias ocasiones y sabía que lo más probable es que terminase
explotando ya fuese de una manera o de otra.
Levanté la mano hasta colocarla en su mejilla y lo obligue a fijarse en
mí. De repente sentía como si la reunión que había tenido con esa mujer
hacia meses fuese el peor error que había podido cometer. Solo tenía
que ver el estado en el que se hallaba Nicholas para saber que el dolor
que le inflija simplemente verla era inconmensurable.
Si se enteraba de que había quedado con ella, de que había hablado,
almorzado y escuchado lo que había tenido que decir sobre mí y sobre
mi madre...
Entonces Nick me atrajo hacia él. Despacio colocó una mano en mi
cintura y unió la otra con la mía y al igual que la pasada noche,
empezamos a bailar. La música era una balada lenta y moderna que
nuca había escuchado pero que se me antojó fuera de lugar para la
batalla interior que estaba sufriendo en ese instante. Con su mano en mi
cintura y su aliento rozándome deliciosamente lo alto de mi cabeza,
lamenté haberme comportado como una inmadura antes; Nick no
quería hacerme daño, simplemente arrastraba con él las consecuencias
de haberse criado con alguien como Anabel Grason, simplemente se
sentía tan inseguro como yo, porque el amor que sentíamos el uno por el
otro era lo único que nos mantenía a flote, era lo único que nos
empujaba a seguir adelante.
Nick estrecho con fuerza mi mano contra su pecho y sentí como bajaba
la cabeza para susurrarme algo al oído. Su aliento causó estragos en mi
piel, poniéndola de gallina y consiguiendo que las mariposas
reaparecieran en mi estómago para hacer de las suyas.
-Siento haber traído a Sophia conmigo, siento todo esto; tú eres la única
persona que me importa, nunca deberíamos haber venido aquí, todo
esto ha sido un error, un estúpido error...
Su voz sonaba estrangulada, y a pesar de que no estuviese mirándome
sabía donde estaban fijos sus ojos: en esa puerta al final de la sala.