“No te importó hacerme daño,
no te importó el engaño,
no te importó nada.”
“No te importó dejarme tirada
antes de que sonara nuestra canción.
Estoy cansada de tus lo siento
y de tus falsos te quiero.
Ya no quiero seguir siendo la misma
tonta que finge que todo está bien.”
“Guárdate para ti tus falsas promesas
que nunca cumplirás.
Guárdate para ti tus lágrimas
igual que yo guardé las mías. “
“Me equivoqué.”
“Eso no era amor lo que tú me dabas,
ahora lo sé, tú solo me dañabas.”
“Me engañaste”
“Prometiste tantas cosas que al final,
convertiste a mi corazón de cristal
con tantas mentiras.”
“Yo estuve equivocada.”
“Dejé de ser yo mientras estaba contigo,
dejé que escondieras mi valor en un sucio cajón.”
“No te importó romper mi corazón cada día
que estuve a tu lado”.
“Guárdate para ti tus falsas promesas
que nunca cumplirás.
Guárdate para ti tus lágrimas
igual que yo guardé las mías. “
“Me equivoqué.”
“Eso no era amor lo que tú me dabas,
ahora lo sé, tú solo me dañabas.”
“Me engañaste”
“Prometiste tantas cosas que al final,
convertiste a mi corazón de cristal
con tantas mentiras.”
“Yo estuve equivocada.”
“Ya le cogí miedo a enamorarme,
luego de acabar herida una y otra vez.”
“Lo hiciste todo mal y al final,
me quedé sola en esta horrible soledad.”
“Me equivoqué al caerme y no poderme levantar”
“Al no quererme levantar”
“Me equivoqué.”
“Eso no era amor lo que tú me dabas,
ahora lo sé, tú solo me dañabas.”
“Me engañaste”
“Prometiste tantas cosas que al final,
convertiste a mi corazón de cristal
con tantas mentiras.”
“Yo estuve equivocada.”
La maqueta de la canción que escribí terminó y apagué el reproductor de música. Esperé atenta a las opiniones de las chicas y de Jerry, nuestro manager.
—Es… —comenzó Sky con cara inexpresiva.
—… ¡Genial! —terminó Sarah por ella explotando en euforia.
—Tenemos que añadirla al disco, sí o sí—dijo firme Diana asistiendo con la cabeza, mirando a Jerry que estaba pensativo.
Luego de unos minutos interminables para todas, Jerry esbozó una sonrisa. Eso significaba que estaba de acuerdo y que mi canción estaría incluida en nuestro próximo disco. Sarah empezó a dar saltos como una niña pequeña alegre a la que acaban de dar caramelos, y a ella se le unieron las demás con gritos eufóricos por haberlo conseguido. Me mantuve callada, con una sonrisa de boca pequeña mientras las observaba felices.
Sarah era la más pequeña del grupo, tenía 18 años nada más y nuestras Lyners la solían llamar “bebé”. Porque sí, se comportaba como un bebé durante todas las horas de cada día. Pero eso no quitaba su capacidad de ponerse seria cuando la situación lo requería. Tenía facciones de niña por su edad, su cabello era rubio con mucho volumen y sus ojos marrones. Tenía orígenes franceses por su madre, pero se crío aquí en Londres.
Sky tenía dos años más que Sarah, y era difícil decir cuál de las dos estaba más loca. Allá a dónde iba la liaba parda, una vez inundó el baño de la suite del hotel donde nos hospedábamos y desde entonces estábamos vetadas. Era castaña con algunas mechas rubias, sus ojos eran marrones y era la más bajita del grupo. Y por último, Diana. Ella era la mayor del grupo y de broma las chicas le decían que era la abuela de Lyns4. Su edad física era veinticinco años, pero la mental era de dos. Diana era afroamericana, con un pelo rizado muy rebelde, ojos obscuros y la voz más alta de todas nosotras. Ninguna de las tres podíamos llegar a las notas que Diana llegaba. Era impresionante la tía.
—Chicas, chicas…—Jerry intentaba calmarlas sin mucho éxito. Era imposible sacarlas del estado de entusiasmo en el que se encontraban las tres. —¡Chicas!