Curiosidad

05

Antes de comenzar a leer, recordad que antes había modificado el capítulo cuatro. Por lo que si aún no os lo habéis leído lo leáis, ya que este se decenlaza a raíz del anterior. 

 

 

Por raro que parezca llegué a casa sana y salva. El camino se hizo relativamente corto en la compañía de los hermanos Preinstoms. Lo confieso, llegué a pensar que todos ellos escondían algo. Pero justo ahora, que he entablado un poco de conversación con ambos , siento que no pueden ser más normales.
 


Ahora estoy tendida en mi cama leyéndome un libro. Tengo las cortinas cerradas para que no entre la luz y unas cuantas velas aromáticas encendidas para crear habiente.

Suspiro y vuelvo a posar la vista en mi libro, solo que no logro leer nada debido a mi escandaloso tono de llamada por Skype. Había decidido el año pasado ponérselo para la única persona escandalosa que se ha cruzado en vida, Tania.

Dejo el libro a un lado y me levanto de la cama para contestar la llamada. Me siento en mi escritorio y prendo el computador para poder contestar. Apenas descuélgo, su cara aparece en mi campo de visión y me tengo que correr hacia atrás para no afectarme la vista.

—Vic te has metido en una buena ¿sabes? —me regaña con su típica voz de mamá preocupada y amargada.

—¿Ahora que hice? —frunzo el ceño sin entender a qué se refiere.

Ella se pasa sus dos manos por el pelo y se acerca a la cámara para hablar más bajo. Qué misteriosa era cuando se le apetecía.

—No te hagas que sí sabes a qué me refiero, has vuelto a ser castigada por estar fuera de clases —me encojo de hombros mostrando poca importancia—. No Vic, para nada, eso está muy mal. En serio creías que nadie se iba a dar cuenta de tu fuga precoz con los hermanos.

Ruedo los ojos.

—Yo no...

—Claro, no te crítico. Sé que debió ser tentador aceptar salir pitando de un castigo con semejantes personas. Además, entiendo que no pensarás con claridad cuando se te ocurrió que era buena idea. Estabas encerrada con Aspen, ¿quién piensa claro cuando está cautivo entre cuatro paredes con semejante dios griego? —se queda pensando, o por lo menos lo simula—. Pfff, nadie, ni yo lo haría.

Me quedo mirando hacia la pantalla en total silencio. Creo que nunca llegaré a comprender del todo a Tania. A veces era muy impulsiva y hablaba sin pensar, como justo ahora. Se inventa teorías de cosas e incluso relata tus pensamientos, ella llega a comprenderte a otro nivel.

—Dejándo de lado tus grandiosas teorías de mis pensamientos sobre Aspen y Cole, solo tengo una cosa por decir, no tenía opción. Era o quedarme encerrada cinco grandes horas o salir de allí y ser libre. Dos opciones muy comprometedoras.

—Pero no pensaste en las consecuencias —ahora si tenía razón—. El supervisor hablo con el director respecto a Aspen y a tí y este piensa citar a vuestros padres para un enfrentamiento cara a cara. Quiere que le expliquen el porqué de su presencia en los pasillos y el porqué de su fuga.

Maldigo en voz baja porque este era mi fin. Cuando mamá o papá se enterase de lo ocurrido, estoy cien por cien segura que no me dejarían salir en años. Esto era una gran putada.

Doy vueltas en mi silla giratoria pensando en una buena excusa que justifique mis actos. En ese momento la puerta de mi cuarto de abre de par en par y Maelo entra a mi cuarto con dos grandes bolsas rojas en las manos. Sonrió casi por instinto y este me devuelve el saludo.

Tenía el pelo desarreglado, despeinado. Su enguantada negra de cuello alto lo hacía lucir elegante, ya que combinaba a la perfección con sus pantalones de mezclilla negra.

Él se acerca a mi y me despeina el cabello con una mano, ganándose un manotazo en el antebrazo por mi parte. Se burla de mi, pero ya yo me la he desquitado. Vuelve a intentar despeinárme pero esta vez logro evitarlo.

—¡Maelo, para ya! —chillo entre risas.

Tania se aclara la garganta desde el computador y Maelo posa la vista en el. Su ceja se enárca para luego hacer notar una sonrisa de oreja a oreja.

—Pero mira a quién tenemos por aquí, pero si es Taniana. Desde hace cuánto tiempo no te veía. Sigues igualita, con tu natural cara de diarrea.

Tania arruga los labios en frustración, odiaba que Maelo le cambiara el nombre y que comparara su cara con la caca. Eran manías que tenían desde niños que para mala suerte no se les había quitado.

—Es Tania Mealo —ella hace énfasis en el nombre mal dicho—y pues sí, sigo con la misma cara. Pero tú... tú estas diferente.

—Oh gracias cariño.

—No, no es ese tipo de diferencia. Es... es como diferente. ¿Eso que tienes en la nariz acaso es una verruga? —Maelo se toca en donde Tania le dice y se da cuenta que no tiene nada obviamente.

Tania se echa a reír y este lo hace junto con ella. Yo hago lo mismo minutos después, pero me callo cuando siento el motor de un carro detenerse cerca. Definitivamente eran los Preinstoms, mamá me había dicho que teníamos que esperar a que llegarán de una importante reunión, al parecer ya es el momento.

—No has perdido el sentido del humor chica —habla Maelo entre risas.

—Tu tampoco chico —contesta Tania y luego vuelven a reírse.

Me levanto de la silla y guardo el libro que deje encima de mi cama en la estantería. Lo leeré más tarde.

—Vi, traje sushi para la cena. ¿Te apetece ver una serie y de paso charlamos sobre todos estos años? —pregunta él girándose para mirarme a la cara.

Justo cuando pensaba responder, mi madre toca a la puerta y abre sin esperar mucho tiempo. Ella mira a Maelo y a Tania a través de la pantalla y luego posa toda su atención en mí.

—Tenemos que irnos, bueno, si aún quieres venir conmigo —dice mi madre en voz baja.

Ahora mismo no se me apetecía ir a ningún lado, pero no tenía remedio. Ya le había dicho que sí y no podía cancelarle ahora a último minuto.




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