Un día en primavera
en su querida Inglaterra
El sol iluminaba las calles, las flores dando vida con sus cálidos colores, primavera la definición perfecta.
Anastasia miraba por su ventana cómo era de costumbre en las mañanas, los rayos del sol traspasaban la ventana haciendo que su ahora cabellera pelirroja tuviera un encantador resplandor, en sus manos se encontraba aquella carta que había llegado a su buzón esa misma mañana al igual que las cartas anteriores a esa misma.
Leía con cautela lo que incluía y se sonrojaba con cada cumplido escrito que está contenía.
«¿Quién será está persona? ¿Por qué sabe tanto de mí?»
Pero al leer la razón por la cual cambio su color de pelo solo pudo pensar en una persona, Damián Lexington, ese nombre venía junto con miles de recuerdos, él se había ido y nunca supo la razón de la partida de los Lexington.
«¿Cómo pude olvidarme de él?»
Anastasia salió de su habitación y se dirigió al comedor, su padre se encontraba en la computadora haciendo trabajo
—Sucede algo querida
—Papá —el nombrado quito la vista de la computadora y miro a su hija—. Sabes que sucedió con los Lexington
—Ellos se fueron, pero hace poco regresaron —su padre regreso la mirada a la computadora—. Creí que lo sabías, después de todo Damián y tú van al mismo instituto
—No, no lo sabía —musitó—. Pueden venir a la fiesta
—Claro —él le sonrió a su hija, tomo su celular y marco un número—. Nomand... No sucede nada... Cómo sabrás hoy es el cumpleaños de Anastasia y se preguntaba si querían venir a su fiesta de cumpleaños... Entonces nos veremos más tarde
—Y... ¿Que dijo? —An miro a su padre una vez termino la llamada
—Vendrán
Anastasia dio un gritito de felicidad y fue a abrazar a su padre para después subir a su habitación y prepararse para la dichosa fiesta.
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Los hermanos Lexington se encontraban en la sala de estar, Dafne la más pequeña estaba sentada en las piernas del hermano mayor Conrad, mientras que Damián y Félix se entretenían viendo la televisión.
Normand regreso a dónde se encontraban sus hijos, ellos al verle le prestaron toda la atención.
—¿Quién era? —pregunto Damián
—Era Héctor —Normand miro a sus hijos—. Hoy es el cumpleaños de su hija, así que les recomiendo cambiarse de atuendo, de camino a la casa de los Edevane compraremos los obsequios —él se acercó a a la pequeña para cargarla en brazos—. Vamos a que mamá te elija un lindo vestido
—Uno rosa —dijo la pequeña mientras subían las escaleras
—¡Vaya! Eso no lo esperaba —mencionó Félix
—¿Por qué lo dices? —Conrad quiso saber
—Desde que regresamos An no se ha contactado con nosotros —Félix miro a Damián—. Además, ella y Damián van al mismo instituto
—¿Y eso que tiene que ver? —inquirió Damián
—Dime, al menos te dirige la palabra
—No
—¿Comparten clase?
—Dos o tres
—Mejor dejo de preguntar —Félix se recargo su espalda en el cojín y miro a Conrad—. Ves, es un completo fantasma para ella
—Dejarías de hablar como si no estuviera
—No
—Yo no le veo nada de malo —mencionó Conrad—. Además, si ella no nos invitaba su padre lo haría
—Y que tú no deberías estar trabajando en estos momentos en un hospital —le reprendió Damián
—Si —afirmo Conrad—, pero en ese caso he decidido pasar un rato con la familia —se levantó del sofá y se dirigió a las escaleras—. Quien iba a creer que terminaría en la fiesta de cumpleaños de una vieja amiga
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Anastasia daba los últimos retoques a su maquillaje, miró su reflejo en el espejo y después se asomó a la ventana y miró el cielo azul se teñía de rojo. A medida que el sol baja y se acerca hacia el horizonte van dominando el ambiente los colores cálidos. Pinceladas naranjas, rojas y amarillas inundan el ambiente indicando el ocaso y que el anochecer estaba a punto de llegar.
Dirigió su mirada a las personas que ingresaban a la inmensa casa, amigos y familiares, entre ellos probablemente se encontraban los Lexington, ella estaba emocionada, pero a la vez nerviosa, se reencontraría con sus amigos de la infancia y no tenía una mínima idea de cómo reaccionar una vez que se encontrara con ellos.
Editado: 25.02.2022