Corrí con todas mis fuerzas, pero estaba consciente que no iba a poder escapar. Me sentía confundida por su forma de ser, su frialdad por momentos y ternura a otros; me abrumaba su posesividad y las veces cuando actuaba como si no fuera nada para él. Estaba llegando al punto de un colapso y si se lo permitía, ese hombre me consumiría como el fuego y luego barrería mis cenizas como el agua.
— ¡Inoha! ¡Espera! — gritó y me cogió del brazo cuando tuvo la oportunidad. Girándome en mi eje y haciendo que me golpeara con fuerza en su pecho — Lo que viste adentro fue un error, esa chica no es nada mío.
Me reí irónica en su cara, era más que claro lo que había visto.
— No te tomes la molestia de explicarme nada, tengo claro que tú y yo no somos nada. Solo fui tu capricho de una noche — bufé e intenté zafarme de la prisión que formaron sus gruesos brazos.
— No hables mierdas, bien sabes que no es así — espetó con dureza.
— No sé nada, Daemon. Un día te importo un mundo y al siguiente una mierda, así que no me salgas con eso — grité y seguí luchando por zafarme de él —. Odio esa forma de ser tuya, odio que me confundas de esta manera… ¡Odio que seas un maldito bipolar! — casi caí al suelo cuando me soltó de golpe al decirle aquello.
Me miró aterrado después de mis palabras y no supe la razón por la que reaccionó de esa manera, solo noté que lo herí y sin decir nada más se dio la vuelta y se marchó como si le hubiesen prendido fuego en el trasero.
Ese hombre me volvería loca antes del tiempo en el que yo tenía que volverlo a él.
Mi misión se estaba volviendo complicada y si no hubiese tenido todo tan claro y a Demian para animarme a seguir adelante, habría tirado la toalla desde mucho tiempo atrás.
Sin duda alguna los Pride White eran mi peor pesadilla.