Querida Iris,
Esta noche ha sido mágica.
Esta vez no escribo estas palabras desde mi habitación frente a mi ventana mientras observo el pulcro jardín de mi casa. Esta vez, mi vista es mucho más linda. Mucho más real. Mucho más... Mía.
Esconderé esta carta hasta que tengamos que bajar por el desayuno, la dejaré sobre su cama y así sabrá que, mientras dormía, yo estaba despierta, pensando en que nunca había sido tan feliz como ahora.
Por mucho que detesté a mis padres el momento en que me dijeron que nos mudaríamos a este lugar, debo admitir que fue la mejor decisión que tomaron en sus vidas.
No puedo esperar a verla más tarde.
Suya,
Amelia