—Pero que mierda —susurró Zack.
—Déjame ver si entendí, me estás diciendo que nuestros padres fueron secuestrados y que, según lo que dice la carta, es nuestro trabajo rescatarlos. Oh y una cosa más, ¡ni siquiera están en este mundo! —Laia respiró profundo y se llevó su mano al puente de su nariz —. Yo…necesito un poco de aire, me voy.
—Laia, Laia espera un momen…—gritó Kilian, pero lo que él no sabía era que ella había dejado de escuchar en el momento que sus pies tocaron la acera de la entrada de la casa.
Laia caminó y caminó tan rápido que en un momento comenzó a correr, esto la llevó a la mitad de una calle muy extraña que nunca había visto antes en el barrio. En ella, se encontraba una lámpara, brillando e irradiando la luz más blanca que Laia había visto, pero esta lámpara tenía algo distinto a las demás (aparte de su luz), esto era que Laia podía sentir su luz y pareciera como si la estuviera llamando. Laia respondió a este llamado y caminó hacia ella, pero cuando estaba a punto de tocarla un fuerte relámpago hizo que Laia volviera al mundo real y se diera cuenta que la lámpara nunca estuvo prendida y que por el contrario no tenía siquiera un bombillo el cual encender.
Camino a casa, ella notó como se avecinaba una gran tormenta, la cual encendía el cielo cada vez más con sus rayos y truenos. Cuando llegó al porche de su casa se percató que al salir había dejado la puerta abierta y entró. Caminó hacia donde habían estados sus hermanos posteriormente y se dio cuenta que ya no estaban allí. ¿Habrían desaparecido también?
Laia había desaparecido y Kilian no sabía qué hacer, ellos dos eran los mayores, se supone que deben mostrar un ejemplo para los pequeños, pero en cambio Zack se había encerrado en su cuarto, Appel medio sabía lo que estaba ocurriendo.
Appel quedó dormida en su cama y Kilian aprovechó esto para explorar de nuevo la carta que habían dejado sus padres. Después de un tiempo leyendo y leyendo se rindió y empezó a buscar pistas en el cuarto de sus padres, el cual era el más grande de toda la casa. Abriendo y cerrando cajones y puertas, se sentó rendido en la cama y preguntó al aire que podría significar lo que sus padres querían decir con: “1. Encuentren en lo más profundo de su mundo lo que los vuelve especiales; 2. Encuentren el cuervo azul y sigan su canto; 3. Crucen al otro lado y encuentren el castillo.” Nada salió de su mente, nada hacía clic con esas palabras y de tanto pensar y pensar se tumbó en la cama a punto de dormirse, pero hubo algo que lo detuvo, algo que nunca había notado en el cuarto de sus padres, algo que parecía que había sido abierto recientemente. Y ese algo era una pequeña puerta en el techo de la recamara.
Cuando él descubrió esto, justo en ese instante, volvió Laia y Kilian le dijo en el tono más bajo posible, para que Zack no se enterara, lo que había encontrado. Entre los dos trataron de mil maneras de abrir la pequeña puerta pero se percataron que esta necesitaba una llave, la cual ninguno de los dos tenía idea de donde podría estar.
— ¿Crees que ellos están bien o q-que no lo estén? —preguntó Laia tocando su collar, el cual siempre llevaba con ella y el que le fue obsequiado en su cumpleaños número 11. Kilian, por el contrario siempre había tenido un pequeño anillo, el cual le fue obsequiado por sus padres al cumplir los 12 años.
Ella tenía la maña de que al estar nerviosa o pensativa siempre se llevaba la mano al cuello en busca del collar y Kilian hacía lo mismo pero con su anillo. Mientras él detallaba lo que estaba pasando entró Zack al lugar sorprendiendo a los mellizos.
— ¿Qué rayos están los dos haciendo? Y ¿por qué Laia está buscando en el cajón de mamá? —dijo señalando a Laia con una expresión de extrañes en su cara.
—Oh p-pues…Bueno ya que, encontremos una puerta pequeña en el techo de este cuarto y la estábamos intentando abrir —confesó Kilian.
— ¿Y no me llamaron para eso? —indagó ofendido por haberlo dejado afuera de algo tan importante.
—Pues, no es como si estuvieras tan interesado —trató de decir Kilian pero fue detenido por un Zack muy indignado.
—No, espérate un momento, ustedes dos —Los señaló —. Nunca me dejan participar en nada, cuando pasa algo en esta casa yo nunca puedo opinar porque o soy muy pequeño o soy muy inmaduro pero… —En ese momento Zack se acercó hacia donde estaban los mellizos y sorprendentemente esa cercanía provocó que el collar de Laia, el anillo de Kilian y el brazalete de Zack brillaran.
—Wow, esto lo están viendo ustedes también, ¿no? —preguntó asombrado Zack —Porque si no es así, creo que me cayó mal el almuerzo.
—Si Zack, todos lo estamos viendo —Cuando Laia dijo esto se dio cuenta que al subir más sus manos la cerradura de la pequeña puerta comenzaba a brillar —. Esperen, miren la cerradura, está brillando al igual que nuestros regalos.
—Acerquen sus regalos a la puerta, ahora —Kilian indicó quitándose su anillo y luego atrapó el collar y el brazalete de sus hermanos entre sus manos.
A medida que él se acercaba a la pequeña puerta, esta brillaba más y más hasta que en un punto los tres amuletos abrieron la puerta y la luz cesó después de un momento dejando ver por fin a Kilian lo que esta contenía.
—Cartas…son cartas —Kilian extendió la mano y las fue sacando de una pequeña caja, una por una —Pero…tienen nuestros nombres, eso es raro.