Damary la Pasión de Pineda

CAPITULO IV

CAPITULO IV

La impresión que Gustav había causado en ella, y la reacción de Raúl ante el incidente, no le eran casuales y aparecían las imágenes del encuentro de la abuela con los campesinos del predio donde vivía al tratar de salvarle la vida a un hombre mordido por una serpiente; el rictus de muerte que le acompañaba, los espasmos y convulsiones que siguieron por falta de medicamentos, pero, la pócima con infusión de aceites suministrada por la abuela, como ella lo había hecho en el Concierto con Pepe, en aquella oportunidad, no produjo el efecto que salvó al amigo de Raúl.

.-Si, algo diabólico tiene esa música y estoy dispuesta a demostrarlo.

.-Es peligroso Damary, no sólo existe música, sino otras cosas, recursos y mucho dinero, que tú no puedes entender.

.-¿Me vas a ayudar? preguntó a Raúl, mirándolo con la ternura de una niña que pide apoyo, ante el miedo y la advertencia de un amigo. Se avivaban las enseñanzas de la abuela sobre plantas recién cortadas en cuarto menguante y la botánica que sin saberlo conservaba Pineda en su laboratorio oscuro del sótano de la hacienda; y en ese interés, los retos por la sanación que sin dudarlo salvaron a Pepe. La abuela sería acusada de charlatana aquel día que no pudo acometer la mordida de serpiente del campesino en la puerta de la casa, y poco faltó para que los fanáticos intentaran quemar el rancho donde vivían.

.-Tocan a esa mujer y a esa niña y se mueren, sería la voz fuerte que recordaría Damary en la figura de un hombre alto, con sombrero alón, que blandía un revolver montado sobre su caballo caramelo. De aquella experiencia, sus visitas a la casa de la Hacienda en Agua Dulce para llevar las plantas que recogía la nona y los remedios con veneno de serpiente que Ignacio Pineda estudiaba; sólo el recuerdo de la mirada inquisidora de él para con ella que la atemorizaba y cada vez que lo veía emprendía veloz carrera. La reunión había tocado a su fin y Damary en su habitación se preguntaba:

.-Dónde estará ese libro que escribía Don Ignacio y guardaba en aquel cajón con figuras de demonios tallados en la madera, se dijo.

.-¿Satanismo Damary? preguntó de nuevo Rosaura.

.-Si, satanismo Rosaura y quizá Ignacio Pineda me pueda sacar de esas dudas, pero cómo. Evidente que Damary era radical en sus planteamientos y Raúl, no sabía de qué manera podía salir bien librada de esa nueva discusión en puertas. De aquella muchacha campesina, timorata y mal vestida no quedaba nada, o al menos en su apariencia no existía, pero en ese conocimiento, la voz de la abuela y sus ancestros, marcaban una pauta para seguir adelante y se rebelaba pensando en el trabajo de Pineda, cuando llegó la hora de exponer sus criterios en una clase magistral sobre psicología social.

.-Damary, ten cuidado con lo que vayas a decir, le previno Raúl antes de ubicarse en el Auditorio de la facultad. El lugar estaba completamente lleno y dispuesto para una lucha de criterios, como era costumbre en la academia, donde los jóvenes debían exponer los resultados de sus trabajos de investigación para ascender en la enseñanza y abrirse a una nueva faceta en el examen aleatorio. El tópico a exponer ya no era concerniente con plantas y árboles medicinales, pero, sus vínculos con la sanación, establecían una incidencia en la psiquis a través de la música de altos decibeles y contenidos de lenguaje.

.-Puede dar inicio a su disertación Damary del Rosario Morales, diría la profesora Flor Madrigal y la joven, después de abrir una carpeta con notas y luego de llevarse un trago de agua a la boca y calmar los nervios, tomaría la palabra.

.-La inquietud para este trabajo parte de un concierto de rock al que fui invitada y pude apreciar cómo la inteligencia, la voluntad y la conciencia moral, sufrían un ataque inhumano con la música que allí se escuchaba; en ese interés, los estudios de psicología expresan cómo ésta anula los sentidos, las capacidades de discernimiento, bloquea y disminuye los de resistencia por el sonido programado con alta voces. En este estado de confusión moral y mental la vía de control de la conducta queda completamente abierta a la liberación más violenta de los impulsos contenidos, tales como odio, ira, envidia, venganza y se hiperactiva la sexualidad más aberrante.

.-Dios, se está metiendo con ídolos de la música rock, pensó Raúl desde su butaca.

.-Por eso, los arrebatos de desnudarse, mostrar sus partes, tatuajes y marcas en su cuerpo. Las vedettes rock se convierten, no sólo en modelos a imitar, sino también en ídolos a adorar. Este hechizo de carácter idólatra tiene consecuencias macabras, como el fenómeno de grupos de jóvenes que se entregan totalmente a sus ídolos para satisfacer sus caprichos sexuales y hasta se producen suicidios y algunos homicidios, excitados por la adoración, entre ellos el de John Lennon, ejecutado por un admirador de nombre Mark David Chapman.

.-Está loca esta tipa, gritó desde un costado Alicia, amiga de Gustav Taboch, que sería opacada por interesados en el tema y la obligarían a abandonar la sala.

.-Continúe usted señorita, dijo la profesora Flor Madrigal, pero, en Damary, los nervios hacían mella y entraba en crisis, por lo que Raúl intervendría para sacarla de su estado emocional.



#48480 en Novela romántica

En el texto hay: damary pasión de pineda

Editado: 08.08.2018

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