Damnare Vultus

Capitulo 6

- ¿Vas a bajar a cenar? -dice mi madre mientras yo tecleo unas palabras en mi computadora.

Niego con la cabeza sin dejar de ver la pantalla, han pasado cinco meses desde la muerte de Samuel, tres desde la graduación y dos desde que mi interacción familiar es nula.

Llegue al limite de sus mentiras, no soy la niña de diez años que le ocultaron todo de si.

Ya tengo veintiuno y no pueden seguir mintiendo, pero si no quieren decirme, esta bien, tengo más familiares y alguno debe saber la respuesta.

- No has almorzado nada, querida -dice mi madre.

- Cenaré más tarde, estoy ocupada -le respondo mientras cierro la pagina en la que me encuentro para que ella no la vea empiezo a revisar mis correos.

- ¿Has recibido una respuesta? -pregunta pues llevo unos meses buscando trabajo.

Por ahora tengo empleo de medio tiempo, pero no es lo que deseo.

- No, nada -sigo revisando.

- Pronto saldrá algo -ella suspira-. Iré a cenar, espero puedas bajar -sin decir más sale de mi cuarto y se va.

El sonido de mi computadora me hace volver a abrir la pestaña que oculté de mi madre y es debido a que tengo un mensaje de mi primo.

Me dice que puede verme en el parque central, que me espera para poder hablar y yo suspiro sintiendo un poco de alivio ante la idea de que por fin dejaré de tener tantas dudas.

Me levantó rápido y agarro mi abrigo, tomo unos lentes oscuros, aún que sea de noche y agarro mi celular.

Bajo las escaleras con rapidez y antes de poder abrir la puerta, la voz de mi papá me detiene.

- ¿A dónde vas? -me dice.

- Tengo que hacer algo -abro la puerta y la cierro tras de mi sin esperar respuesta, cabe mencionar que no tengo mucha comunicación con mi familia, mis padres no me lo han permitido.

Ha pasado un mes desde que le envíe un mensaje a mi primo y por fin a respondido.

No hay mucha distancia del parque a mi casa, tal vez media hora como mucho, pero cuando llego me llena de alivio verlo, parece que no me reconoce y me quito los lentes, me sonríe al verme y me abraza con bastante fuerza.

- Mira que grande estas, prima -sonrío y me separo tras unos segundos de abrazo-. Por fin tus padres dejaron de ser tan malos con la familia.

- En realidad no saben que estoy aquí, sabes que ellos nunca me dirían nada de nada -le digo con un gesto de pena.

- Tiene más sentido, son muy cerrados, pero tu no les hagas caso, la familia te extraña, tienes que venir esta navidad -afirmo con la cabeza-. Y dime... -empieza a caminar-. ¿Qué es lo que necesitas saber? No lo he entendido muy bien.

- En realidad necesito saber todo, porque la familia tiene esta maldición es lo principal -afirma con la cabeza mientras me escucha.

- Creí que mínimo te habían explicado eso, pero lastimosamente eso es algo que yo tampoco sé, entiendo que fue por algo de los tatara abuelos -suspira-. Pero la generación que tiene esa información son nuestros abuelos.

- ¿Eh? -siento mis mejillas arder.

- ¿Qué pasa?

- No me odies, pero... ¿eres mi primo de parte materna o paterna? -pregunto avergonzada por nisiquiera saber eso-. Bueno es que cuando dices nuestros abuelos me... ¿Qué? -pregunto al ver su cara de desconcierto.

- ¿Nisiquiera te han dicho eso? -dice en un tono de reproche, pero sé que no va dirigido a mi.

- ¿Decirme qué? -pregunto confundida.

- Tus padres son... -desvía la mirada-. No, mejor que tu lo sepas sola.

- No, no, dime, por favor, he venido por respuestas no por dudas, dime.

Empieza a fingir que toce, esta incómodo y parece levemente enojado.

- Tus padres son hermanos.

- ¿Mis padres qué?

Pregunto con una risa leve mientras froto mis brazos, por culpa de la brisa fría que me pega en la piel.

- Son hermanos -su tono serio me hiela, más internamente que de forma física y no puedo asimilarlo bien.



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En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

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