Viola no podía hablar en serio cuando dijo que iba un paso por delante de mí. No es como si ella realmente estuviese dedicando su maldito tiempo en seguirme a cada sitio al que decidía aventurarme, ¿no? Es decir, tenía muchas cosas más importantes que hacer que emplear su tiempo en seguir a su peor enemiga.
Partiendo del hecho que —tratándose de alguien como ella—, yo realmente no podía considerarme su peor enemiga; su acusación me mantenía despistada constantemente.
Luego de regresar al departamento con la maldita marca de mi ignorancia en el estómago, me enfrenté a la preocupación e ira de Axel por lo sucedido. Últimamente lo tomaba a la defensiva cuando nos veíamos, siempre preocupado, siempre intentando protegerme de algo que se me hacía ajeno aún.
Los ángeles tenían un temperamento definitivamente complicado para comprender.
— ¡No podemos dejarla así! —Le había contestado irritado a Seth, mientras éste parecía hundirse aún más en las sombras de sus pensamientos.
Había vuelto algo diferente luego de nuestra visita a la mágica guarida de Viola. Sin mencionar que la última estaba furiosa porque Seth me la había mostrado sin ninguna previa recomendación.
La discusión parecía cernirse sobre Seth, de alguna extraña forma él era el culpable de las cosas de demonios que a mí me sucedían, mientras que mis decisiones y yo eran tomadas como un efecto colateral.
Ariadna últimamente permanecía aislada de esa clase de disputas, parecía realmente exhausta de debatir entre dos irremediables enemigos, las probabilidades que tenía para sobrevivir entre ellos. Aunque por otro lado comenzaba a verla con otra clase de ojos, la misma chica que conocía, la comprensible, entusiasta y suspicaz ya no estaba viviendo conmigo en esas cuatro paredes.
Me retiré de la diatriba desquiciada de ese par de alborotadores y decidí despejarme en el pórtico. El aire fresco llegaba a través de su susurro gélido y la noche larga extendía sus largos y gruesos dedos dóciles sobre una ciudad cansada.
El hecho de permanecer en ese silencio perturbador y solitario mientras me dejaba alcanzar por la oscuridad, era demasiado para mí. Pero en esos momentos era lo que más ansiaba encontrar.
Últimamente las cosas sucedían a un ritmo demasiado acelerado para mí, apenas y tenía tiempo de detenerme a procesar las cosas con calma, aunque antes ni siquiera me importaba no reflexionar acerca de lo que sucedía a mi alrededor.
En esos momentos parecía que necesitaba hacerlo y cuanto antes. Mi cuerpo era un saco de boxeo constante a las diferentes emociones que me abrumaban y me sentía perdida en medio del caos que amenazaba afuera.
Tomé una bocanada de aire y me dejé estremecer por el frío que se colaba en mis huesos, pero eso no me importaba realmente en esos momentos. Tenía demasiada carga en mis hombros, demasiado que soportar sobre mis hombros sin necesidad de escuchar a cada instante que mis tontos esfuerzos no servían para relacionarme entre ellos.
Sabía que no estaba preparada para esas cosas, les había temido toda mi vida y ellos simplemente esperaban que lo superara y continuara con mi vida como si todos los años de los que tenía consciencia no contaran.
Para esos días era un desastre emocional psicótico y a la deriva, casi no podía mantenerme estable, no cuando todos mis esfuerzos por hacer las cosas bien parecían desmoronarse constantemente.
No quería defraudarlos, pero parecía que no podía hacer otra cosa.
Sentí una opresión en el estómago que me doblegó y quise llorar por la impotencia de esa marca. Ni siquiera tenía idea de por qué Hendrick me la había hecho, no entendía realmente su significado ni porque estaba ligado a mi destrucción de esa manera tan irracionalmente rencorosa.
¿Iba a morir de alguna forma mientras cargaba con esa serpiente en mi estómago?
El miedo pasó factura y sentí escalofríos sobre mi piel. El deseo de llorar picó en mis ojos y tuve que respirar hondamente para evitarlo. Me aferré a la barandilla del pórtico necesitando de una fortaleza en esos momentos, cuando la puerta principal se abrió de golpe con un Seth tenso, enfurecido que echaba humo por cada poro de su cuerpo.
La oscuridad más profunda de la noche parecía recelosa de lo que él podía causar a su alrededor.
―Si no la hubieses puesto en esta posición sabes que no tendría que hacerlo ―rugió Axel malhumorado.
No era justo, había salido afuera con la intención de perderme su discusión. Ellos la traían conmigo.
»Debías protegerla de esta clase de cosas ―continuó el rubio―. Pero estabas preocupado en otras cosas, en tus malditas cosas como para mantener un ojo en ella y no saber en qué demonios se metía.
― ¡Suficiente! ¿Crees que sólo estaba ignorándola a propósito? ¿Qué sólo quería abandonarla a su suerte para que fuera de los nuestros? ¿Una como... yo?
―Es justo lo que creo que querías.
― ¡Así no fueron las cosas! ―Gruñó Seth.
Por primera vez los veía a los dos en una discusión tan violenta como la que estaban teniendo. Antes los había oído y sus palabras duraban tan poco tiempo en el aire, su resentimiento hacia el otro se demostraba mejor con rudos golpes que no ocasionaban ni un rasguño en la piel inmortal del otro.
Pero esta en particular llamó mi atención; había tensión en sus palabras, preocupación y... dolor.
Y pensar que mis actos lo estaban provocando me dolía.
― ¿Ah no? Porque lo único que ha sucedido desde que prometiste que cuidarías de ella son situaciones en las que casi muere, Seth.