Dangerous Desire

Capítulo 30

La sirena de la policía, que empezó como un pequeño murmullo a lo lejos, podía escucharse cada vez más cerca.

Entre el mareo y el dolor del golpe que me dio Marcos y el fuerte disparo que me dejó aturdida, me tomó unos segundos darme cuenta que me encontraba en el piso, con un charco de sangre a mi alrededor.

Con pánico empecé a revisar mi cuerpo para ver dónde me habían disparado, pero la verdad era que a pesar de estar manchada de sangre, no era sangre mía... Salvo la que salía de mi cabeza por el golpe.

Un gemido de dolor a mi lado me hizo volver a la realidad y mirar la situación que pasaba a mi alrededor. Al lado mío se encontraba Marcos, retorciéndose de dolor, ya que al parecer él fue el que resultó herido. La sangre no paraba de salir de su estómago, pero al menos no lo habían matado... No hubiera podido sacarme esa imagen de la cabeza jamás.

Al levantar la vista me encontré con la mirada de James, que me preguntaba si estaba bien mientras mi padre se acercó a levantarme del suelo. Por un momento había creído que Santiago había realizado el disparo hacia Marcos, pero el que tenía la pistola apuntándole era James...

Busqué a Santi con la mirada, y lo que vi me partió el corazón... Estaba en el piso, de rodillas, agarrándose la cabeza con las manos. Me acerqué hasta él lentamente y le coloqué la mano en su hombro mientras me arrodillaba a su altura.

- Santi... ¿Estás bien? –al escuchar mi voz levantó su cabeza rápidamente, como asustado, podía ver las lágrimas en sus ojos, el miedo... – Ey, ¿qué ocurre? –le susurré.

- ¿Lucy? ¿Estas herida? Dios Lu... Pensé que estabas muerta, me quedé paralizado, lo siento tanto... –dijo tomando mi cara con sus manos y recorriendo mi cuerpo con la mirada para ver si estaba bien.

Cuando vio la sangre en mi ropa palideció un poco, pero lo tranquilicé enseguida:

- No es mía, estoy bien, tranquilo... –me moví para que viera que Marcos había recibido el disparo y el alivio llegó a su cara.

- Te juro que nunca tuve tanto miedo en mi vida –dijo besándome con mucha emoción. – Si te pasara algo me moriría, Lucy...

Nos abrazamos para calmarnos mutuamente, cuando escuchamos que tiraban la puerta abajo e ingresaba la policía dividiéndose por toda la casa para ver si había alguien más. Cuando llegaron hasta donde estábamos nosotros mi padre se acercó a explicarles lo que había pasado y se llevaron a Marcos rápidamente al hospital.

Tuvimos que quedarnos un rato allí para que nos hicieran todas las preguntas necesarias. También llamaron a una ambulancia para que pueda revisarme la cabeza que ya había parado de sangrar; no iba a necesitar que me cosieran pero me recomendaron ir al hospital para hacer unas pruebas y confirmar que todo estuviera bien.

Cuando al fin nos permitieron irnos a nuestras casas ya estaba atardeciendo, me despedí de Santi ya que los dos debíamos descansar. Luego James que hasta entonces se había mantenido en silencio, se acercó a despedirse con la mirada baja.

- Lucy... Sé que debes odiarme pero solo quería que supieras por qué lo hice –dijo con calma.

- No te odio James... Tú me salvaste –le dije sinceramente, ya que si él no le hubiera disparado a Marcos yo ya estaría muerta. Él me dedicó una pequeña sonrisa y siguió con la historia.

- Yo era el que mandaba esos mensajes anónimos.

- ¿¿Qué?? ¿Por qué harías eso?

- Él iba a matar a Santiago... Al principio me amenazó para que les mandara esos mensajes y mantenerlos separados. Pero luego planeó secuestrarte y no supe qué hacer, no podía contarle a nadie o pedir ayuda porque tenía miedo de lo que pudiera hacernos... Sé que tú no eres menos importante que él, pero es mi familia, no tuve opción... –hizo una pausa y suspiró con los hombros caídos, desanimado. - Espero que tal vez algún día puedas perdonarme por todo, Lucy.

- Es tu hermano... Por supuesto que te entiendo James –le dije con una mano en su brazo, apretando ligeramente. – Yo no sé cómo hubiera reaccionado en tu lugar así que no puedo juzgarte por eso, lo importante es que te arrepentiste y ayudaste en lo que pudiste, incluso cuando evitaste que me tocara... Te lo agradezco, de verdad.

- ¿Podemos empezar de cero?

- Me parece bien –le dije y nos tomamos de la mano como cerrando el trato.

Al llegar a casa me encontré con Nick, quien estaba esperándome con los brazos abiertos. No había querido irse a su casa y se había quedado en la mía para poder recibirme. Corrí hacia él y por fin me sentí más tranquila.

Le pedí a mi mejor amigo que se quedara esa noche conmigo, lo necesitaba. Estuvo toda la noche abrazándome y consolándome mientras lloraba y le contaba todo lo que había pasado, descargándome.

Después de sacar todo lo que tenía adentro, me sentí en paz... Finalmente sabía toda la verdad y Marcos no podría molestarme. Ya podía volver a sentirme a salvo, podía dormir tranquila...

 



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En el texto hay: deseo, secretos, trauma

Editado: 08.08.2021

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