Pasó un año de todo ello, aquella vez en donde me convirtieron en un ser con instintos salvajes.
Poco a poco fui aprendiendo su idioma pero seguía sin entender porque estaba encerrado en este lugar.
—Se lo aseguro este es un experimento que nos hará ganar mucho dinero, podría ser una gran arma para derrotar a nuestros enemigos. —dijo entusiasmado.
—Pero no lo veo en buenas condiciones— murmuró su acompañante.
—Piensalo mejor.
Desperté con tanto alboroto que escuchaba y los vi a ellos dentro de la habitación.
—Despertaste— sonrió.
—¿qué quieren de mi?— dije con la voz ronca ya que recién despertaba.
—Te presento al señor Park, el esta interesado en las habilidades que adquiriste, por favor presentate—ordenó.
Sonreí irónicamente, —Yeonjun… Choi Yeonjun—respondí atado a mis cadenas.
Me molestaba un poco estar atado, no sabía lo que era tocar a otra persona.
—Aunque tiene un buen perfil para pasar desapercibido— agregó el señor Park, este suspiro.
—Bien me lo llevaré dentro de un mes, hasta ese entonces entrenalo bien— se retiró.
¿Ahora que quieren de mi? estoy cansado de todo esto, estas cadenas son más pesadas que mi complexión. Tengo escenas de rabia, ahí es donde me descontrolo pero al tener estas cadenas me imposibilita caminar.
Los días siguientes me liberaron en un cuarto más grande sin ataduras pero esta habitación tenía rejas.
—Solo enséñale a utilizar la fuerza—ordenó el hombre de guardapolvo blanco.
Sin mas que decir su acompañante entró al lugar, también llevaba un guardapolvo blanco pero este tenía la cara de un tigre para no ser reconocido, lo mire confundido, todo el tiempo en mi estadía aquí no lo entendía, No entendía ¿Qué era? o ¿Quién era?.
—Aprenderás a utilizar la fuerza así que vamos a hacer una prueba— dijo el hombre de máscara.
Instintivamente algo en mí se puso a la defensiva, aquella máscara me ponía en un estado de descontrol, solo quería rasgar con las garras que tenía. Mi mirada lo seguía sigilosamente viendo cada movimiento con detalle. El se acercó y en un sorpresivo movimiento tomó un látigo dándome en la espalda una y otra vez, el dolor era tan inmenso que cerré los ojos por un instante ya que comencé a sentir dolor en mi cabeza, al abrir mis ojos volteé furioso y tome del látigo, se lo arranqué de las manos empujándolo hasta cayera.
Al parecer lo había lastimado demasiado que cuando recobre la compostura en su mirada podía verse pavor. Intenté acercarme para ayudarlo a pararse, sin embargo él no lo permitió.
—Tu-tu-tus ojos ca-cambiaron de color… ¡No! no te acerques a mí— exclamaba despavoridamente mientras retrocedía como podía.
En cambio yo me preguntaba de cómo había podido derribarlo a-apenas tengo 12 años. El hombre salió dejándome solo encerrado en este gran cuarto.
Retrocedí hasta chocar con la fría pared, cada día en este lugar me confundía más y me llenaba de dudas.
¿Qué soy? ¿Qué hago aquí? ¿Qué de especial tengo? ¿Por qué me duele la cabeza cada vez que me enfado o siento hambre?
Horas después todo oscureció repentinamente, sin embargo yo pude ver claramente a mi alrededor, me acerqué hasta las rejas y noté que la puerta estaba abierta, sentí que debía huir de este lugar y así lo hice.
Estaba perdido, no conocía este lugar, anduve por mucho tiempo silenciosamente evitando encontrarme con algún hombre.
A lo lejos divise una gran puerta y en ese momento se prendieron las luces, algo que me impresionó. Crucé con facilidad la puerta, entonces una alarma se activó, hice caso omiso ante aquel despampanante ruido. Mire a mi alrededor, estaba asombrado por lo que mis ojos veían, por fin conocía lo que era el cielo, y la naturaleza.
Comencé a caminar y mis pies descalzos sintieron la tierra húmeda, todo esto era nuevo para mi. Se sentía bien estar libre sin ataduras y al aire libre pero escuche pasos apresurados y cuando volteé a ver de qué se trataba, huí sin rumbo alguno, aquellos hombres me persiguen con armas disparando mientras yo esquivaba las balas. Me adentre a la jungla aun corriendo. A Pesar de que me lastimaba con algunas plantas del medio, no me importaba solo quería huir de ese lugar, quería estar libre.
Poco a poco oscurecía y de pronto escuché un sonido de algo que había explotado, corrí más fuerte y volvió a sonar de nuevo, aturdía mis oídos ese sonido.
A lo lejos vi una casa enorme que tenía un aspecto antiguo y rústico, como si estuviera abandonada, lentamente me acerqué a ella y me metí en la casa. Todo estaba oscuro y tenía miedo que alguien me encontrara, mis manos y todo mi cuerpo temblaba por el miedo que sentía, me sentía traumado y tenia mucho frio.
Me senté al lado de la escalera que lleva al segundo piso y me abraze a mi mismo para tranquilizarme, no podía hacer mucho ruido porque me encontrarían. Poco a poco mis ojos se fueron cerrando hasta que caí en un profundo sueño.
Era un sueño reconfortante hasta que se prendió una gran luz, cubrí mis ojos.
—¿Quién eres jovencito?— preguntó una voz femenina desgastada, mientras se acercaba cuidadosamente.
—Me.. me.. llamó Yeonjun, pensé que la casa estaba sola, perdóneme señora— dije con miedo en su mano llevaba un arma que me apuntaba, cerré los ojos para no sentir dolor, este era mi fin.
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Editado: 05.11.2020