Era temprano en la mañana cuando me levanté de la cama, dándome cuenta de que no estaba en mi dormitorio.
Caminé hacia la puerta y al abrirla escuché voces.
— Calvin. — Lo llamé caminando.
— Buenos días. — Me saludó un hombre que arreglaba la cerradura de la puerta.
— Buenos días... — Respondí, obteniendo una sonrisa de su parte.
— ¿Ya te has levantado? — Escuché a Calvin que se acercó y lo miré, estaba arreglado para salir.
— Sí. — Contesté simplemente para interesarme después. — ¿Ya te vas? — Calvin me asintió y habló para confirmarlo.
— Tengo que rodar. — Pensé instantáneamente en Hian, seguro que me mataría por la hora que era. Ahora que pensaba en ello, recordaba que Calvin haría un cameo en la novela que estaban haciendo Hian y Alejandra.
— Yo también tengo que irme. — Me alarmé, sin poder evitar demostrar mi preocupación.
— Tiene una linda novia. — Le habló de pronto el hombre y los dos lo miramos. Calvin no supo qué decir y yo me quedé cortada.
— Nosotros... — Pronunció Calvin, mientras se rascaba la nuca y me miró.
— Gracias. — Agradecí entonces, agarrando la mano de Calvin para que dejara de rascarse la nuca. El hombre nos miró y asintió con una sonrisa antes de volver a su trabajo.
— Ya me queda poco. — Avisó más que sonriente.
— Tengo que irme. — Me dijo Calvin mirándome y le asentí soltando su mano.
— Vale, puedes irte. Yo me quedaré hasta que él se marche. — Respondí, contemplando el agradecimiento de Calvin a modo de sonrisa, y viéndolo después caminar hacia la puerta.
— Que será muy pronto. — Intervino el hombre, más pendiente de nosotros que de su trabajo. — Mi hija ve todos los programas donde él sale. Seguro que usted está muy orgullosa de su novio. — Me comentó una vez que Calvin salió del apartamento y me quedé sola con él.
Cuando entré en el apartamento de Hian me sorprendió verlo esperando, se encontraba con el rostro serio, muy serio.
— Hian. — Solo dije cerrando la puerta a mi espalda.
— ¿Dónde andabas? — Me preguntó Hian y adjunto un reclamo. — Ya tenía que estar en el rodaje y no aquí perdiendo el tiempo.
— Lo siento. — Me disculpé, entrando hasta la sala donde encontré a su madre, la señora Fernanda.
— Daniela. ¿Dónde has estado? — Me llamó y se interesó Fernanda nada más al verme.
— Estaba... — Me quedé callada mirando a Hian.
— Con Calvin Áñez. — Masculló Hian molesto y me sorprendió que lo supiera. ¿Cómo se habría enterado?
— Hian... — Dije, queriendo que no pensara que lo estaba traicionando pero, Hian caminó hasta un sofá de donde cogió su móvil y sus gafas de sol, mientras Martín cargó con el resto de sus cosas.
— Si te vas con él, dímelo y pondré a otra persona en tu lugar. — Me habló serio, con crueldad.
— Hijo. — Habló la señora Fernanda, lo que no impidió que Hian me dedicara una molesta mirada. No quería que se sintiera así conmigo, por lo que dejé salir lo que me había estado callando todo el tiempo.
— Estoy embarazada de Calvin. — Dije. No sabía si sería mejor o peor, pero lo conté y me sentí liberada de hacerlo. Hian se me quedó mirando.
— ¡Daniela! — Se alarmó Fernanda, que se acercó y me agarró de los brazos. — ¿Pero qué has hecho?
— Me produces asco. — Escuché hablar a Hian y me agarré las manos. — Embarazarte de ese miserable.
— No hables así de él. — Le pedí. Hian sonrió molesto.
— ¿Ahora lo defiendes? — Me reclamó y agaché la mirada.
— Lo siento. — Me disculpé no queriendo perder mi trabajo y unas lágrimas escurrieron de mis ojos.
— Ya, Hian, cállate. — Intervino la señora Fernanda. — No ves que está llorando.
— ¿Y qué si lo hace? — Contestó Hian, dirigiéndose después a mí. — Tienes diez minutos para prepararte.
— Sí. — Contesté, viéndolo marcharse con Martín detrás.
— ¿Daniela, quieres a ese hombre? — Me preguntó Fernanda mirándome y me quedé callada, no podía decirle que me acosté con él por tomar unas copas de más. Que el despecho nos llevó a los dos a acostarnos y a quedar embarazados.
— Señora Fernanda... — Suspiré y ella me sonrió.
— Tu madre y yo éramos muy buenas amigas, siempre nos gustó la idea de que Hian y tú os casaraís. Pero habéis crecido y cada uno ha escogido con quien quiere estar.
— Tengo que ir al trabajo. — Me excusé, apresurándome a salir de la sala.
— Daniela. — La escuché llamarme, pero me fui del apartamento.
La señora Fernanda me consiguió el trabajo, ya que su hijo y yo nos llevábamos muy bien y conocía a Hian perfectamente.
Ahora, seguro que me echaría y pensaría horrible de mí.
Miraba como Hian rodaba una escena dramática con Alejandra. Se trataba de una escena bajo la lluvia y para ello estaban siendo regados con unas mangueras. El personaje de Alejandra perseguía al personaje de Hian pidiéndole que la creyera, que entre ella y otra persona no pasó nada.
— Daniela. — Me llamó de pronto Martín que me ofreció una botella de agua.
— Gracias, Martín. — Se lo agradecí agarrando la botella.
— No tienes que estar preocupada, a Hian se le pasará el enfado. — Me intentó Martín animar y agradecí sus palabras.
— ¡Corten! — Gritó el director del drama parando todo el rodaje. — Nos tomaremos un descanso. — Avisó a posterior.
Me acerqué a Hian para colocándole un albornoz sobre sus hombros, pero golpeó mis manos alejándose de mí.