Danielle & Ryan

Capítulo 3

 

 

3.

Danielle

El primer día de clase para mí fue toda una sorpresa, conocí gente muy agradable y demasiado sociable, explicaron temas sumamente interesantes acerca de Activos, Pasivos, las finanzas y micro finanzas.

Pero todo lo hermoso acaba cuando llego a casa.

Cuando era tan solo una niña, viví una experiencia fuerte que me desubicó y me sacó de mi zona de confort, mi padre era desquiciado y mal humorado hombre, a mi corta edad sufrí de golpes y castigos horrendos por parte de ese señor que no se le puede llamar padre, recuerdo que pasamos así muchos años, hasta que un día mi madre se armó de valor y pudo enfrentarlo, lo denunció por maltrato y lo envió a la cárcel, duele mucho recordar y tratar de entender porque tomaba tal actitud con mi madre y conmigo.

No sabía si me odiaba o no me soportaba, él era tan agresivo que no podía controlar su fuerza y me dejaba en el piso suplicando por piedad. Después de ese suceso mi madre decidió cambiar de residencia y nos mudamos a una parte pequeña de Italia. En casa vivimos mi madre y yo, y aunque ella muestre siempre una sonrisa sé que sufre en silencio por temor y angustia de que él nos encuentre otra vez, por eso trato siempre de apoyarla en lo que más pueda, tratar de hacerle entender que estamos a salvo y que nada malo podrá pasarnos.

– Danielle, llegaste hija.

- Hola mami, buenas noches.

- ¿Cuéntame cómo te fue hoy en clases?-.

– Me  fue excelente pero al mismo tiempo agotador porque me perdí, pero no hay nada que no se pueda solucionar-.  Me reí.

– ¿Hiciste algún amigo hoy?– preguntó con tono curioso.

– Hablé con algunos compañeros de curso, pero aún no son mis amigos mami– Me reí.

– Bueno hijita, báñate y baja para merendar–.

– Esta bien mami, ya bajo–.

Me bañé, comí, terminé tareas y me dormí con mucha expectativa de que pasará después.

A la mañana siguiente ya no había nada que me hiciera llegar tarde. Era un nuevo día, nuevas razones de estar feliz.

Cuando de repente me encuentro caminando a la estación de buses y empieza a caer una lluvia torrencial que me empapa toda la ropa en cuestión de segundos, corrí y corrí para alcanzar el bus, pero no lo logré. No me quedó otra opción que tomar una línea de bus distinta que me acerque hacia el campus.

Cuando por fin veo a lo lejos un carro con el rotulo de la universidad, le hago señales para que se detenga, pero para mí mala suerte el carro frena y me empapa aún más de agua pero está vez era agua empozada de la calle.

– “¡Mierda!” No es posible. Susurré.

Subí desesperada con rabia y con frio al mismo tiempo, no podía regresar a casa, estaba demasiado lejos, solo me tocaba seguir hasta la universidad.

Después de regañar en todo el trayecto, me bajé del bus y corrí hacia el baño del campus esperando nadie se dé cuenta de cómo estaba. Entré y vi que todo mi maquillaje se había arruinado, mi cabello estaba empapado al igual que mi ropa.

– “¡Dios, suéltame el brazo por un momento!”; “¡Qué voy hacer!”, no puedo recibir así mis clases, se burlaran de mí.

Trate de exprimir mi cabello y mi ropa con las manos, busque dentro de mi maleta y para mi suerte, la maleta era impermeable, mis cuadernos estaban intactos pero tenía nada de ropa que pueda ayudarme.

Después de quejarme y exprimir todo cuanto más podía salí del baño y algo me asombró demasiado, encima del tocador había un calentador, un buzo, unos crocs y un paraguas acompañado de una notita, que decía.

– “Una niña tan linda como tú no puede estar por las calles mojadita, podrías enfermar, toma esto con mucho cariño R”

Me asusté y empecé a buscar por todos lados aquella persona que colocó eso allí, pero no lo encontré, dude mucho si aceptar o no el regalo, pero por necesidad me vi obligada a tomarlo, limpié mi cara del maquillaje chorreado y cuando me cambiaba de ropa empecé a imaginar quien podría haber sido la persona atenta que hizo este gesto por mí.

- No sé quién eres, pero gracias, te debo una, miré fijamente la nota y la guardé.

Cuando termine de arreglarme salí del baño y fui al aula corriendo y cubriéndome con el paragua de R, ya se me estaba haciendo costumbre llegar tarde, pero nuevamente no fue mi culpa.

– Señorita Danielle, ya se le está haciendo costumbre llegar tarde-. Sabía que me diría eso, pensé.

– Lo lamento ingeniera, la lluvia llegó sin avisar en el peor momento –.

– Tome asiento y guarde silencio–.

Me sentía demasiada caliente la cara, rogaba mucho que no me enfermara, pero muchas veces me pongo roja cuando me llaman la atención, cuando paso vergüenza o cuando me hablan lindo, soy modo Tinkerbell.

Llegó la clase de Finanzas y la ingeniera dice que haremos proyectos, que habrá sorteos previos para definir los grupos.

Escucho mi nombre.




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