Dante

Bonus 19

First of all, si os preguntáis WTF es esta mierda, os lo digo ya: un extra cortito del capítulo 19 en el que podréis leer parte del capítulo desde el punto de vista de otro personaje. Así que allá va, amores.

P.O.V. Dante

Había terminado de limpiarle ambas heridas y volvía a dirigirme a la habitación en la que llevaba dormida desde hacía prácticamente tres horas.

Los arañazos del rostro se habían borrado con tan solo dejar caer un par de gotas de mi sangre sobre la rojiza piel de sus redondeadas mejillas. Las marcas de los colmillos de Valentino, en cambio, habían tardado más en sanar.

Detestaba a ese maldito bastardo por atreverse alimentarse de ella, llevándola al borde de la muerte, y también por haber intentado seducirla en contra de su voluntad.

Quería destriparlo con mis propias manos, sacar uno a uno todos los órganos que conservaba en su maldito cuerpo y hacerle comprender de una vez por todas que no debía acercarse a ella. Lo único que me impedía en aquel momento irrumpir en su habitación y partirle el cuello era el hecho de que fuera mi hermano pequeño.

La familia era mucho más importante que un maldito pacto con el diablo.

Volví a entrar en la habitación más aislada de toda la casa, tan solo para comprobar que ella seguía tendida tal y como la había dejado sobre el colchón, bajo las sábanas blancas que su sangre no había llegado a manchar.

Tenía el cabello oscuro despeinado sobre la almohada, y su rostro pálido y redondeado mantenía el gesto de paz con el que la había dejado minutos atrás.

Cerré la puerta detrás de mí y me senté en el borde de la cama, sin dejar de mirarla.

Sus espesas pestañas escondían aquella adorable peca bajo su ojo derecho, aunque las demás, repartidas por todo su rostro, seguían aportándole aquella imagen pura e infantil que ella pretendía rechazar con cada uno de sus actos.

Recordaba a la perfección la primera vez que la vi. Estaba sentada en lo alto de aquel muro que separaba el cementerio de la colosal iglesia gótica regentada por su familia desde hacía varios siglos, escribiendo en su demacrada libreta a una velocidad increíble, intentando coordinar sus manos con sus pensamientos.

Estaba concentrada en lo que hacía, sin importarle siquiera que la molesta llovizna otoñal del centro de Inglaterra estuviera mojándole aquellos botines con tacón poco apropiados para adentrarse en el bosque.

Hacía varios días que mis hermanos y yo habíamos regresado a nuestro hogar y era el primero en el que había visto la oportunidad de ir a visitar nuestro mausoleo familiar. Hacía siglos que nadie merodeaba adrede por nuestra alameda, así que verla allí, disfrutando de la paz que suponía estar en silencio y armonía con la naturaleza mientras escribía en su cuaderno, me llamó la atención.

Ella no advirtió mi presencia aquella vez, y tampoco las tres siguientes.

Solía apoyar su pluma de plata sobre sus labios cuando pensaba y no podía evitar llevarse las manos al cabello cada poco tiempo. Empecé a reconocer sus gestos y sus manías antes de siquiera darme cuenta, y no fue hasta aquel sábado de octubre cuando decidí acercarme al roble más cercano a la entrada al cementerio para observarla más de cerca.

Estaba claro que era una De'Ath y que Julius ya la había advertido sobre nosotros, incluso antes de que pudiéramos actuar de alguna forma.

Levantó su mirada castaña y la cruzó con la mía, y, desde mi posición, oí cómo su corazón empezó a acelerarse justo en el momento en el que me advirtió. Me observó con seriedad durante varios segundos, hasta que aquel manojo de hojas desgastadas al que ella llamaba libreta cayó al suelo, sobre el barro.

Hacía tiempo que nadie se atrevía a mirarme de aquella forma en la que lo hizo ella y también podrían haber pasado siglos desde que alguien tan curioso había decidido mostrar tanto interés en mí.

La forma en la que me observaba, en la que se perdía en mis ojos verdes buscando una explicación lógica al vacío de mi mirada me estaba volviendo completamente loco, pero yo sabía que no debía tocarla. Ninguno debería de haberlo hecho.

Negué con la cabeza, intentando apartar la imagen de mi hermano tumbado sobre ella y bebiendo de su sangre como si se tratara del más suculento alimento, y en cómo oía su corazón disminuir el ritmo sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo.

Alcé una mano hacia su frente para comprobar si tenía fiebre, aunque su temperatura parecía ser completamente normal. Tal vez no fuera tan débil como había creído en un principio.

Sin saber exactamente por qué, las yemas de mis dedos empezaron a acariciar su rostro, apartando los mechones de pelo que cubrían sus rosadas mejillas, sin poder resistirme a deleitarme con la calidez que ellas desprendían.

Bajé mis manos hasta su mandíbula y volví a repetir el recorrido de nuevo con mis dedos, viendo cómo su relajado rostro parecía aceptar mis caricias.

Era guapa, tal vez no la que más, aunque sí la única que llamaba mi atención.

Desgraciadamente, también la única heredera De'Ath en toda aquella pequeña ciudad.

Perdí la noción del tiempo acariciando su suave rostro con mis fríos dedos y no me di cuenta de ello hasta que sus pequeños ojos marrones se entreabrieron con pesadez, provocando que me apartada de ella casi al instante, muy a mi pesar.

Habría deseado que siguiera durmiendo y haber podido continuar admirando su bella humanidad hasta que mis manos hubieran sido cálidas de nuevo y mi corazón hubiera empezado a latir con normalidad.

Aunque, siendo ella quien era, nunca podría permitirme que aquella sensación volviera a nublar mi juicio una vez más.

* * *

Annyeonghaseyo!


Doble actualización, pasa al siguienteee :)

 

Annyeong!
 


 




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