Me gusta Darcel, ya no tenía sentido que me siguiera engañando a mí misma. No sé en qué momento sucedió, pero ya no lo veía como el hermano intimidante de Esmeralda.
- ¿En qué piensas? .- La voz de Darcel me sacó de mis pensamientos, dirigí mis ojos a él, me estaba mirando. Todavía seguía entre sus brazos, no me quería mover de ahí y tampoco él me lo había pedido.
- Solo me di cuenta de algo.- Respondí en voz baja, como si mi descubrimiento no se tratara precisamente de él.
- ¿Y eso es bueno o malo? .- Me tomé unos segundos para analizar su pregunta. ¿Era bueno que me gustara Darcel?, ¿era bueno que me sintiera tan bien cuando él estaba cerca? . No sabía si él sentía lo mismo. Y aunque también me correspondiera, estaba lo de mi futuro, solo vine a Aura para decidir qué hacer con este, cosa que me atormentaba todas las noches, pero dentro de un tiempo regresaría a mi casa o me iría a una Universidad bien lejana. Mi viaje a Aura era como unas vacaciones bien largas y especiales, pero un día se tendría que terminar.
- No tengo ni la más remota idea.- Busqué su mirada. Esos ojos dorados que desde el primer momento tanto me intimidaron fueron los que me impulsaron a hablar.- Pero pienso descubrirlo.
- Mejor te llevo a tu casa, ya es muy tarde.- Cuando sus brazos me dejaron de rodear, sentí como si me faltara algo, pero no dije nada. Me levanté en silencio, junto a él y encendí la linterna del celular para regresar a donde estaba la moto.
Más tarde estábamos enfrente de mi casa. La luz de las casas del vecindario alumbraban un poco la inmensa oscuridad de la noche. Debían ser más de las dos de la mañana.
- Esta vez no se me va a olvidar.- Señalé el casco en mi cabeza y apreté el cierre para quitármelo. Darcel lo cogió en sus manos y se me quedó mirando con una sonrisa.
De pronto acercó una mano y acomodó un mechón de mi cabello detrás de la oreja, me quedé inmóvil al sentir como rozó mi mejilla. Alejó la mano tan rápido como la acercó, sin darme tiempo a analizar lo que había hecho.
- Pareces un espantapájaros.
Ya decía yo que era muy lindo para ser verdad.
Su comentario logró tres cosas, que me pusiera roja de la vergüenza, que quisiera maldecir a quien inventó las malditas motos y por tanto hizo necesario el uso de los cascos y por último, pero no menos importante, quise matar a Darcel.
- ¿Nunca te han dicho que eres un amor? .- Utilicé mi mejor voz de sarcasmo y lo miré con ganas de matarlo.
- Muchas veces.- Tenía esa sonrisa petulante que tanto me irritaba.
- Pues te mintieron. Buenas noches.- Me doy la vuelta antes de que me diga algo más y camino a la puerta de la casa bien digna. Antes de cerrar la puerta me permití mirar hacia la calle, lo vi montándose en la moto y antes de colocarse el casco sacó a relucir su mejor sonrisa y me guiñó un ojo. Cerré la puerta y sentí el ruido de la moto al ser arrancada.
La sala estaba completamente oscura, busqué el interruptor de la luz y la encendí. Traté de caminar lo más despacio hacia la cocina para buscar algo de tomar, tenía la garganta seca. Con mi vaso con zumo fui al patio trasero de la casa. Al salir vi la silueta de una persona, me asusté de momento pensando que podría ser un ladrón, pero después hice función de mis neuronas y me di cuenta de que un ladrón no estaría tranquilamente sentado en una silla mirando hacia la nada.
- Llegaste.- La voz de Alison me confirmó que en verdad no era un ladrón, solo ella.
Ahora es que pienso que me porté muy egoísta en la fiesta dejándola sola. Me sentía tan mal que no pensé en ella.
- Sí. Siento haberte dejado sola, yo… discutí con Diego y necesitaba tomar aire.- Tomé asiento en la silla que estaba a su lado y le di un largo sorbo al jugo que tenía en la mano.
- Brandon me trajo.- Se levantó dejándome ver que no quería hablar más. Eso me confirmaba que estaba molesta.
- Sé que me comporté horrible, soy una mala amiga. Tenía que haberte llamado como mínimo, lo siento.- Soy lo más sincera que puedo, no debí haberme ido así, la dejé con extraños. Yo también estaría molesta en su lugar. Alison se había quedado parada entre la puerta y yo, como si decidiera si quedarse o irse.
Se dio la vuelta en un rápido movimiento y me miró con algo que nunca pensé que vería en sus ojos, no dirigido hacia mí, rabia.
- No eres una mala amiga. Eso sería quedarse corto, eres una terrible amiga. Siempre todo se trata de ti, te crees el maldito centro del mundo y lo peor es que siempre terminas siendo la niña mimada de todos. Eres egoísta..
Me quedo estática en mi lugar. No me puedo creer las palabras que están saliendo de su boca.
- Cuando llegaste pensé que sería bueno.- A medida que sigue hablando la rabia en sus ojos aumenta.- Tendría una nueva amiga. Siempre había querido tener una amiga para jugar con mis muñecas los fines de semanas y que mi mamá nos preparara galletas. Todo iba bien hasta que Diego y tú me empezaron a distanciar, hasta que la maldita obsesión por la pintura los unió aún más. Yo pensaba que lo teníamos Diego y yo nunca se podría acabar, pero sorpresa... tú lo acabaste. Él empezó a tener solo ojos para ti y yo pasé a un segundo plano…- Se detiene y respira agitadamente como si necesitar de demasiadas fuerzas para seguir.- Siempre que conocía a un chico tenía esperanzas de que despertaran celos en él, pero no, solo me veía como su amiga la que tenía un chico diferente en cada fiesta. Mientras tú eras la intocable, la favorita. ¿Nunca te preguntaste por qué me fui a una Universidad en el otro lado del país? .- La voz no sale de mis labios, quiero hablar, pero no consigo hacer ningún sonido. Mi cerebro no logra analizar todo lo que estoy escuchando.- Me fui porque necesito olvidarme de todos, porque me hace daño esta situación. No puedo más. Llevo años viendo como Diego se enamora más de ti mientras yo solo tengo ojos para él y tú no te das cuenta.