Termino de comerme la torta, sin embargo dejo el café en una esquina. Cuando Brandon recoge las cosas me despido, justificándome con qué estoy atrasada para llegar a un lugar, lo cuál no es cierto, pero el aire en la cafetería desde que leí esa nota se me está haciendo demasiado denso. Lo veo mirar de reojo el café intacto en la taza, pero lo recoge sin hacer ningún comentario y se lo agradezco.
Camino un rato por las calles hasta llegar a una casa pintada de azul con ventanas blancas. Que sea tan diferente del resto de las casas del pueblo me despertó curiosidad y no pude evitar acercarme. Miro por una de las ventanas y observo algunos muebles cubiertos con lo que parecen sábanas blancas, pero por lo cuidada que se ve desde afuera dudo que lleve mucho tiempo cerrada.
- ¿Buscas algo? .- Escucho una voz a mis espaldas.
Doy un brinco y me doy la vuelta.
- Lo siento, solo… Me dio curiosidad y quise ver de cerca.
Un chico alto, de pelo castaño claro que le llega a los hombros y ojos marrones achinados me mira con diversión por mi incomodidad ante la situación.
¿Por qué me tienen que pasar estas cosas a mí? .
- No te preocupes, puede resultar curioso la diferencia de colores. Aunque más curiosidad me dio a mí cuando te vi tantas horas dibujar hoy en el parque.- Me mira con una sonrisa mientras habla.
Levanto una ceja.
- ¿No te acuerdas? . En el parque. Hoy, temprano. No había prácticamente nadie y yo andaba con dos pastores alemanes.- Frunce el ceño mientras habla.
Trato de hacer memoria.
- Oh, sí… ya me acuerdo. Recuerdo que te vi paseando los perros.
- Ahora que sabes que no soy un obsesivo que te anda espiando por cada rincón, ¿me dirías que era lo que pintabas? .
- Bueno, aún no puedo estar muy segura de que seas un loco.
- ¿Y si hacemos un trato? .- Mueva sus cejas de arriba hacia abajo repetidas veces como si tratara de convencerme con eso.
- ¿Qué trato? .
- Te cuento la historia que encierran estas paredes y tú a cambio me enseñas que era lo que pintabas esta mañana. ¿Trato hecho? .
Miro hacia la casa de color azul y luego a él. Camino hacia las pequeñas escaleras que separan la calle de la puerta de la casa y me siento.
- Presiento que será una historia larga. Mejor tomas asiento, ¿no? .- Sonrío mientras lo veo sentarse.
- Todo empezó en un pequeño pueblo, que todos sabemos que es Aura. En unas vacaciones de invierno cuentan que una familia vino a visitar el pueblo, eran una pareja joven y su hijo de diez años. Los tres eran muy sociables y rápidamente la pareja se llevó bien con los habitantes del pueblo. Las vacaciones pasaron mientras la pareja recorría todos los alrededores y su hijo jugaba con el resto de los niños, pero había alguien con quien le gustaba jugar más que con los demás. Una chica de unos nueve años con unos ojos azules grandes y pecas que adornaban su pequeña cara. Todas las tardes iban a jugar y cuando se cansaban de correr se sentaban en la sombra de un árbol a leer. Pero como todo, se acabaron las vacaciones y la familia del chico tuvo que regresar a su hogar. A todos les removió la despedida de los niños, pero después de todo con el tiempo terminarían olvidándose.
- ¿No regresó nunca? .- Pregunto impaciente.
- Déjame continuar, solo escucha... Pasaron los años sin que supieran nada del otro, él se hizo arquitecto y lo contrataron para realizar un trabajo aquí. Ese fue el motivo de su regreso, nunca pensó encontrarse de nuevo con aquella niña que ya era una mujer, pero dicen que el destino suele ser caprichoso y los puso frente a frente, sin saber que eran aquellos que se habían conocido años atrás. Ella tenía un novio, pero él se había quedado encantado con su belleza y no desistía de que tarde o temprano le diera una oportunidad. Hasta que un día en una conversación descubrieron que se habían conocido mucho tiempo atrás, probablemente eso fue lo que hizo que ella lo empezara a ver de otra forma. Un tiempo después se terminó su relación y empezaron a verse más seguido. Se enamoraron perdidamente y él le pidió matrimonio prometiéndole que si aceptaba le haría la casa de sus sueños y tendría el mismo color que sus ojos.
Después de un silencio me levanto y miro la casa que tengo enfrente.
- ¿Y cómo sabes toda esa historia? .- Le pregunto.
- Porque fue mi bisabuelo quién construyó esta casa a mi bisabuela.- Me mira todavía sentado en la escalera.
- ¿Me estás diciendo que todo eso lo vivieron tus bisabuelos? .- Pregunto sin todavía creérmelo.
- Sí, hasta hace poco vivíamos en esta casa, pero fallecieron mis abuelos y no le vemos sentido a seguir aquí.
- ¿Por eso se encuentran cubiertos todos los muebles? .
- Exacto. Íbamos a vender la casa, pero mi mamá se arrepintió en último momento diciendo que sus abuelos no se sentirían felices si hiciéramos eso.
- Me imagino, debe guardar mucho recuerdos.- Sonrío levantandome para volver a mirar por la ventana, aunque esta vez me imagino a una pareja mirándose enamorados en medio de la habitación.
- Ahora sí. Llegó el momento de que me muestres tu dibujo.- Da unas palmadas encima de sus muslos como si estuviera emocionado por lo que voy a mostrarle.
Busco mi cuaderno dentro de la mochila, y hojeo hasta encontrar el dibujo de esta mañana, luego camino hasta él y se lo entrego.
Sus ojos se quedan fijos en el dibujo como si tratara de descubrir que encierra cada uno de esos trazos, como si tratara de descifrarme a través de esa página.Retuerce mis manos nerviosa por lo qué me pueda decir.
- Una chica parada en la calle en medio de la multitud que no se detiene... Casi puedo sentir el ruido que hacen las personas al caminar por la calle.- Sonríe mientras me habla.
No entiendo porque me dice lo que claramente está viendo en la hoja, pero lo dejo hablar.
- Tienes talento, es precioso y de alguna forma interesante.- Fija sus ojos en mí mientras habla.