Daril

✞︎2✞︎

Estaba llegando bastante tarde y ese día me tocaba con la profesora a la que menos quería encontrarme en estos momentos. No quería hacer de mula una vez más, como todos los días.

El eco de unos tacones se escuchaba en los pasillos. La señorita Mary.

Muchos se aprovechaban de esa pobre señora y usaban a su favor su vejez. Pero yo era la esclava de esa señora. Mandado que tenía, siempre me elegía a mi. Para cualquier cosa, sea mínima, siempre me elegía a mi. Las tres idiotas de la clase me llamaban petty, ¿Por qué? simple: era la mascota de la profe, porque esa señora me usaba para todo.

Aprendí que en esa clase tenía que sentarme súper al fondo y esconderme de alguna manera para que esa señora no me viera y no me pidiera todo. También tenía que llegar muy temprano para poder agarrar un lugar al fondo. Cómo no pasaba lista era fácil camuflarse.

Había llegado un poco tarde y eso me jodia un poco el plan denominado: esconderse de la profe, cuando siento que una mano me sujeta delicadamente el brazo. Y si, era Mary.

–Señorita Willows, qué bueno que la encuentro. Sería tan amable de enseñarle el colegio al señor Hölle, ¿por favor?.

En su boca pintada de rojo se dibujó una gran sonrisa. Aunque tenía que admitir que daba ternura con sus lentes negros redondos y sus rizos grises.

Sonreí de la forma más forzada y acepté. A su lado había un muchacho alto de pelo negro sin ninguna expresión en la cara. Toda esa maraña de pelo oscuro estaba sobre su cara, haciendo difícil verla.

Dejé mi mochila en uno de los sitios vacíos y me puse en marcha a hacer el papel de guía. Lo bueno de esto es que perdía alguna que otra hora de clase. También podía escaparme un poco para relajar mi mente de toda la estupidez del colegio.

Al salir del salón el chico me siguió como si fuese un robot.

–...a tu derecha está el baño de hombres y a tu izquierda el de mujeres, aunque no se para que te sirva este pero bueno. -- dije señalando con poca gana las habitaciones. –El salón de química, allí afuera está la cancha donde se juega basquetbol, el salón de historia, vas a odiar al profesor. Es un viejo amargado y arrogante. Por allá–señalé una puerta marrón con una pequeña ventana en esta–, es la sala de profesores y la dirección a su costado.

Arriba solo hay más clases así que no es gran cosa. Ah, y casi lo olvido, allí está la cafetería – .Siguió mi dedo con la mirada hacia esta.

A lo largo de éste "magnífico" viaje, pude notar que era muy reservado y que no hablaba mucho. Como mucho dijo dos o tres palabras que solo iban de ajá, si, okay. A cada indicación de habitaciones esas eran sus repuestas.

Tampoco es que la respuesta tenía que ser la gran cosa, pero podía hacer un pequeño esfuerzo.

Ladeó su cabeza unos segundos y pude ver qué tenía la misma marca que yo. En el mismo lugar, el mismo color, la misma forma, todo.

–Tienes la misma marca que yo– una emoción innecesaria recorrió mi cara. Las palabras quedaron en el aire y el muchacho se dió la media vuelta para irse, dejándome ahí parada como una tonta. Me costó alcanzarlo, era demasiado alto y yo demasiado pequeña.

Me tomé un segundo para respirar, apoyando mis manos en las rodillas. Levanté la vista y ya no estaba.

...

–¿Tú acaso lo viste, Lydia? ¿Tú viste cómo estaba?— Wein la drama queen, hablaba de lo tan hermoso que era ese tal Hölle, y de lo mucho que me envidiaba por haberle enseñado el instituto.

—No te ilusiones– dijo Lydia tomando un sorbo del jugo de naranja que tenía en la mano. Una cara de pánico se dibujó en la cara del castaño.

–Teníamos la misma marca— mis pensamientos salieron en voz alta. Me miraron extrañados

–¿Eh?

–Tenía la misma marca que yo– repetí–.En el cuello– me toque la marca desesperada

–Que raro, no es muy normal esa marca, ¿no? ¿No le preguntaste, linda? –agregó Wein

–No, camina muy rápido.

–Todos caminan rápido al lado tuyo, mira tu tamaño.

Lydia era tres centímetros mayor que yo, y Wein, bueno él es una jirafa.

Por el rabillo del ojo pude visualizar a Hölle. Giré la cabeza demasiado rápido haciendo que me doliera, y esperé a que saliera de la cafetería para así poder preguntarle cómo se había hecho esa marca.



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En el texto hay: demonios, trauma

Editado: 14.09.2024

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