La chica de cabellos desordenados por el viento persistía bajo la caída de pesadas gotas de agua solo para llegar a casa, con sus zapatos manchados de barro y completamente mojada. El torrencial la tomó desprevenida ya que, fuera de lo usual, este comenzó sin previas y con un viento fuerte.
Las luces de la ciudad se olvidaron de iluminarla cuando llegó a la carretera. Su casa no estaba exactamente lejos del centro, pero se hallaba en una comunidad algo aparte. Era un condominio situado en la carretera, en el regazo de las montañas por las que se identificaba la ciudad de Mae-Willows.
El camino no era lo suficientemente peligroso como para preocuparse de no llegar a casa, pero aparentemente habían llegado visitas, así que no tendría cuidado aunque debiese si perjudicaba su tiempo justo para llegar.
Viendo las rejas blancas de la comunidad esperándola abiertas, se apresuró lo más que pudo cuesta arriba. Su familia habría avisado con tiempo, un error común cuando estaba el guardia Jhonson de turno. Esperaba que no le cerrara en las narices.
Apenas moviendo las manos para ser notada por aquel bigardo, un golpe en la cabeza la tiró inmediatamente a piso, con la vista desenfocada. Solo captó la figura y color de la reja, cerrándose como las puertas al cielo ante un pecador...