Sus ojos verdes, ya oscurecidos por el tiempo y el cansancio de estar tantos años aprisionado en un lugar de malos augurios, miraban con un rastro de incertidumbre esa cueva oscura, llena de grietas y con un fuerte olor a humedad. Pocos sabian de su existencia y los que lo conocían no se acercaban ahi por temor a lo que pueda pasar.
<<Debo estar desesperado>> se decia a si mismo cuando daba la primea zancada para entrar en las sinuosas tinieblas de El Paso. Gritos desgarradores retumbaban en sus oidos, eran tan letales que podrian romperle los timpanos a cualquiera que tenga una audición aguda.
A mitad del camino mantener su mente clara y libre de cualquier miedo que podria dificultarle alcanzar su objetivo comenzaba a costarle. Mantenía sus pensamientos en los pocos momentos felices que aún con el paso de los años recordaba con gran esfuerzo, quería pensar que ellos lo salvarian de tener que terminar en la locura.
La idea de irse parecía la mas factible, pero ya estaba ahi y no podía arrepentirse. Percibió un olor estupefacto parecido a el de un cuerpo en descomposición, entendió en un instante que eso no era bueno, apuró el ritmo de su caminar mientras se convencía a si mismo que todo sería mejor después de que salga de ahí. Una fuerza apretó su pecho dejándolo en el suelo lleno de mugre, su dolor era como si una grua aplastara su pecho, recordó al tipo que había sido aplastado por una de esas, leyó la trágica noticia que había salido en el periódico matutino antes de irse a trabajar. Chillidos de dolor y sangre salían de su boca, mientras apretaba con fuerza sus dientes en un intento de reprimir el mal que se exparcia por su cuerpo, con cierto entorpecimiento gritó.
-No eres el que busco, vete.
La presión se alivió y el olor desapareció, como si nada, llegó al final de El Paso decidido a terminar lo mas rápido posible y escapar de ahí. Concentró sus pensamientos en llamar a Paimón, un demonio fiel a lucifer que ofrecía todo tipo de respuestas a cambio de un sacrificio. <<Paimón, fiel servidor de lucifer, ofrezco un sacrificio a cambio de respuestas>> gritó en su mente.
Nada, no pasó absolutamente nada, centró toda su energía y volvió a gritar en su mente <<Paimón, fiel servidor de lucifer, ofrezco un sacrificio a cambio de respuestas>>, una vez mas, nada pasaba. Tal vez no debia decirlo en su mente, pero decirlo en voz alta le atemorizaba, no le encontraba razón alguna, simplemente las palabras no salian de su boca. Los gritos seguían sonando e incluso podía jurar que alcanzaba a oir las risas de un bebé y canturreos de niños anunciando la muerte del resucitado, respiró y sin pensar dijo las palabras que su boca segundos antes no lo dejaba soltar.
-Paimón, fiel servidor de lucifer, ofrezco un sacrificio a cambio de respuestas.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, los segundos pasaban lentos en su mente. El sonido de instrumentos musicales tocando una melodía infernal llenaba el final de El Paso, anunciando su llegada, Paimón, rugia a lo lejos. Desde la esquina mas oscura de la cueva, en una grieta detrás de una roca aparecieron dos figuras humanas, <<Beball y Alabam>> se dijo para sus adentros, dos demonios que acompañan a Paimón y siempre llegan antes que él.
-¡Oh! Pobre alma en desgracia- dijo con una sonrisa mostrando sus largos colmillos.- Estamos aqui para servir tus mas oscuros deseos- añadió Beball.
-Deseo respuestas.- Mantuvo un tono firme para disimular su miedo creciente.
-Paimón te las dará.- contestó secamente Alabam.
Un rugido mas cerca se oyó y luego un golpe seco que produjo que toda la cueva temblara. Paimón apareció vistiendo con una bella corona y una túnica de un material tan precioso, que nunca habia sido visto en el mundo humano, montaba un dromedario con un aspecto igual de espeluznante, llevaba cadenas incrustadas en sus carnes y de su nariz chorreaba una especie de moco negro. El servidor de lucifer bajó de su enorme animal, se aproximaba intimidante y con cada paso que daba sus fachas parecian peores, eran parecidas a las de un juego de video de esos que acostumbran jugar los adolescentes pero su aspecto era mil veces peor.
-¿Qué es lo que mas deseas saber?- preguntó Paimón.
Aquellos que habian conocido a este demonio sabian que se caracterizaba por hablar con una voz bestial que podia implantarte un miedo hasta en los huesos. A pesar de tener una apariencia no tan temerosa como la de sus acompañantes eso no le hacia sentir mejor, si los demonios quisieran podrían hacer lo que se les diera la gana con él, <<deben planear algo>>, <<son traicioneros>>, <<no confies>> se recordaba tantas veces como podía.
-Deja de hablar asi.- Ordenó- Quiero saber ¿cómo puedo salir de ese mugroso lugar?
Paimón soltó una sonora risa fanfarrona sin poder creer lo que estaba escuchando, ya habia pasado tiempo desde que alguien le había hecho la misma pregunta, el replicato a eso se la daba a aquellos de los cuales estaba convencido de que podrían lograrlo y solamente uno consiguió obtenerla.
-¿Qué tienes tu para merecer tal respuesta?- Cambió su tono de voz por uno mas bajo, pero lo tenebroso no se le quitaba.
-Lo que pidas, te daré todo si es necesario.
Paimón sonrío convencido, poseia todo tipo de réplicas, incluso las del futuro, se aprovecharia de esta pobre alma desesperada por escapar.
-Debes matar al culpable por el cual estas aqui.
-¿Cómo se supone que haga eso?- preguntó el otro con un tono incrédulo.
-Debilitalo, te darás cuenta tu solo como hacerlo.
-¿Qué vas a a querer a cambió?
-De eso hablaremos la próxima vez que nos veamos.- Dió media vuelta dejando que su túnica flameara con la brisa que habia dentro de la cueva.
Estaba oscuro pero se podia divisar los pies de animal que poseia Paimón. Sus uñas estaban llenas de suciedad y en en las pantorrillas tenía algunas pequeñas rastas que se habian formado por la falta de higienización.