El primer pensamiento que me sobreviene es si estoy muerta, pero supongo que el simple hecho de reproducir dicha cuestión en mi mente implica que no, o que me halló en algún extraño limbo. Esa sería mi salvación, haberme perdido en la espiral entre la Tierra y Bakal pues una eternidad en la nada es mejor que cualquier presente en ese submundo. Para mi desgracia todo se define cuando abro los ojos, aunque el pestilente olor a sudor y azufre me dieron un buen indicio de la realidad desde el primer momento. Tirada en el suelo en posición fetal meso mi cabello consciente que el dolor ha menguado un poco, aunque el remanente continúa martilleando incesante, como un aviso de mi cuerpo hacia el peligro.
Demasiado asustada como para moverme con libertad alzo el rostro para examinar el espacio a mi alrededor, donde solo observo cálida piedra roja que constituye una especie de pasadizo hacia algún lugar desconocido. Con el cuerpo cubierto de sudor por el dolor tan intenso que sufrí para llegar o quizás por el calor exagerado que reina en el ambiente, logro apoyarme sentada en una de las paredes a medida que cada extremidad clama iracunda en el proceso. A pesar la neblina que envuelve mi lógica medito sobre que deben estar pensando los Black en estos momentos, encontrando que he desaparecido de la nada y sabiendo que esa ha sido la última vez que nos vemos.
Lo único bueno es que ahora el consejo podrá descansar tranquilo al no hallarme entre los suyos y muy pronto dejaré de ser una amenaza para todos, tanto ángeles, como Dominik y su preocupación con respecto a la profecía. Por un segundo planteo la idea de que este sea el castigo, pasar los días en este agujero, sin embargo el barullo que capto en la lejanía me advierte de que no me será concedido un final tan dulce. Tal y como previne mi luz se esconde hasta no ser más que un débil destello, pues la poderosa energía oscura que rezuma por doquier la impulsa a rendirse, en especial porque a penas tengo fuerzas suficientes para evitarlo.
La oscuridad es lo último que me queda para tratar de defenderme y si era poderosa con ella antes, en este lugar dicha fuerza se apodera de mis sentidos ayudando a recomponerme. No obstante no valdrá de nada contra Dominik y es que en realidad no he venido a enfrentarlo, sino para aceptar una sentencia no tan injusta como todos creen. Por eso mismo no voy a esconderme, quise asumir esta propuesta para salvar vidas y morir sabiendo los entresijos de este mundo, algo que no lograré lamentándome aquí.
Con gran dificultad me pongo en pie, pudiendo estirarme con tranquilidad gracias a que la estructura de este sitio parece haber sido creada para monstruos mucho más grandes que yo. Asustada examino cada extremo del túnel, donde un lado parece conducir a un camino aciago que profundiza en el interior de este sórdido mundo y el otro luce tenuemente iluminado por algunas antorchas en las paredes, además de ser el origen de los gritos. Soltando cualquier apoyo doy el primer paso y un segundo, hasta que trastabillo, aunque recupero el equilibrio antes de irme de bruces contra el rocoso suelo. Dando un largo suspiro estoy decidida a no mostrar debilidad, por lo que continuo intentándolo hasta que en algún momento del camino recupero un andar más natural.
A medida que avanzo contengo el deseo de taparme los oídos para amortiguar sus satíricas risas y perversos gritos. Igual que el olor a putrefacción mezclado con una esencia metálica se torna más prominente, como si al final del corredor se hallaran ríos de sangre. Por fortuna no desemboca en ningún momento, es una única vía en la cual solo puedes huir hacia el otro extremo, sumergiéndote en las entrañas de Bakal que quien sabe lo que reservan. El dolor en la nuca se torna insoportable, pero es más como si cada célula del cuerpo me suplicara por salir de aquí, sin embargo comienzo a visualizar el final del camino.
Antes de continuar echo un último vistazo a mi antebrazo, la runa sigue ahí, palpitando con fuerza como si supiera que ha llegado a su hogar. Por suerte he esquivado la posibilidad de morir ante los ojos de los Black y los guerreros en la guarida, no obstante estoy a escasos pasos de comenzar el juicio y ser castigada. Con toda la entereza que puedo reunir consumo esa distancia abandonando el túnel a fin de sumergirme en un escabroso escenario.
Alzo la mirada para contemplar con exactitud la profundidad a la que me encuentro, pues la misma piedra roja asciende por encima de mí creando una especie de hoyo en donde parece concentrarse toda la actividad de Bakal. A lo largo de su extensión se observan miles de recovecos, pasadizos como el que yo acabo de recorrer hace unos segundos, pero que se hallan plagados de seres ansiosos por contemplar el juicio que está a punto de comenzar. Demonios puros, de alto rango y otras fétidas criaturas se agolpan entre insultos y calumnias, que pasan a proferirme al percatarse de mi presencia.
La situación me recuerda a un coliseo, donde todos aguardan para ver una gran y violenta coreografía que solo puede tener el peor de los desenlaces. Entonces me pierdo en sus expresiones cargadas de odio, incapaz de reconocer a nadie hasta que un par de ojos negros como la noche y cabelleras rubias hacen que la sangre me hierva alterada. Molok y Moldravik observan con curiosidad desde su privilegiada posición, contemplándome con expresiones de absoluto triunfo, ya que al igual que todos los presentes saben que están a pocos instantes de presenciar mi caída. Contengo la inútil rabia que siento, pues debí haber imaginado que no se perderían un evento así y la impotencia que me desgarra ya no sirve de nada.
Por ello examino con calmada resignación el final de este foso, descubriendo un cielo rojizo cargado de nubes constituidas por azufre, lo cual explica el olor. Comprendo que no existe escapatoria, este lugar es como una cárcel inexpugnable en la que estoy rodeada de enemigos. Recuerdo las palabras de Ethan aquella noche en la que me desvelo la existencia de las Fades, cuando dejo en claro que el infierno era un cuento humano y Bakal es infinitamente peor. Ahora lo corroboro, el escenario que he imaginado en tantas ocasiones en mis pesadillas no se asemeja ni de cerca a esto. Atolondrada doy un paso aún perdida en la vista del cielo, hasta que mi pie se topa con la nada y reculo asustada de caer al vacío.
Lo que hay ante mí es un enorme mar de lava, donde esqueléticos cuerpos se retuercen en agonía alzando sus manos en busca de auxilio, condenados a una tortura eterna. Ahora comprendo que esta es la fuente del calor que parece no afectar a los demonios, sin embargo a mí comienza a sofocarme generando una leve sensación de mareo. Por un instante me imagino acompañando a esos descarriados en un castigo sin fin, pero trato de suprimir la horrenda visión, ya que a pesar de lo humillante que esto resulta deseo mantener una cierta entereza. Al fin de al cabo dentro de las pocas lecciones beneficiosas que he podido recoger de Dominik creo que la más importante es el aparentar templanza incluso en las situaciones más peliagudas.
Trato de recordarlo, de tener bien presente los miles de ojos acusadores que me escrutan buscando cualquier deje de debilidad cuando encuentro al ser situado en la misma posición que yo a tan solo unos metros de distancia. Las manos a los costados se cierran en puños con tal coraje que las uñas se me clavan en las palmas, aunque el dolor me ayuda a despertar, a recordar que esto no es otro de mis sueños sino la cruda realidad. Su apariencia no ha variado demasiado teniendo en cuenta que lo creí muerto.
El cabello negro ensortijado cae ligeramente cubriendo sus tristes ojos grises que me contemplan con una mezcla de conmoción y remordimiento. Las facciones de su rostro se han resaltado dándole un aspecto más masculino, al igual que lo noto algo delgado, aunque conserva ese tono fibroso que lo hace lucir como todo un galán. Sin embargo ensuciando esa belleza percibo en la lejanía las manchas violáceas que cubren sus pómulos y el pecho a través de la abertura de su camisa negra. Al percatarse de lo que estoy mirando se avergüenza y con dificultad se lleva las manos a la prenda para abotonarla mejor.
Las pesadas cadenas que lo aprisionan resuenan ante el movimiento, pero no demuestra ni un ápice de incomodidad a pesar de que sus muñecas están en carne viva por los bruscos roces. He de recordar que me convertí el asmereir de su gente y la deshonra de la raza angelical tras nuestro sucio affaire, pero él pasó a ser considerado un traidor cuando intento matar a Dominik para supuestamente salvar a Mark. Aunque continuo sin creer que esa escena fuera honesta, está claro que ahora lo tratan de la peor manera y aun así no pienso que sea suficiente para pagar por el daño que ha hecho.
Es la viva representación del pecado, atractivo hasta que resulta irresistible, encantador, inteligente y capaz de fingir emociones como todo un profesional. Cada segundo que lo miro tengo una mejor idea de porque Dominik lo escogió para tentarme. Ilusa tuve la esperanza de que hubiera muerto cuando cayó por el puente, pero es lógico que este presente en el juicio, al menos si Dominik desea hacerlo mínimamente creíble. Jure que la próxima vez que nos viéramos las caras acabaría con él, sin embargo he de resistir la tentación, aunque la idea de vengarme por su engaño antes de ser ejecutada suena muy tentadora.
De repente su mirada se endurece e incluso se carga de un cierto resquemor, quizás porque no esperaba que tuviera la fortaleza de aparecer por aquí. Sin embargo soy tan fuerte para enfrentarme a él y a quien sea. Enfrascada en nuestro duelo de miradas tardo en notar como los gritos de la multitud van apagándose progresivamente hasta ser sustituidos por un rítmico golpeteo. Los demonios emplean piedras, sus cuernos o pies para generar un compás lento, pero que aumenta de a poco hasta resultar insostenible. El ritmo vibra en mi interior haciendo que el corazón se me acelere y la respiración se torne errática, prestando atención a cualquier amenaza cercana.
Del mar de lava se elevan una serie de elementos cruciales para la realización del juicio, un camino de piedra que conduce a los acusados hasta un estrado elaborado con el mismo material y una enorme roca en donde asumo, se ha de situar el juez, quien no será otro que Dominik. Con convencimiento avanzo para colocarme en mi puesto a medida que el golpeteo del público no aminora ni un instante. Al otro lado observo que Brian ha hecho lo mismo por lo que ahora escasos metros nos separan. Dentro de la ira y el desprecio que me consumen creo percibir que trata de decirme algo moviendo sus labios con discreción, queriendo que el mensaje permanezca en secreto para los demás.
Sin embargo aparto la mirada cuando el estruendo a nuestro alrededor se detiene de forma abrupta y de la nada un amplio aro de fuego toma lugar en medio de la roca entre nosotros. Da el aspecto de ser una puerta a otra dimensión o más bien conducir a una zona más profunda de Bakal, a la que muy pocos tienen acceso pues incluso los demonios en las alturas observan maravillados. Pero no sé que esperar, Brian parece apesadumbrado y el público no emite ni un solo ruido mientras el aro permanece conectado a ese desconocido lugar. Instintivamente me preparo para recibir a Dominik, pero en realidad aparecen una serie de cuerpos vestidos con largas capas negras a medida que el curioso portal se cierra con el último de ellos.
Son nada menos que siete criaturas que me resultan desconocidas. Las amplias capuchas de sus togas ocultan sus rostros de manera que solo puedo guiarme por las negras manchas que representan. Todos tienen algo particular, uno luce más bajito y rechoncho, otro extremadamente fornido, muy delgado o tan alto que he de alzar el rostro para abarcar su figura por entero. Llevada por la excitación vaticino que deben ser demonios y lo primero que se me viene a la mente es si debajo de esos ropajes podría ocultarse Dominik. Conozco de buena mano lo mucho que le gusta un gran espectáculo, pero no lo veo escondiendo con pudor su magnificencia.
Mientras los examino, los seres se alinean en armonía como si vivieran en un perfecto equilibrio entre ellos. El aire se vicia con su presencia y la sensación de peligro que he sentido desde el primer momento se acrecienta a tal nivel que temo que todos puedan llegar a oler o reconocer de algún modo mi miedo.
—¿Quiénes sois? —cuestiono incauta, incapaz de soportar este mutismo por más tiempo.
—Hoy se hallan aquí un vástago de la oscuridad y por primera vez una hija de la luz —dice uno de los seres con un tono profundo, capaz de erizar la piel, aunque cuesta reconocer a cuál de ellos pertenece. Como cabía esperar ignora mis dudas e incluso se da el lujo de actuar como si no fuera más que un títere dispuesto para cualquiera de sus divertimentos—. Pues deben hacer frente a la mayor de las afrentas hacia sus mutas razas —continúa dispuesto a proclamar nuestras faltas a pleno pulmón.
—Sabemos que ha habido una relación entre ellos y hemos de intervenir ante semejante abominación —sentencia una voz diferente, mucho más aguda, a medida que creo atisbar una horrenda sonrisa por debajo de su capucha—. Ambos estáis presentes y por ende quedáis sujetos a cumplir con la condena que os sea impuesta hoy, incluso si significa la muerte —añade ignorando que ninguno estamos presentes por placer, aunque ya no sé que esperar de Brian, ya que las cadenas y los golpes podrían no ser más que uno de sus teatros.
—De manera que comencemos con el juicio —clama otro de ellos haciendo que la multitud estalle en gritos de algarabía.
—¡Un momento! Exijo saber quienes sois y donde está Dominik —impongo harta de tanta escenografía y falsedad. Soy consciente de que el juicio no es más que una pobre excusa por parte de mi progenitor para matarme y por ello me irrita tanta parafernalia. Entiendo que quizás quiere hacer esto creíble para la raza demoniaca, figurar que puede ser imparcial, pero si pretende que siga colaborando más vale que aparezca cuanto antes.
Dichas palabras despiertan una gran cólera en el ambiente, pero sobre todo se concentra en las figuras ante mí. Hasta que una parece contener las ganas de castigar mi insubordinación y se aproxima unos pasos.
—Nosotros somos… —dice iniciando la incómoda presentación.
—Pereza —proclama el más bajito y delgado.
—Gula —pronuncia el ser orondo a su lado.
—Envidia —dice otro corpulento con un tono bajo, capaz de seducir a los más incautos.
—Avaricia —continúa haciendo denotar su presencia y con ello advierto que sus brazos son particularmente largos.
—Lujuria —añade el más delgado de todos, que reconozco por esa voz estridente que se pronunció con anterioridad.
— Y soberbia —finaliza el alto, quien parece ostentar el liderazgo —. ¿Ya nos reconoces? —cuestiona con gran diversión ante mi rostro estupefacto.
—Vosotros sois… —balbuceo sin encontrar las fuerzas suficientes para pronunciarlo.
—Los siete pecados capitales —finaliza con gran orgullo.
No puede ser. Pero del mismo modo, no hay otra opción. Estos meses han sido muy diferentes, en ellos muchas reuniones del consejo acontecieron y con ello escuchar conversaciones susurradas entre Carmen y Alex se tornó algo común a medida que la presión sobre la raza angelical aumentaba. Desconozco los orígenes de estos seres o sus capacidades, pero si sé una cosa y es que son muy importantes para Dominik. Tanto que Alex le comento a su amada mujer que quizás solo fueran un mito. Pero he de disentir sobre su inocente pensamiento, ya que los tengo delante de mí, sedientos de sangre y no dispongo de escapatoria alguna.
Comprendo que Dominik no va a aparecer, pues se ha escudado detrás de ellos para dar la apariencia de concedernos el honor ser juzgada por nada menos que «Los siete pecados capitales». Aunque continuo creyendo que no será capaz de resistir la tentación de contemplar mi ejecución o puede que haya decidido incluso reservarla para ser él mismo quien lo haga en privado a fin de un mayor disfrute. De todos sus sucios actos considero este de los peores, pero en especial porque tengo la sensación de que mientras he de soportar esta absurda tertulia, él elabora otro de sus retorcidos planes para acabar con los ángeles de una vez por todas.
—Te advierto que la próxima vez que oses hablar si no es para responder una de nuestras preguntas, dejaremos que alguno de ellos te muestre las profundidades de Bakal —amenaza señalando a los demonios en las alturas que comienzan a hacer gestos obscenos con intención de escandalizarme. Desconocedores que en mis noches de caza he visto toda clase de depravaciones suceder en los clubs.
Aun así veo como Brian se retuerce de la impotencia, pero comprendo que no puedo fiarme de nada, ni nadie. Solo me tengo a mí en esta última andanza y pesar del pánico que infunden las figuras que tengo delante, voy a enfrentarlo con las pocas fuerzas que me quedan.
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Editado: 16.07.2022