Me abrazo a mí misma intentando confortarme en el gélido ambiente que reina en mi habitación. De día la luz que se cuela por los ventanales ayuda a espantar cada oscuro temor en mi interior, sin embargo al caer la noche, estos retornan con fuerza. El fino camisón de seda que llevo no ayuda a alejar la sombría sensación, así que me dispongo a buscar algo de abrigo cuando se producen unos golpes en la puerta.
La curiosidad me hace olvidar cualquier otro pensamiento que no sea el descubrir quien toca con tanta urgencia a estas horas de la madrugada, así que corro a abrir, encontrando a un despeinado y exultante Ethan.
— ¿Qué haces aquí?
—No podía dormir —responde encogiéndose de hombros.
—Pasa —le digo con naturalidad, a pesar de que su presencia despierta un gran nerviosismo en mí. La realidad es que estoy acostumbrada a verlo como un fiel compañero y ahora, estamos comprometidos en unión. Es normal que pasemos más tiempo juntos, especialmente solos.
—No he dejado de pensar en la ceremonia —confiesa algo tímido, pero su rostro denota la burbujeante emoción que hierve en su interior —. Erika cree que debemos celebrarlo en los jardines y sé que la situación es difícil, pero quizás después podríamos tomarnos al menos uno o dos días para nosotros.
—Suena bien —alego con una pequeña sonrisa, sin embargo no siento esa alegría que todos irradian al hablar del asunto. He estado pensando desde la noche en que Ethan se me declaro que no es más que un absurdo miedo al compromiso, pero hay algo en la simple idea de nuestras almas conectadas para siempre que falla.
—Jure que no te presionaría con el tema, lo siento —comenta inseguro al ver la falta de entusiasmo por mi parte.
—No, está bien… De hecho agradezco que te encargues de esas cosas —revelo pensando en que la unión es un compromiso mutuo y por el momento él es el único que está poniendo verdadero empeño en que se lleve a cabo, algo que sé debo arreglar cuanto antes.
—Es solo que estoy deseando que seamos uno —asegura con una mirada cargada de deseo, observando mi cuerpo de arriba a abajo como nunca antes. Lejos de lo que pueda parecer no resulta lascivo, sino más bien seductor —. Jamás he ansiado nada tanto —reitera con un tono suave y esa voz grave que tanto adoro. Acercándose despacio, como si estuviera dándome la oportunidad de detenerlo, acaricia mi mejilla y en lo más hondo de esos ojos esmeraldas veo un anhelo tan grande como el universo.
Cuando quiero darme cuenta nuestros labios se unen como nunca antes, en un calor y sensualidad inesperada. Los míos son suaves carnosos, mientras que los suyos son algo más ásperos y con cada caricia demuestran la enorme pasión que está desesperado por transmitirme. Sus brazos fornidos me envuelven y poso las palmas en su pecho, la temperatura de su piel parece haber ascendido y poco a poco cada reacción, cada gesto, hace que nuestro baile amoroso se torne errático.
A trompicones avanzamos hasta la cama, chocando con el poste, pero ni siquiera el impacto logra que nos separemos. Es un ciclón de emociones completamente diferente, nada que haya experimentado antes se asemeja a esto. Es placer, correspondencia, calidez e infinito amor. Paso las manos por su rubio cabello atrayéndolo aún más, porque no soporto la idea de que algo nos aleje, porque aunque él no lo crea, lo necesito casi tanto como el aire que respiro.
Al fin nos ubicamos correctamente y caemos juntos en la cama, despacio Ethan baja los tirantes de mi camisón, llenando de besos el hueco de mi cuello, la clavícula, la parte superior del pecho… Tan lentamente. Es una deliciosa tortura en la que es fácil perderse.
—Te quiero Jessica —susurra con la respiración entrecortada antes de descubrir por completo mi pecho izquierdo, apoderándose de el con delicados besos y caricias.
—Ethan —gimo incapaz de ocultar mi preocupación.
—Tranquila, iré despacio —promete alzando el rostro para mirarme directamente a los ojos, como un juramento de lealtad absoluta.
Siento el rostro ardiendo producto de la excitación que circula a raudales por mi sistema, por mucho que trato de contenerlo, gemidos y suspiros abandonan mi ser a medida que Ethan toma el control. Con él puedo sentirme vulnerable, algo preciado que desea atesorar hasta el último segundo de su existencia, tan diferente a… Por un segundo pierdo el contacto con la realidad, con el deseo de Ethan y termino apresada por pensamientos infinitamente dolorosos.
Aquellos ojos grises que alguna vez me miraron con una emoción que estúpidamente creí, era amor. El ardor de sus labios, esa química ardiente que estallaba con tan solo estar cerca el uno del otro, un vicio prohibido, un pecado, un traidor. Esa última palabra me hace retornar a la realidad para recaer en que mientras Ethan continua recorriendo mi cuerpo con amor y entrega, mis pensamientos están dirigidos hacia ese asqueroso ser.
—Espera —pido tomando su mano en un intento por detener la situación.
— ¿Estás incomoda? —cuestiona preocupado. Avergonzada a medida que la realidad de lo que estábamos a punto de hacer cala en mi psique, me coloco el tirante del camisón e intento recuperar algo de compostura.
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Editado: 16.07.2022