¿Dónde estoy?, aún hay oscuridad, mi cuerpo no está herido, ¿Cómo es que?, cierro los ojos y me veo siendo atravesada en el corazón por una saeta.
Estoy desnuda, hace un frio glacial pero el viento que sopla es cálido, es como si la frialdad viniese de mí. Y solo de mí.
Desde donde estoy puedo ver el horizonte, el mar y con él sus olas, estoy sola, pero algo me dice que no es por mucho tiempo, Quiero correr y esconderme pero eso no siempre ayuda.
El mar ahora es rojo como la sangre, siento resbalar un par de lágrimas por mis mejillas, la luz opaca de la luna se extinguió abandonándome a la oscuridad total, escucho unos pasos que se alejan, ¿o se acercan?, mi cuerpo tiembla de terror al imaginar lo que me harán esta vez…
Me echo, no quiero huir, no hay satisfacción en ser atrapada por mis demonios, lloro, intento convencerme de lo inútil que es hacerlo pero no puedo, me duele el corazón, me duelen los huesos y me muero de miedo, no importa lo inútil que sea, importa que, tengo motivos por eso lloro.
Ya están aquí, me miran con tanto odio como curiosidad, si pudiera interpretar correctamente sus miradas diría que; <haz que sea más divertido, de lo contrario será peor para ti>
Se acercan y se alejan como apariciones inoportunas, los ignoro, solo deseo llorar.
Me rodean, corren bailan, cantan, tocan, gritan, hablan, gruñen, juegan, me toman, me dejan, me ignoran, me pegan, me ven, no me ven, se acercan, giran, giran y giran… el aire me falta, intento respirar pero no puedo, llamo pero no nadie atiende, ellos continúan girando cada vez más cerca, están… contengo un grito, todos excepto uno de ellos se ha detenido y, puñal en mano rasga mi piel, con movimientos rápidos y precisos me desuella como a un animal, doy voces pidiendo ayuda pero nadie puede oírme, nadie que quiera ayudarme puede hacerlo.
Mi dolor es tan intenso como la oscuridad, mis gemidos tan prolongados como una dictadura, mis lágrimas salen como torrentes.
No puedes quedarte aquí, tienes que gritar, no dejes de luchar, nos mataran, te mataran y esta vez será la última, la real, grita, patalea, haz algo.
No tengo fuerzas, quiero ver esa luz radiante que me hace sentir paz, mi consuelo en este mundo de dolor. Y así es como la veo aparecer ante mí, pareciéndome un lejano recuerdo del día más agradable de mi vida.
Camino sobre la arena cálida, el sol reina en el más hermoso día de verano, puedo oír el murmullo de las olas al chocar contra la arena, el calor del sol quemando mi espalda, puedo sentir como se abre una puerta con chirrido que parece gruñir de una temible bestia, escucho voces, esta vez humanas, intento mirar pero el sol me ciega, me siento flotar en el aire, mientras mi espalda arde como si estuviera en el infierno, el solo pensarlo me hace abandonar el paraíso de la luz y hundirme en el reino de las tinieblas.