Darkness Love

Capitulo 1: habia una ves.

La típica frase del había una vez, un cuento más un cuento menos, pero este cuento es uno muy peculiar, contado por un joven príncipe que más que desear un hada madrina deseaba la libertad, lo que jamás se imaginaria es como precisamente llegaría aquella anhelada libertad.

Desde la antigüedad la unión galáctica votó por que el planeta Delta fuese la insignia imperial, un lugar hermoso e inmenso como ninguno, localizado en la cuarta galaxia, hogar de muchos seres y de la noble familia imperial.

El emperador Adelfried Von Adelsreich un hombre de gran valor, honor y respeto se casó muy joven por lo cual tiene un total de trece hijos incluyendo a los gemelos y el menor, el décimo tercero es hijo de su actual matrimonio, ya que la respetada reina Adalia de Adelsreich murió al dar a luz al menor de sus doce hijos. El príncipe Bee Adelsreich de dieciocho años, piel blanca, ojos grises, cabellos corto con algunos flecos de un tono rubio platino mide un metro setenta, es un joven que a diferencia de sus hermanos carece de practica en combate o uso de armas y máquinas de guerra, pues Bee posee un poder especial, un poder que le heredó su madre, el único de sus hijos que nació con el poder de los Darkness, pero no de cualquier Darkness, la reina Adalia decencia de los Darknessfall, seres que se creían extintos, y se suponía que de la diversidad de Darkness Bee era el único en su clase, por lo cual el emperador lo cuidaba mucho más que el resto de sus hijos, en especial por una particularidad única que este poseía. Según se le había dicho al emperador, si el joven príncipe tenia herederos aquello conllevaría a discordia pues un hijo suyo en manos equivocadas significaría el fin de las cosas como se conocen.

Pese a eso, el joven príncipe si tenía presencia en la corte imperial pues era lo único que se le permitía hacer, era muy listo, educado siempre mostrando una sincera sonrisa y dispuesto a acudir en ayuda de quien lo necesitara, todos incluso su hermano menor de tan solo doce años cuidaban del bienestar del príncipe, aunque este se enojara por ello y más que nada por lo sobreprotectora que era su hermana mayor, la princesa Lambdadelta Adelsreich de veintisiete años, ella cuidaba de él, como si se tratara de un niño pequeño e indefenso y eso le molestaba de sobremanera, por lo cual siempre se iba a los jardines flotantes de Mulzenkab, eran unas hermosas islas pequeñas flotando en las afueras de la ciudad capital, el lugar eran bosques y jardines con diversidad de pequeñas criaturas fantásticas, en la isla de arriba había un templo en honor a la diosa Mulzenkab la que según los escritos trajo prosperidad al universo en el pasado de hecho su nombre era en honor a esta diosa, Bee siempre iba a distraerse, a pensar, dibujar, leer o incluso practicar con sus poderes y algo de esgrima, él quería demostrarle a su padre que era fuerte, que podía tener control sobre aquel poder, estaba harto de estar encerrado siempre en el planeta Delta, sus hermanos salían y combatían y los envidiaba por ello, y de hecho esa misma tarde había discutido con su padre por no dejarle ni tan solo echarle un vistazo al hangar de las naves de batalla, con la excusa de que era muy peligroso para él.

—Mira Aine, en este libro habla del planeta Neptúnica, donde se dice que reina una bruja de hielo – Bee estaba sentado a los pies de aquel inmenso árbol de pétalos de un tono rosa, lugar cerca de un estanque en el cual acostumbraba ir junto a su mejor amiga, una Usabo de blanco pelaje, ojos de un solo tono y grandes, una especie de piedra preciosa en la frente y unas alas blancas, sus orejas eran largas, tenía aproximadamente la edad de Bee y aún era joven, se la había regalado su hermana Lambdadelta cuando este tenía apenas cuatro años, la rescato luego de una batalla contra los rebeldes, no crece mucho de hecho cabe en el hombro de Bee, y emite un sonido para comunicarse, siempre lo acompaña a todas partes y al parecer tiene algo de magia, Bee habla con ella sabiendo que le comprende aunque esta no le responda con palabras.

—Sabes Aine, me gustaría visitar un día este lugar y bailar al son de sus festivales, aquí dice que hay un festival muy importante que se celebra cada año en la capital del planeta—

Bee se recostó en un tronco de aquel árbol y cerró sus ojos sonriendo al imaginarse en aquel lugar helado pero según los libros era un lugar grande y hermoso, Aine se acercó más a él y se acurruco sobre sus piernas como acostumbraba a hacer y aquella tranquilidad ameritaba una siesta.

 

— ¡¡No me interesan sus malditos conjuros, lo único que quiero es una manera de curar a mi hijo!! – gritaba enfadado el emperador un hombre ya entrado en edad pero con un espíritu jovial, noble y respetado temple.

—No puede venir gritando al templo sagrado de la diosa, emperador— habló una anciana. El emperador había ido al templo de la diosa Mulzenkab, como hacia cada mes. Una enorme construcción y hermosa catedral, que se veía desde cualquier punto, estaba al norte de la capital no muy lejos del palacio con el fin de que los tres sabios ancianos que no son Darkness pero manejan la magia y la clarividencia divina, ayudaran a “curar” a su hijo Bee, pero cada vez era el mismo resultado, incluso los chequeos médicos no hacían nada más que decir lo obvio.



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Editado: 04.03.2019

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