—¡Linda!—estaba en mi casa y de la nada aquella voz llamo mi atención, la reconocería donde fuera—Ven aquí hija.
—¡Ya voy! ¡Ya voy papa!—corria por mi casa en busca de mi padre. Sabia que todo había sido un sueño, el jamás me haría algo como eso.
Lo vi en la puerta trasera de nuestra casa, corri para poder abrazarlo, lo sentí, su calidez como lo hacia antes, este era mi padre.
—Te extrañe demasiado—dije—No vuelvas a dejarnos—sentia la necesidad de abrazarlo lo mas fuerte que pudiera.
No se como hace, pero el se aleja de mi dándome la espalda.
—¡Molly!— comenzó a gritar como si yo no estuviera ahí, negue sin creer lo que oia.
—¡NO! ¡PAPA!
—¡Ven aquí hija!—los pasos de una niña corriendo retumbaban en toda la sala hasta que se hizo presente, una pequeña de unos seis años, muy parecida a mi se colgaba en el cuello de mi padre.
—Te amo, papi.
—Y yo te amo a ti mi princesa…
—¡NO! ¡NO! ¡ESTOY AQUÍ! ¡SOY YO!
Sali corriendo de mi casa, buscaba a mi madre y la vi entre un monton de personas con chaquetas negras, todos la adoraban ¿Quién era?
—Linda, ven aquí…—decia ella, pero esa no era mi madre, la ignore y segui corriendo.
No sentía mis pies, corri hasta llegar al gimnasio, era mi refugio. Ahí estaría bien. Abri la puerta, pero no había nada, era un fondo oscuro, donde si daba un paso mas me perdería entre la oscuridad.
.—Linda, ven Linda, aquí perteneces—alguien me gritaba desde el fondo—Aquí estaras bien, nadie podrá herirte…
Era una voz suave y persuasiva, me solte de una mano y solo faltaba soltar la otra y me caería.
—Vamos, Linda…
Solte mi mano. Pero no cai, alguien me sostenía la mano desde atrás. Cuando voltee vi a Ice impidiendo que cayera.
—¡¿Que haces aquí?!—le grite.
—No lo hagas—apenas podia oir su voz.
—¡Sueltame!—grite—¡Dejame caer!—su agarre se afirmaba.—No quiero, ¡dejame! Ya no quiero..
—Linda mirame, abre los ojos—no me había dado cuenta que tenia los ojos cerrados.
—Dejame…
—¡Linda! ¡Linda! Despierta…
Me movia de un lado a otro, inquieta, tenia mucha calor, sentía como si hubiera fuego a mi alrededor.
—No lo hagas, tranquila…Despierta…
Me sente en la cama sobresaltada, sudada y exaltada. Frente a mi tenia a Ice con sus brazos extendido en mis hombros, y agache mi cabeza para suspirar aliviada, solo fue una pesadilla. Me sentía como si hubiera corrido una maratón.
—¿Que soñabas?—pregunto. Yo negué, pues no lo recordaba.
—No se—dije. Lleve mis manos a mi rostro y ahí me di cuenta que no tenia la camiseta. Mire a Ice enseguida y me tape con las sabanas, estaba destapada y semi desnuda, mierda.
—Yo no fui—dijo alzando sus manos—Empezaste a hablar dormida, y luego decias que tenias calor, te sacaste la camiseta y ahí me di cuenta que debía intervenir—dijo mientras se dejaba caer hacia atrás--¿Siempre tienes pesadillas asi?
—No—dije enseguida—…solo cuando me pasa algo malo—dije recordando cuando esos tipos nos atacaron. Ice se puso de pie y saco otra camiseta y me la entrego.
—Trata de no quitártela. Que no sea un cerdo no significa que no sea hombre—lo mire sin entender y el rio sin ganas—Solo, no te desnudes, por favor—cai en la cuenta de sus palabras y solo amague a tirarle con la almohada.
—Idiota, creeme que si estuviera consciente nunca me hubiera casi desnudado frente a ti—Ice rio mientras volvia acostarse.
—Nunca digas nunca, muñeca—dijo y me guiño un ojo antes de cerrarlos—Y apaga la luz—dijo. Suspire y me levante para apagar la luz, pero una vez apagada recordé mi sueño, el fondo oscuro y volvi a prenderla—Y ahora que…
—Lo siento, yo…no se, nunca me habia pasado algo asi...y...supongo que aun tengo algo de miedo, o que se yo—admiti con vergüenza. Ice abrió los ojos y me miro un segundo—Lo siento, se que te he dado puros problemas…—pase una mano por mi rostro y sentía que las lagrimas no tardarían en volver.
—Ya, no llores, no es para tanto…tranquila—el se puso de pie y sobó apenas mi brazo como contención, no se en que estaba pensando cuando lo abrace. Ni siquiera me había dado cuenta de que tenia su torso desnudo pegado a mi cuerpo—Rubia, creo que esto ya es demasiado—dijo claramente incomodo. Eso me hizo reir un poco sin mencionar la vergüenza que me habia dado.
—Si, perdón—negue con la cabeza y volvi a la cama—Apágala, estaré bien—me abrace a la almohada y lo vi resongar y pasar su mano por su rostro con frustración.